El regalo de las madres.

El regalo de las madres.

María Solano Altaba, profesora de Periodismo de la Universidad CEU San Pablo, explica en este artículo su sentido de la maternidad.

2024. ABC

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Ser madre es un regalo. Tener madre, otro. Por eso lo seguimos celebrando por todo lo alto el primer domingo de mayo. Una fiesta que, por fortuna, se mantiene por encima de los compromisos de ese día. Competiciones deportivas, cumpleaños infantiles, quedadas adolescentes, agobios de estudio juveniles, jornadas extraordinarias de trabajo quedan en segundo plano ese día que sigue escribiéndose con letras mayúsculas en nuestros calendarios. Y no porque les hagamos un regalo a nuestras madres, o porque nosotras recibamos otra manualidad de enorme cariño y dudosa factura como regalo, ni porque nos juntemos, literalmente, ciento y la madre en una divertida comida familiar con principio, pero sin fin, sino porque la maternidad es un regalo: tener madre, ser madre.

El regalo de las madres se entiende muy bien con un símil. Cuando, en mitad de una noche en vela, un bebé vuelve a romper a llorar con desazón porque los pesados cólicos del lactante no le dejan conciliar el sueño, los acogedores brazos de su madre, adormilada pero entregada de corazón a su criatura, consiguen un sorprendente milagro: el llanto cesa, el bebé duerme con la cabeza apoyada sobre el pecho de su madre, mecido levemente por ese movimiento constante, casi un baile. Lo cierto es que al bebé no se le ha pasado el dolor de barriga. Basta con dejarlo sobre la cuna para comprobarlo. Pero en los brazos de su madre, simplemente, descansa. Y ese sueño reparador le permite tener fuerzas para seguir sorteando lo que la vida le pone por delante.

Ese es el regalo de las madres, da igual la edad, da igual si piensas en las que hoy son abuelas, las que capean el temporal de la adolescencia o las que se estrenan en el papel. Las madres nos regalan paz, serenidad, confianza, descanso, certeza, seguridad. No van a poder borrar de un plumazo todos los problemas de sus hijos, pero, a su lado, mecidos en su abrazo, con el descanso que sólo ellas propician, la vida será más fácil, más bella, más luminosa, más llena, mejor. Gracias, a cada madre, por ser regalo.