El nuevo perfil de la soledad: joven y precario.

El nuevo perfil de la soledad: joven y precario.

Un estudio de 40dB. para EL PAÍS desvela que los menores de 25 años se sienten más solos que los mayores de 65. Aducen falta de recursos económicos y dedican más horas al día a redes sociales y foros de internet.

Natalia Junquera y Yolanda Clemente

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La mayoría de la población, un 77%, considera que la soledad no deseada es un problema social importante en España, según un estudio social de 40dB. para EL PAÍS y la Cadena SER. Hay más mujeres que hombres en el grupo que opina que ese problema es muy grave y también son ellas las que en mayor medida dicen “escribir o llamar con cierta frecuencia” a las personas de su entorno que lo sufren. La soledad está cerca: un 42,3% dice conocer directamente a alguien en esa situación; sobre todo, amigos, y en torno al 22% de la población se ha sentido muy o bastante solo en el último año —de ellos, casi el 70% declara que la mayoría de las veces de forma no deseada—. La comunidad científica ha constatado que esas circunstancias son un factor de riesgo como el tabaquismo, la obesidad o la polución ambiental. El problema no es solo individual, sino de salud pública.

La encuesta, 2.000 entrevistas llevadas a cabo entre el 23 y el 26 de febrero, dibuja el retrato de la persona que se siente sola en España. Y no es el que la mayoría tiene en la cabeza. Un 65,5% cree que el colectivo que más sufre esa soledad no deseada es el de los mayores, pero al analizar el porcentaje de personas que han sentido mucha o bastante soledad en el último año sobre cada grupo de interés, casi el 37% son jóvenes de entre 18 y 24 años, seguidos por la franja de 25-34 (32,9%) y la de 35 a 44 (28,8%). Los porcentajes bajan hasta el 12,9% entre los mayores de 65 y al 13,4% en la franja de los 55 a los 64. Puede consultar todos los datos internos de la encuesta en este enlace.

El estudio también revela que ese sentimiento de soledad, al igual que otras muchas cuestiones relacionadas con la salud, como la buena o mala alimentación, tiene mucho que ver con la situación económica: el porcentaje de personas que han sentido mucha o bastante soledad en el último año sobre cada grupo de interés dibuja diferencias importantes: el 33% de los parados se sienten solos; es decir, 10,9 puntos más que los que trabajan y 18,5 puntos porcentuales por encima de los pensionistas. También son los que en mayor medida aseguran no llegar a final de mes. El 27,4% de los estudiantes se sienten solos y entre los que trabajan influyen las condiciones laborales: la soledad no deseada afecta al 38,3% que lo hace en horas poco comunes, lo que, unido a la falta de recursos económicos, señalada como otra de las causas, les dificulta organizar planes de ocio con otros.

El género apenas influye: las mujeres se sienten algo más solas (23%) que los hombres (20,7%), pero sí es determinante el estado civil: el 32% de los solteros y el 26,3% de los separados o divorciados se sienten solos, frente al 14,4% de los casados.

Salud mental

Casi un 32% de los que dicen haber sentido mucha o bastante soledad en el último año asegura que no tiene relaciones regulares ni esporádicas con nadie. El 31,3% de los que tienen algún tipo de diversidad funcional o discapacidad se sienten solos. De media, están menos satisfechos y menos felices con su vida, se consideran en mayor medida “diferentes a los demás” y padecen más problemas de salud mental (32,9% frente a 12,9% de la población general).

Un estudio de la Fundación Mutua Madrileña y la Confederación Salud Mental, en el que han participado Twiga y 40dB. y que fue presentado el martes, reveló que cuatro de cada 10 españoles creen que no disfrutan de una buena salud mental; casi el 75% considera que ha empeorado para todos en los últimos años y un 40% de las personas diagnosticadas con un problema de este tipo habían sentido rechazo social por parte de su entorno. El informe también señalaba a los jóvenes como el colectivo más vulnerable: solo el 30,8% de los menores de 24 años considera que tiene una buena salud mental y las ideas o intentos de suicidio también son más frecuentes en esa franja de edad.

El sondeo de 40dB. muestra que quienes se sienten solos dedican más horas al día a las redes sociales y a los foros de internet y usan más a menudo aplicaciones para conocer gente o ligar. En La gran fragmentación (Arpa editores), el periodista de este diario Ricardo de Querol recoge el fenómeno de los llamados ermitaños digitales, en su mayoría varones entre los 20 y 30 años, “que pasan el día en la burbuja de su cuarto, refugiados en la consola, el ordenador o el móvil”. Se hace menos vida en común en espacios públicos, mientras se establecen relaciones más frías a través de internet o videojuegos.

La pandemia ya no es un factor tan determinante tres años después del confinamiento. Solo el 10,6% cita el “aislamiento de los demás por el covid-19″ como la causa de sus sentimientos de soledad y un 11,2% menciona “el fallecimiento de personas” de su entorno.

Red de apoyo

“La soledad es no tener con quién hablar, no tener con quién hablar de buena manera”, afirma el neurocientífico Mariano Sigman, autor de El poder de las palabras (Debate). Disponer de un amigo a quien confiarle lo importante, explicó en una entrevista en EL PAÍS, “es un enorme paracaídas para la salud. Hay mucha ciencia que muestra que cuando tienes esa persona, el devenir de toda tu salud mental y física es mucho mejor que si no la tienes. La soledad es tóxica”, afirma.

El estudio de 40dB. indaga también en las redes de apoyo de los españoles. La mayoría cuenta con esa red, aunque uno de cada tres asegura que no habla de su soledad porque no quiere o porque no tiene con quién hacerlo. Un tercio afirma no tener amigos suficientes a los que contar algo importante o un problema y en general se siente mayor facilidad para conversar sobre las verdaderas preocupaciones con la pareja o los amigos que con familiares. En el caso de las actividades lúdicas, un 27,2% dice tener pocos o ningún amigo con el que “salir a divertirse” y esos porcentajes suben en el caso de mayores de 65 y en la clase media-baja y baja.

Los que afirman haberse sentido bastante o muy solos en el último año son más propensos a no contarlo que la población general. Pero, en el caso de hacerlo, hablan en mayor medida con terapeutas y psicólogos y con desconocidos.

Preguntados sobre quiénes creen que tienen mayor capacidad para combatir el sentimiento de soledad no deseada, el 41,6% asegura que el entorno de quien lo sufre, el 15%, la persona que se encuentra en esa situación, un 10% el Gobierno central y un 7,5% los Ayuntamientos. Sin embargo, esos porcentajes varían entre los que se sienten solos, que atribuyen en menor medida al entorno la capacidad de combatir su soledad. Ante la pregunta de qué hacen para tratar de remediar la situación de los conocidos que se sienten solos, la mayoría (49,1%) afirma “estar más pendiente de esa persona”, un 45,6%, “escribirles o llamarlos con cierta frecuencia”; el 33,1% visitarlos; el 29,1% trata de hacer actividades con ellos; un 17,7%, dice “hacer lo posible para que busquen ayuda profesional o terapia”; un 6% contrata a alguien que los cuide o haga compañía y un 6,4% admite no hacer “nada”.

Por lugares, las clases y el trabajo son los espacios donde con más frecuencia los encuestados dicen haberse sentido solos, por encima del hogar, la calle, los comercios o los espacios de ocio como cines, bares o restaurantes.

A medida que se han conocido los efectos de ese sentimiento sobre la salud general, el problema ha ido ganando presencia en la agenda política y distintas administraciones han puesto en marcha iniciativas para combatirla, aunque todavía de manera insuficiente. El Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada apunta a que el problema afecta cada vez a más gente en España y en Europa. El Imserso ultima una estrategia al respecto. En el ámbito regional, varias comunidades cuentan con planes específicos. También los Ayuntamientos. En el de Barcelona, por ejemplo, destacan los programas Radars y Vincles. El perfil de la soledad, más joven de lo que habitualmente se piensa, también obligaría a replantearse el enfoque y la estrategia para combatirla. Los que se sienten solos se muestran menos seguros de ir a votar en las próximas elecciones que la población general y son más indecisos a la hora de tomar la decisión. También se posicionan ideológicamente en menor medida.

Hogar medio

El 30,7% vive con su pareja e hijos. Los siguen quienes viven solo con su pareja (25,4%) y los que residen con algún progenitor u otros familiares (14,7%). En el colectivo que vive solo (12,5%) predominan los mayores de 55 años y la clase media-baja y baja. A más de la mitad de los que no comparten su residencia con nadie les gustaría seguir así, aunque las personas que viven acompañadas muestran un nivel de satisfacción mayor con su situación: casi el 90% la mantendría. La mitad de la población (52,9%) dice estar contenta con el reparto de su tiempo, pero casi cuatro de cada 10 preferirían que aumentasen los momentos en compañía.

Los hogares españoles encogen. En 1970 eran de casi cuatro personas. Disminuye la natalidad, aumentan los divorcios y la esperanza de vida. Las proyecciones del Instituto Nacional de Estadística apuntan que, en 2037, uno de cada tres hogares albergará a alguien solo.

La soledad deseada

Existe también una soledad deseada. Más del 56% de los que viven solos aseguran que le gustaría seguir haciéndolo frente al 43,6% que preferiría compañía. Entre los que viven acompañados, sin embargo, solo uno de cada 10 querría vivir solo. También hay actividades, como ir al médico, que prefieren hacerse en solitario, frente a otras como comer, viajar, ir al cine, al teatro o a conciertos, en las que se desea la compañía. Para dormir, el 38,9% prefiere estar solo, el 49,3% acompañado y a un 11,9% le es indiferente.



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