24 Sep El peligro del abuso de dispositivos en niños cada vez más pequeños: Daños neurológicos.
Uno de los problemas que ha traído consigo el confinamiento ha sido el abuso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), de los dispositivos electrónicos, vamos, como el móvil o la tableta, por parte de nuestros menores, cuando ya era de por sí un problema.
El objetivo por el que deben trabajar los padres con sus hijos en este sentido debe estar enfocado en lograr utilizar estos aparatos de forma razonable, pero también saludable. «Se deben evitar los riesgos del mal uso de éstas, del acceso a contenidos inadecuados (violencia, sexo, apología de la autolesión o de las enfermedades del comportamiento alimentario, entre otros), y sobre todo de la hiperconectividad (abusar de nuestro tiempo en la Red y en los dispositivos digitales).
Así lo defiende en ‘El diario de Lola’ (Editorial Sentir) su autor José Antonio Luengo, psicólogo habilitado en la especialidad de Psicología sanitaria, experto en Piscología educativa y de la actividad física y del deporte, quien asegura que se puede lograr este objetivo, si bien para ello ve fundamental la dedicación, la paciencia, las conversaciones con nuestros hijos, y el ejemplo e implicación de los padres.
Así lo defiende en ‘El diario de Lola’ (Editorial Sentir) su autor José Antonio Luengo, psicólogo habilitado en la especialidad de Psicología sanitaria, experto en Piscología educativa y de la actividad física y del deporte, quien asegura que se puede lograr este objetivo, si bien para ello ve fundamental la dedicación, la paciencia, las conversaciones con nuestros hijos, y el ejemplo e implicación de los padres.
«Los niños imitan a los padres y por eso no debemos usar el móvil mientras comemos, o por ejemplo si estamos en una conversación. Los padres son unos modelos para sus hijos a la hora de hacer las cosas, pero también las razones por las que hacen las cosas. Ellos deben saber por qué desconectas el móvil. ‘Yo apago ahora el móvil porque estoy contigo y yo quiero que no me domine el móvil, sino yo a él’. Tenemos que crear un relato con nuestros chavales en la conversación, y deben escucharnos decir estas cosas. La argumentación unida al comportamiento es especialmente impactante en el niño», aconseja.
Y es que, según alerta el también secretario de la Junta de gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid, entre los muchos efectos del abuso de dispositivos digitales en los menores, contrastados por la comunidad científica, se encontrarían la adicción a los videojuegos o a las redes sociales, o la dependencia del dispositivo móvil.
A nivel físico, Luengo detalla que las posibles consecuencias podrían ser la pérdida de audición en edades tempranas, dolores de espalda, insomnio, trastornos relacionados con el peso corporal por inactividad, tensión ocular. En el plano psicológico apunta: Aislamiento, irritabilidad, ansiedad, envidia, baja autoestima, narcisismo, empobrecimiento del lenguaje, déficit en las habilidades relacionales y sociales.
Por otro lado, lamenta que sobre todo en menores de 3 años está «muy documentado científicamente» el perjuicio que el abuso de las TICS suponer para su neurodesarrollo: «El exceso de activación con las tecnologías genera una hiperexcitación neurológica y ésta acaba provocando pequeños desajustes y anomalías funcionales que luego pueden pasar factura cuando los niños deben usar de competencias importantes como la concentración, por ejemplo», alerta el experto en la materia.
Además, avisa de que cuanto más se usen las redes siendo una niña, con muy poco control por parte de los padres, y con un acceso ilimitado a cualquier tipo de contenidos, sin acompañamiento o cuidado de adultos, esto puede generar una doble vía de anomalía: «Soy incapaz de despegarme de los dispositivos electrónicos para vivir, pero cuando estoy en ellos consumo unos contenidos que alteran de forma grave mi desarrollo de personalidad en una niña que está creciendo».
De hecho, el psicólogo llama la atención sobre el hecho de que los niños tienen cada vez antes los móviles, y en apenas 5 años se ha pasado de fijar la edad de riesgo en los 14, a bajar a los 10. A su juicio, esto supondría un riesgo para los menores, y significaría también que los adultos no acabamos de tomarnos en serio que las tecnologías no se pueden considerar en las primeras edades como un entretenimiento o juego sin más.
«Son poderosas herramientas de acceso a contenidos y con una facilidad tremenda en la inmersión de los mismos, sin ningún tipo de acompañamiento que explique qué estás viendo. El mundo adulto lo que hace muchas veces es no supervisar a sus pequeños por pereza, pero también porque no cree que esto vaya a representar un problema», agrega.
A su vez, el psicólogo en la Unidad de Convivencia y contra el acoso escolar de la Comunidad de Madrid lamenta que existe una relación más que establecida entre el uso de la tecnología de forma inadecuada con los comportamientos inadecuados, pero con la hiperactividad y el déficit de atención también.
Un elemento importante en su opinión es que un niño que se maneja en un entorno equilibrado es un niño sano; mientras que considera que uno que se maneja en un entorno desajustado, donde hace muchas cosas sin la supervisión de sus padres, y pasa muy poco tiempo haciendo otras cosas más importantes como ejercitarse, «es un niño que crece de manera escorada».
«Es un problema sistémico. Los adultos pueden ser parte del problema pero también de la solución. El problema también está en cómo los padres hemos gestionado que el niño haya entrado en ese torbellino de experiencias con la tecnología», matiza Luengo, con muchos años de experiencia tratando este tipo de casos.
Identificar el problema
En este punto, detalla que podríamos identificar que nuestro hijo tiene un problema de abuso con los dispositivos electrónicos cuando aparezcan síntomas de ansiedad, de angustia e irritabilidad cuando el menor no puede operar con un dispositivo o con una aplicación. «Cuando aparece este comportamiento el menor está expresando que hay una clara pérdida de libertad y vuelca todos sus intereses y prioridades hacia ese tipo de comportamientos ligados al uso de las tecnologías. Sufre ansiedad al no disponer del dispositivo o no poder operar con él porque es un elemento absolutamente indispensable en su vida», precisa.
Así con todo, el psicólogo remarca que «no pasa nada» porque un niño de 3 años toque un móvil, «antes no porque no le aporta nada bueno, le priva de mirar, de preguntar, de ver la realidad y de aprender de ella», le aporta más la palabra o el contacto, subraya, si bien reconoce que a partir de los 4, y siempre que haya una supervisión del adulto constante, hay aplicaciones de móvil que sí pueden emplear, pero no más de 30 minutos al día, pudiendo alcanzar la hora a partir de los 7 años, pero siempre con los padres.
Otro de sus consejos es que los menores deben tener claras las reglas del juego, y que se realice entre ambos una especie de contrato, que contemple que hay unos ritmos, y un tiempo límite en el que podrán jugar.
A partir de los 7-8 que empiezan a funcionar por influencias, por lo que aconseja ser muy consciente de que los tiempos de utilización no deben superar la hora o hora y media a lo largo del día, y especialmente crear una especie de hoja de ruta de cosas que hacer a lo largo del día y durante cuánto tiempo. «Es una edad en la que el niño cumple y lo entiende, desarrollan lo que los padres le desarrollan», puntualiza.
Por eso, las principales pautas que deben seguir los padres a la hora de evitar un abuso en las TIC por parte de sus hijos, según enumera Luengo, son:
- Controlar el tiempo de uso
- Hablar con ellos sobre el tiempo de uso
- Controlar los contenidos
- Hablar con ellos de los contenidos a los que pueden acceder y de los riesgos que existen
- Es muy importante el comportamiento ejemplar de los padres y el modelo de conducta, pero al mismo tiempo que sea argumentativo.
Un truco para conseguir un mejor uso de las tecnologías con nuestros hijos, según sugiere, es que los padres entiendan que se trata casi de utilizar el procedimiento que usamos con las dietas alimentarias: «Estamos hablando en el fondo de lo mismo, qué alimentos toman, cuánto de cada alimento, y cada cuánto tiempo para una dieta equilibrada. La palabra importante es ‘equilibrio’. Todo debe estar centrado en que debemos hacer muchas cosas a lo largo del día que nos nutran. Debemos hablar con nuestros hijos, hacerles partícipes de nuestros errores».