06 Mar El mundo de Emilio
* Emilio Morales Orozco expone «Zoología fantástica»
* Este joven artista sufre de discapacidad cognitiva. Los colores vivos y los animales inventados son parte de su exposición.
LAURA DULCE ROMERO
Entrar al mundo de Emilio Morales Orozco es abrirle las puertas a lo improbable. Para acceder a su espacio, primero debemos despojarnos de lo convencional y entender que la vida es la unión de colores vivos y que existen animales como el perro-toro. Emilio, de 22 años, no sabe leer ni escribir, pero sí pintar como pocos. Él es el vivo ejemplo de que el lenguaje no se limita a la escritura o a la tradición oral, sino que rompe barreras y puede expresarse de cualquier forma, como el arte.
A su corta edad, este artista bogotano ya ha expuesto en otros países, como Dinamarca y Noruega. Su arte es único y genuino, porque no tiene influencia de alguna corriente. Aunque los ha escuchado, poco o nada le importa el cubismo, el manierismo o el expresionismo a la hora de pintar sus obras.
«Zoología fantástica» fue el nombre que decidieron ponerle a esta exposición, que reúne sus mejores piezas y que demuestra que la realidad se deforma, en este caso gratamente, dependiendo del ojo que la perciba y la mano que la plasme. No se sorprenda si en sus dibujos ve una cosa y al final resulte ser otra, porque allí, en el mundo de Emilio, todo se vale. Allí todo es posible.
“Vale la pena que la gente conozca su trabajo, porque es una obra libre de vanidades y prejuicios, que le sale del alma. Es absolutamente original y tiene un lenguaje propio. En ella hay inocencia, pero también delirio, es como una alucinación, es puro color y fantasía. Muestra el deseo y al tiempo la necesidad de Emilio de buscar una forma de adaptarse al mundo o de adaptar el mundo a de él. Los animales, que es lo que él más ama, pasan por su filtro de fantasía y se convierten en esos seres como mitológicos, que aparecen en sus dibujos” , asegura Constanza Orozco, madre de Emilio.
Pero ¿por qué Emilio debe adaptarse al mundo? ¿Qué se lo impide? A sus tres meses de nacido, este artista tuvo una bronqueolitis, que le provocó un paro cardio respiratorio, lo que no le dio la oportunidad de crecer como los demás niños. A sus cuatro meses parecía un bebé recién nacido. Luego, más grande, su mamá empezó a notar que su hijo era diferente. Cuando pasó a kínder, descubrieron que tenía una discapacidad cognitiva y que padecía de un leve retraso en comparación al proceso de sus compañeros.
«A él se le complicaba integrar las letras y los números, pero empecé a notar que le gustaba mucho dibujar, que por este medio se comunicaba con nosotros y expresaba lo que veía y lo que sentía. Sus dibujos al principio eran manchas, pero con una expresión impresionante y con eso me di cuenta que por ahí era el camino. Él era muy hiperactivo, pero con el arte empezó encontrar sosiego y entendimiento», dice Constanza.
A pesar de que los médicos les decían que Emilio solo podía hacer trabajos mecánicos, su familia empezó a buscar la manera de desarrollar el talento y la sensibilidad que percibían de él. En un principio, sus padres lo sacaron de la institución especial, donde estudió por varios años y pasó a estar a cargo de unos pintores. Ellos le enseñaron a desarrollar su estilo, la técnica que hoy maneja y la limpieza de sus obras. En esa época solo tenía 14 años.
Emilio asegura que lo primero que empezó a dibujar fueron los gatos. “Me encantan”, dice y sonríe tímidamente. Es un hombre de pocas palabras. Luego siguió con los peces, por lo que veía en televisión, y luego saltó a los dragones, por lo que le leía su mamá. “Es muy curioso, porque yo le leo y él solo imagina. No tiene modelos en sus obras. Coge los temas y empieza a pintarlos, como si los viera así”, agrega Constanza.
Luego, cuando se acabó el colegio, su abuela, quien es su compañía permanente, se dio cuenta que existía una academia llamada Artes Guerrero, en la que había un programa para personas en situación de discapacidad. Realizaron los papeles correspondientes y entró allí, donde duró tres años y se gradúo como artista.
Desde ese momento, su estilo empezó a escucharse con más fuerza en la escena del arte. Ha participado en exposiciones colectivas como la del concurso Arte Más 2013, para artistas con discapacidad (en la que ganó una mención de honor) y en la exposición de los finalistas del concurso de la Fundación BAT 2013. Sus obras han estado desde Transmilenio y la Noche en Blanco, hasta en galerías de Noruega y Dinamarca.
Por primera vez, la galería Localidad, que expone arte emergente y contemporáneo, decidió abrirle un espacio a «Zoología fantástica», para que sea vista por todos los habitantes de la ciudad. Es la primera vez que este artista expone solo. Laura Moreno, directora de Localidad, dice que esta es una de las exposiciones más auténticas que ha tenido hasta el momento. Resalta la limpieza de sus dibujos y la alegría que transmiten sus creaciones: “siempre llenas de color, de vida”.
Moreno manifiesta que la exposición ha llamado mucho la atención y ha cautivado a los espectadores. Hasta el momento ya han vendido doce obras. Y aunque Emilio no pinta por dinero, le alegra que las personas las compren, pues así podría comprarse la bicicleta que tanto quiere. “La quiero de colores”, dice el artista.
Emilio espera que esta primera exposición sea solo una de las muchas más que vienen. Tiene claro que el siguiente paso es crear su marca, convertirse en uno de los mejores artistas en Colombia y alejarse de la etiqueta de la discapacidad cognitiva. Tanto él como su familia saben que su obra es mérito de reconocimiento, no por su enfermedad, sino por su sello único. Emilio seguirá pintando, como lo hace todos los días, para mejorar y perfeccionar un estilo que promete llegar muy lejos y que pretende competir con artistas y marcas tan grandes, como la de su colega Fernando Botero y para que algún día, como dice su mamá, «la gente ya no se muera por tener un Botero, sino un Emilio».
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