09 Feb El tratamiento para lesiones medulares, más cerca.
La verdadera meta del equipo liderado por Grégoire Courtine ha sido trasladar los resultados de la investigación a los pacientes.
Josep María Tormos
Recuperar la capacidad de andar es uno de los anhelos más comunes entre las personas que han sufrido una lesión medular y han perdido el control sobre el movimiento de sus piernas. No solo andar o ponerse de pie; también nadar o ir en bicicleta, entre otras cosas… En los últimos años, se han producido avances muy importantes, hitos científicos y tecnológicos muy destacables, pero todos han venido acompañados de matices. Para trasladar estos avances a la clínica, sería necesario que la intervención aportase un nivel de funcionalidad suficiente y ser relevante para justificar el riesgo que comporta. Hoy, los resultados del equipo de investigación liderado por el profesor Grégoire Courtine nos permiten ver el futuro ilusionantemente cerca.
La noticia abre las puertas a un escenario, cada vez más próximo, en el que dispongamos de neuroprótesis implantables capaces de ayudar a recuperar el control motor en la lesión medular, igual que los marcapasos permiten desarrollar una vida activa (incluso la práctica de actividad física) en personas con arritmias severas, potencialmente mortales; o las válvulas cardiacas nos permite añadir años de vida de calidad a personas que de otro modo tendrían una discapacidad muy marcada como consecuencia de su insuficiencia cardiaca.
Pero también nos da la oportunidad de volver la vista atrás identificar los factores de éxito que nos han llevado hasta aquí y extraer conclusiones que nos ayuden a avanzar más rápido en el futuro, o trasladarlas a la solución de otros problemas.
Los resultados del equipo de Courtine nos permiten ver el futuro ilusionantemente cerca.
El primer factor es la posibilidad de disponer de equipos de trabajo interdisciplinares, con financiación suficiente para desarrollar con rapidez sus ideas, en entornos cercanos y con modelos de investigación cooperativa en red. El artículo científico del equipo liderado por Courtine, firmado por casi 70 autores de 26 instituciones distintas, muestra el beneficio de transferir y compartir conocimiento con un objetivo común, integrando los fundamentos necesarios de la neurobiología básica, la traslación desde modelos animales, la conceptualización de estrategias de las fisiología de sistemas, el desarrollo de dispositivos microelectrónicos implantables, utilizando estrategias de inteligencia artificial con el poder de computación necesario para ofrecer sistemas de neuromodulación capaces de aprender el patrón optimo de estimulación para cada persona, en cada uno de los escenarios requeridos. Y todo ello, suficientemente rápido y suficientemente sencillo como para ser una solución clínica.
Sin embargo, la financiación y el talento no son ingredientes suficientes. La determinación del equipo liderado por Courtine ha sido un elemento esencial para alcanzar este punto. Muchas veces los investigadores centran sus esfuerzos en demostrar la prueba de concepto que permite verificar sus hipótesis, considerando que la traslación a la clínica será un paso obvio. Esto no suele ser así y pasan muchos años hasta que los pacientes pueden beneficiarse de estos avances. Es, por lo tanto, necesario destacar el compromiso del equipo de investigadores que a lo largo de los últimos 15 años han ido alcanzando hitos merecedores de ser publicados en las revistas de mayor prestigio, sin perder la perspectiva de la verdadera meta, de trasladar a la sociedad el beneficio de su investigación.
Los investigadores no se han conformado con lograr un avance científico; se han empeñado en obtener un beneficio clínico a los pacientes.
El tercer elemento para destacar es una visión avanzada del concepto de prótesis biónicas hibridas, donde el objetivo no es sustituir la función, sino entender mejor la función alterada e identificar la estrategia más adecuada para mejorar esta función, desde las capacidades preservadas. En lugar de activar directamente el sistema motor, para reproducir cada patrón de movimiento, el equipo de Courtine optó desde hace varios años por estimular las vías de entrada sensitivas de la médula espinal, por debajo de la lesión, para estimular los patrones reflejos que son los responsables de la marcha fisiológica y de los patrones motores de la natación, mantener la postura o desarrollar cualquier otra actividad.
Esta estrategia simplifica tremendamente la complejidad del control sobre el patrón de estimulación, porque activa los mecanismos propios de cada persona. Que sea más sencilla no lo hace fácil, pero si reduce la complejidad lo suficiente como para poder desarrollar mecanismos de inteligencia artificial que controlan el tipo de estímulo en función de la respuesta y aprenden (modulando la actividad de forma conjunta) con el propio sistema nervioso cual es la mejor estrategia para cada objetivo funcional.
Los resultados de este artículo son un logro extraordinario, pero tampoco el final del camino. Es necesario conocer el resultado a largo plazo de los implantes, identificar los pacientes que pueden beneficiarse más (y aquellos que podrían no obtener beneficios) para mejorar los criterios de indicación y, sobre todo, el gran reto continúa siendo como reconectar el control voluntario cerebral sobre estos sistemas de estimulación, así como restablecer la capacidad de percepción sensorial para restablecer el control de forma totalmente automática.
Aún falta conocer el resultado de los implantes a largo plazo e identificar a los pacientes que más se pueden beneficiar.
Por último, el cuarto elemento destacable es que la naturaleza, y el sistema nervioso en particular, siempre nos sorprende… Es complicado entender cómo nuestro cerebro es capaz de reconocer como propios patrones motores que se activan por debajo de la médula lesionada, incluso ejercer cierto tipo de control sobre los mismos, aun cuando no existen vías físicas que expliquen esta conexión a través de la médula espinal. Sin embargo, los hallazgos descritos en el trabajo nos fuerzan a estimular nuestra capacidad de comprensión y, quizá, la percepción visual del movimiento realizado, junto al patrón motor y sensorial que la marcha induce sobre el brazos y tronco (que si mantienen la conexión directa con el cerebro) podría explicar, tanto la capacidad de percepción que refieren los pacientes, como ejercer un control suficiente para influir sobre el patrón inducido por el estimulador.
Si esto es así, también debemos considerar el posible beneficio de estrategias de estimulación medular no invasivas, desde las que también estamos obteniendo resultados esperanzadores e ilusionantes en proyectos de investigación multicéntricos, en los que participan investigadores del Institut Guttmann y del Institut de Neurociències de la Universidad Autónoma de Barcelona.