El tabú de la sexualidad en las mujeres con discapacidad: «No les llega la información, ni en el plano de la salud ni en el del disfrute».

El tabú de la sexualidad en las mujeres con discapacidad: «No les llega la información, ni en el plano de la salud ni en el del disfrute».

La permanente infantilización es una de las causas de la falta de educación de las mujeres con discapacidad.

Merche Borja

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El sexo todavía sigue siendo tabú en muchos ámbitos de la sociedad y, aunque vamos superando barreras, hay algunas que no siquiera se han intentado saltar. Una de ellas es la sexualidad de las personas con discapacidad, especialmente si se trata de mujeres, pues a menudo se suelen pensar, aunque sea de manera inconsciente, que no tienen sexualidad ni, por tanto, derecho a disfrutar de ella, por lo que no les hace información. Esto no solo vulnera sus derechos sexuales y reproductivos, sino que puede ponerlas en peligro, pues las hace más vulnerables al abuso, a embarazos no deseados e incluso a enfermedades de transmisión sexual.

Para paliar esta falta de información, asociaciones de mujeres con discapacidad organizan cursos, talleres y servicios de asesoría. Este es el caso de Amanixer (Asociación aragonesa de mujeres con discapacidad), que ha organizado recientemente el Ciclo de sexualidad para mujeres con discapacidad en Zaragoza. Isabel Toro, trabajadora social de la asociación y organizadora de estos talleres, nos explica por qué son necesarios y cuál es su objetivo.

Los principales tabús sobre la sexualidad y la discapacidad

Aún hoy existe la creencia errónea de que las personas con discapacidad, en el afán de la sociedad por infantilizarlas, no necesitan información sexual porque no tienen deseo sexual, y cuando se trata de las mujeres, es un tema aún más oculto. Esto lleva a que, en asociaciones como Amanixer, se encuentren con mujeres adultas con discapacidad a las que nunca se les ha hablado de sexo, «la realidad que observamos es que a la mayoría de las mujeres con discapacidad con las que trabajamos no les llega la información, ni en el plano de la salud -como pueden ser las enfermedades de transmisión sexual, cómo prevenirlas, los métodos anticonceptivos…- ni en el plano de la sexualidad como un medio disfrute. Yo me encuentro a menudo mujeres con 40 años o más que no han tenido acceso a educación sexual jamás», reconoce Isabel.

Esta falta de educación se debe al mantenimiento de una serie de tabúes que deberían estar más que desterrados y que lleva a educarlas desde un plano de infantilización, «como se ve a las mujeres con discapacidad como eternas niñas, no se les habla del tema», reconoce. Otros tabús que rodean a las mujeres con discapacidad son, por ejemplo, que “por tener discapacidad física o una movilidad reducida no pueden tener ningún tipo de contacto sexual o directamente que, si tienen algún tipo de discapacidad solo pueden tener relaciones, si las tienen, con otras personas que tengan discapacidad. Por supuesto, eso no es así”, se queja.

Esta falta de información supone una vulneración de sus derechos, pues no se les da la posibilidad de decidir sobre su propio cuerpo, como explica Isabel Toro, «no se respetan los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres con discapacidad. Es más, ni siquiera se han dado a conocer. Si, en general, los derechos de las personas con discapacidad han estado invisibilizados, más aún los de las mujeres y en el tema de la sexualidad, porque no se trabaja desde la perspectiva de género».

¿Cómo abordar el sexo en las mujeres con discapacidad?

Como abordaríamos la de cualquier persona, simplemente hay que adaptarse a sus capacidades. Por eso, explica Isabel Toro que «trabajamos con cualquier tipo de discapacidad y en los talleres intentamos hablar de todas las todas las realidades y desde todas las perspectivas. Y a veces es complicado porque, según la discapacidad, puede haber distintas necesidades. Entendemos que no hay una sola sexualidad válida, sino que hay tantas y tan diversas como las personas, pero a todas ellas les hablamos del derecho al disfrute», reconoce.

Así, para llegar a todas ellas hay que adaptar el mensaje, pero como lo tenemos que adaptar a cualquier persona, pues cada persona y cada cuerpo son diferente, se tenga o no discapacidad. Por este motivo, según escriben desde Amanixer, «las personas con discapacidad y sus parejas, tengan o no discapacidad, deben aprender a comunicarse, a entenderse y a buscar información si la necesitan para desarrollar estrategias que les permitan seguir disfrutando de su sexualidad».

En esta formación debería constar, por un lado, de información sanitaria (distintos métodos anticonceptivos, prevención de enfermedades…) que ayude a evitar o minimizar problemas futuros derivados de la falta de educación sexual en la sociedad, como embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. Y por otro lado, debe estar destinada a ayudarles a desarrollar estrategias que les permitan disfrutar de su sexualidad.

Para lograrlo, la formación en centros sanitarios, asociaciones… a través de charlas y talleres con los distintos colectivos, es esencial, «lo que hacemos en estos talleres es empoderarlas. Algunas ya han hecho ese ejercicio y se apuntan sin pudores, pero otras nos comentan les da un poco de vergüenza«, asegura Isabel Toro. En uno de sus últimos talleres, por ejemplo, les hablaron de que existen incluso objetos destinados especialmente diseñados para mujeres con movilidad reducida, «algo muy innovador».

Para las mujeres con discapacidad que todavía no se atreven a acudir a este tipo de talleres, Isabel quiere animarlas recodarles sus derechos y que «la sexualidad es un plano más de la vida, que hay que trabajar y que, además, se puede disfrutar mucho. Que no tengan miedo ni tabús porque el derecho al disfrute está ahí y hay que ejercerlo», concluye tajante.



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