26 Ene El teletrabajo representa una reivindicación histórica para las personas con discapacidad, ya que permite a los profesionales aportar su talento evitando el factor desplazamiento.
El teletrabajo representa una reivindicación histórica para las personas con discapacidad, ya que permite a los profesionales aportar su talento evitando el factor desplazamiento.
Manuel Jesús Ruiz Berdejo López
Si bien hasta hace menos de un año el teletrabajo era una práctica residual, la pandemia lo ha acelerado. Ahora gran parte de las empresas lo han integrado como parte fundamental de su operativa. Siempre se ha dicho que el teletrabajo favorece a la inclusión laboral de las personas con discapacidad.
En el caso de las personas con discapacidad, el trabajo en remoto representa una reivindicación histórica. En la medida en que permite a los profesionales aportar su talento evitando el factor desplazamiento. A esto se le suma que no existen los problemas que se derivan de la ausencia de accesibilidad.
Profundizando en este fenómeno, la mayoría de los encuestados cree que la década de 2020 va a ser la del despegue definitivo del teletrabajo. De hecho, un 86% cree que se trata de una práctica que ha venido para quedarse. Pero, ¿Cómo va a impactar en la inclusión de las personas con discapacidad? ¿va a disparar su acceso al mercado laboral o va a frenar la normalización, ante la limitación de las relaciones sociales?
Las opiniones están divididas. El 56% cree que va a ser positivo para la plena inclusión de las personas con discapacidad. Sin embargo, el 44% teme que su generalización repercuta negativamente para las persona con discapacidad. Esto se debe a la falta de contacto presencial que dificulta la empatía y el intercambio de valores.
La percepción varía mucho en función del tipo de discapacidad. Las personas con discapacidad física y problemas de movilidad apuestan por el teletrabajo como trampolín de inclusión social. De hecho, un 81% lo valora positivamente. Por su parte, aquellos con discapacidad psíquica o intelectual, creen que puede invisibilizar la discapacidad y reforzar el estigma -solo un 36% lo valora de forma positiva-. Por su parte, las personas con discapacidad sensorial equilibran la balanza. Un 55% confía en el trabajo en remoto como aliado de inclusión, frente a un 45% que cree que, por el contrario, es caldo de cultivo de exclusión.
En busca de formulas innovadoras
“Las personas con discapacidad de tipo intelectual son las más estigmatizadas y de ahí que la apuesta por el contacto presencial haya sido, tradicionalmente, el medio para impulsar la empatía y romper los prejuicios y estereotipos. Con la pandemia y las medidas de distanciamiento, es necesario estudiar fórmulas innovadoras para que las relaciones sociales no se vean mermadas, bien a través de la vía telemática, o bien de forma física, con las debidas medidas de seguridad”- afirma Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco.
Además, Mesonero piensa que «las personas con discapacidad creen que su inclusión laboral permanecerá en punto muerto durante los próximos 10 años. Ante esta realidad, hemos de demostrarles que no les dejamos atrás, adoptando medidas excepcionales para que estén presentes en las empresas, siendo el empleo el único elemento capaz de garantizar su inclusión social y normalizar su vida. Las políticas activas de empleo, la colaboración público-privada y las estrategias de Diversidad & Inclusión son la llave, no solo para evitar el estancamiento, sino para convertir la tragedia en reto y acelerar como nunca el proceso de inclusión social y laboral”.
https://www.tododisca.com/discapacidad-y-teletrabajo-acelerador-o-freno-para-la-inclusion/