«En nuestro país nos oyen, pero no nos escuchan».

«En nuestro país nos oyen, pero no nos escuchan».

La población mayor de 65 años no se siente representada ni en los medios de comunicación ni en redes sociales ni en la vida pública. Piden soluciones para que se valore su potencial y no se adelante su situación de dependencia.

Laura Peraita

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Las personas mayores de 65 años representan un 20% del total de la población en España. «Sin embargo, en nuestro país no nos escuchan. Nos oyen, pero no nos escuchan», lamenta Juan Manuel Martínez, presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) en el marco de la jornada Conversaciones de Mayores, de ABC y Fundación La Caixa, bajo el título “¿Se sienten escuchadas las personas mayores en los medios de comunicación, en las redes sociales y en la esfera pública en general?”.

Explica que, no en pocas ocasiones, representantes políticos y empresariales muy relevantes de este país acuden a su organización para hacerles consultas de diversas cuestiones, «pero, a la hora de la verdad, no se traduce en ninguna medida que pueda beneficiar al colectivo de mayores».

Es el caso del sector financiero. «La banca digital y la desaparición de las sucursales está poniendo en serios aprietos a las personas de avanzada edad que se ven incapaces de realizar operaciones que antes eran rutinarias. Sabemos que no hay marcha atrás en este avance tecnológico, pero nadie se ha preocupado de hacer un proceso transitorio, como hemos pedido, en el que se informe y se forme de manera personalizada a los mayores para que hagan este tipo de operaciones». Lamenta que ocurre lo mismo cuando hay un problema con una compañía eléctrica, «¡y no digamos cuando se trata de conseguir una consulta médica y hay que tratar con un robot al que muchos mayores no son capaces de seguir!», añade.

Todas estas situaciones generan mucha frustración y angustia, puesto que se ven impedidos y muy limitados por la brecha digital. «El problema más grave es que dejan de ser autónomos y dependen de otras personas. Ahora es el hijo el que va al cajero a por su pensión; el vecino el que se acerca al centro médico a pedir una cita…».

No adelantar su dependencia

El presidente de CEOMA insiste en la necesidad de que tanto el Estado como el mundo empresarial y la sociedad escuchen atentamente las necesidades de los mayores para avanzar en soluciones y no adelantar su dependencia y, sobre todo, –incide– «que no olviden que en 2030 seremos casi la cuarta parte de la población». Para ello, también considera muy relevante que se fomente una mayor relación intergeneracional desde la escuela «para que los niños valoren a las personas de avanzada edad en todas sus vertientes y sepan cómo contribuir a su autonomía».

Añade que desde Ceoma se han puesto en varias ocasiones en contacto con el Senado, con la comisión de Sanidad, entre otras instituciones, para avanzarles, incluso por escrito, estas y otras demandas urgentes, «pero igualmente han debido guardarlas en el cajón. No ha habido respuesta alguna».

En la misma línea se manifiesta la periodista Victoria Prego, al asegurar que las personas mayores están muy poco representadas tanto en las redes sociales como en los medios de comunicación «y eso que hay periodistas de más de 65 años trabajando en ellos». Apunta que este colectivo está infravalorado en nuestra sociedad porque «cuando uno se jubila, pasa a encasillarse en la vida pasiva, a considerarse que ya no vale para nada y, por eso, no se le presta atención. ¡Es un gran error! –añade con indignación– Son personas cada vez más activas y, sobre todo, con capacidad de voto y de cambiar el rumbo de nuestro país».

Para que tengan mayor presencia pública, Victoria Prego invita a las asociaciones de mayores a cambiar su discurso. «Estamos acostumbrados a escuchar quejas sobre su soledad, pobreza, dependencia… que, aun siendo reales, y en muchos casos dramáticas, ensombrecen la potencialidad de otras personas mayores que todavía tienen mucho que aportar. Se trata de añadir otro discurso, no de sustituir el existente a este respecto».

Culto a la juventud

Igualmente considera que la prensa debe fomentar una imagen que muestre la potencia electoral, política, económica y familiar de los mayores en nuestro país, «sobre todo cuando en Europa cada vez nacen menos niños y la población mayor va en aumento».

Fernando Ónega, periodista y presidente del Comité Editorial de 65Ymas.com, se suma a esta versión de que en los medios de comunicación hay cierta marginación hacia los mayores, «que aparecen poco y mal». Explica que se debe a que «no está de moda hablar de este tipo de desgracias que les suceden, a excepción de su situación durante la pandemia».

En su opinión, hay «cierto culto a los jóvenes, a los que se privilegia su imagen y posibilidades futuras, mientras que hay personas que con 55 años sufren una gran penuria laboral, o desempleo, con hijos en casa a los que todavía debe atender y, sin embargo, ni siquiera pueden jubilarse. La jubilación debería adelantarse a los 55 años porque es una edad a la que, a pesar de la gran experiencia y posibilidades que tiene un ciudadano de aportar, el mundo empresarial no quiere contratar».

En un intento de revertir esta realidad, el reconocido periodista asegura que, a pesar de existir asociaciones de mayores que hacen una labor muy buena, «hay falta de liderazgo al respecto y escasa sensibilización, lo que motiva que actualmente existan otras prioridades informativas. Además, matiza, cada vez hay más jóvenes contratados en los medios de comunicación o manejando las redes sociales».

Ganar representación

Para paliar esta situación y ganar visibilidad, Josep Carné, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña (FATEC), apuesta, en primer lugar, por ganar representación de manera que «en nuestros organismos públicos, como ayuntamientos o el mismo Parlamento haya gente mayor que nos represente. Así ocurre hasta en Estados Unidos, donde sus presidentes son de avanzada edad. Pero aquí, no es así».

Considera que la prensa perjudica la imagen de las personas mayores y eso se traslada hasta cuestiones muy básicas. «Simplemente —señala como ejemplos— para arreglarnos la dentadura pedimos un crédito al banco y ponen problemas en darlo por nuestra edad; si queremos un seguro médico privado, no nos lo conceden o es mucho más costoso que si fuéramos jóvenes…». Por este motivo, reivindica un cambio de imagen «porque, incluso los mayores, tienen actualmente el convencimiento de que ellos mismos no valen para nada una vez que se jubilan. Es lo que siempre se les ha hecho creer. La sociedad no puede permitirse el lujo de prescindir de nuestras aportaciones».

Josep Carné apunta que «nos sentimos maltratados por la imagen que se proyecta de nosotros en los medios de comunicación: hombres y mujeres de avanzada edad sentados viendo pasar a las palomas, jugando a las cartas, que no aportan, que están enfermos…». Es más, manifiesta su indignación ante la postura de nuestro Gobierno «cuando dio a entender que había hecho muy bien su último cambio de ministros porque eran más jóvenes. Con estos mensajes, ¿qué queremos transmitir a la sociedad?», pregunta indignado.

Apuesta por que los políticos les escuchen y hagan las leyes contando con la voz de este sector de población. Reconoce que durante la pandemia fue la primera vez que la sociedad centró el foco en los mayores. «Me gustaría creer que es un primer peldaño para que sigan prestándonos atención».



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