“El judo es el deporte más inclusivo porque entrenamos juntos y no se nota la discapacidad salvo un par de reglas».

“El judo es el deporte más inclusivo porque entrenamos juntos y no se nota la discapacidad salvo un par de reglas».

El paralímpico Sergio Ibáñez relata su pasión por este arte marcial con un 72% de discapacidad.

Servimedia 30/10/2023

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Uno de los deportes paralímpicos con menos adaptaciones respecto de la versión olímpica es el judo. Sergio Ibáñez se convirtió en Tokio 2020 en el único medallista español de esa disciplina y, a sus 24 años, tiene ya como objetivo prioritario París 2024 en un deporte que centra buena parte de su vida. Este sábado se celebró el Día Mundial del Judo, como cada 28 de octubre desde 2011, porque en esa jornada de 1860 nació Jigoro Kano, que creó este arte marcial en su Japón natal.

El tema de la conmemoración de este año es ‘Trae a un amigo’, con el que se pretende abrir las puertas a ese deporte a más personas para que se pongan un judogi y entren en un tatami. Con ello, no solo se comparte una actividad física, sino que se introduce a alguien en una comunidad global unida por valores morales (cortesía, coraje, sinceridad, honor, modestia, respeto, control de sí mismo, amistad, lealtad y gratitud).

Ibáñez nació con distrofia de conos, una discapacidad visual grave que le causa fotofobia, le impide distinguir los colores y le dificulta la visión lejana. De niño practicó varios deportes en su pueblo, Alagón (Zaragoza), hasta que se afilió a la ONCE y probó el judo gracias a un amigo. “Participé en una demostración para probar. Me dijeron que podía practicarlo. También hice natación durante un año, pero no me gustaba tanto”, comenta.

Así que el judo entró en su vida cuando tenía siete años. Ahora, con un 72% de discapacidad reconocida, se ha convertido en uno de los estandartes del judo español, no solo paralímpico, sino en términos absolutos.

PRIMERAS COMPETICIONES

Muy pronto, Ibáñez comenzó a competir en la categoría benjamín, reservada a deportistas de ocho o nueve años y con la que se proclamó subcampeón de Aragón. Ya entonces se acostumbró a competir contra rivales sin discapacidad.

En 2013, con 14 años, participó en el Campeonato de España de Judo para Ciegos, que se celebró en Salamanca. Un año después se estrenó en el escenario internacional con la Copa del Mundo disputada en Eger (Hungría), donde compitió en la categoría juvenil.

En 2016 se midió contra competidores sin discapacidad en la Supercopa de España Junior, en Amurrio (Álava), que repitió al año siguiente en Salamanca.

En 2018 estuvo en el Mundial de Judo para Ciegos, celebrado en Lisboa (Portugal), y llegó el primer gran éxito de su carrera deportiva y una de las hazañas históricas del deporte paralímpico español. Debutó en un Campeonato de España Absoluto y se colgó la medalla de plata en la categoría de menos de 66 kilos, donde era el único con discapacidad.

Desde entonces ha participado en todas las ediciones absolutas de campeonatos nacionales y logró otra medalla en 2020, la de bronce en Madrid, también en menos de 66 kilos.

“El judo es el deporte más inclusivo porque entrenamos juntos, solemos competir juntos incluso al mismo nivel y no se nota la discapacidad salvo un par de reglas. Por ejemplo, empezamos agarrados y no podemos soltarnos por completo. La discapacidad no es un hándicap en las competiciones convencionales”, comenta.

DEPORTE INCLUSIVO

No en vano, el judo es uno de los deportes con menos modificaciones para personas ciegas y solo es preciso que los combates se inicien con los dos deportistas agarrados. Si se sueltan, el árbitro para con el objetivo de que vuelvan a cogerse.

Tras los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020, existen dos categorías de competición, J1 (ciegos) y J2 (discapacidad visual), con mínimas modificaciones entre ellas como el acceso con asistencia al tatami o en cuanto al indicativo de la vestimenta. Los judokas de ambas categorías no compiten entre ellos salvo que no haya suficientes participantes, por lo que bajo mutua acuerdo pueden hacerlo. También hay otras modificaciones, como la forma en que los árbitros transmiten las señales a los deportistas, ya que no lo pueden hacer por gestos.

Por otro lado, Ibáñez marcó un hito en el deporte paralímpico español en 2019 al competir en el Open Europeo de la capital portuguesa ante deportistas sin discapacidad. Ese año consiguió la medalla de plata en los Juegos Mundiales de Ciegos-Torneo de Clasificación Paralímpica en Fort Wayne (Estados Unidos) y la de bronce en el Europeo, disputado en Génova (Italia).

La pandemia de la covid-19 irrumpió en 2020, cuando Ibáñez entró en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid con el objetivo primordial de preparar los Juegos Paralímpicos de Tokio 2020. Fue una temporada dura, como para todos los deportistas de élite, pero el judoka aragonés firmó otro de los éxitos de su carretera al recibir la medalla de bronce en el Campeonato de España Absoluto, que tuvo lugar en Madrid.

LA GRAN MEDALLA

Con la pandemia aún diseminándose por el mundo, los Juegos Paralímpicos de Tokio se aplazaron a 2021 y se celebraron bajo el estado de emergencia para frenar el covid-19, lo que limitó la asistencia de público a las competiciones y la movilidad para los participantes.

En el Nippon Budokan, templo de las artes marciales en la capital japonesa, Ibáñez obtuvo el mayor éxito de su carrera al ganar la medalla de plata en la categoría de menos de 66 kilos, tras perder la final contra el uzbeko Uchkun Kuranbaev.

Su rival venció por por ‘waza-ari’ a los 27 segundos de iniciarse el ‘punto de oro’, ante las protestas del entrenador y del deportista español porque el juez árbitro dio el punto al aragonés, pero el de mesa lo otorgó al rival y prevaleció este último criterio.

“Haber perdido una final nunca es algo agradable, pero hay que levantar la cabeza y disfrutar de este momento, que nunca sabes si se va a repetir o no. He hecho lo que tenía que hacer, lo llevo preparando meses y he hecho bien mi trabajo”, comentó Ibáñez tras recibir la medalla.

Con todo, Ibáñez consiguió el 20ª metal del judo paralímpico español desde Barcelona’92 y la primera desde Londres 2012, puesto que la delegación nacional de ese deporte volvió de vacío en Río 2016. “Es la medalla que más me importa”, asegura.

CON LA MENTE EN PARÍS 2024

Después, Ibáñez se preparó para ganar peso porque subió a la categoría de menos de 73 kilos, puesto que la de hasta 66 quedó eliminada. “Es más dura. Se han juntado los de 66 y 81 kilos, y hay mucha gente. Es la categoría reina”, subraya.

En 2022 se estrenó en su nueva categoría con una medalla de bronce en el Egyptian Pyramids International y repitió la quinta plaza tanto en el Europeo de Cagliari (Italia) como en el Mundial de Bakú (Azerbaián).

Este año ha tenido la oportunidad de competir en el tatami en varias ocasiones: el II Gran Prix de Egipto, el Campeonato de España de Judo para Ciegos, los Campeonatos Eur0peos Paralímpicos en Róterdam (Países Bajos) -con medalla de bronce-, el Mundial de Birmingham (Reino Unido) y el Gran Prix de Bakú. “Me he centrado en la clasificación para París 2024”, indica Ibáñez, que actualmente es sexto en el ranking mundial de menos de 73 kilos.

Mientras, entrena dos horas y media por la mañana, y otras tantas por la tarde, de lunes a sábado. Al tiempo, compagina los entrenamientos y las competiciones con sus estudios de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en la Universidad Politécnica de Madrid, al lado de donde reside y entrena junto al también paralímpico Daniel Gavilán.

“El judo me ha hecho madurar y crecer como persona. Es un medio por el cual he podido lograr objetivos altos”, sentencia. Cuando cuelgue el judogi, a Ibáñez le gustaría seguir vinculado con el mundo del deporte, su gran pasión.



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