05 Abr El infarto sí distingue entre hombres y mujeres.
Enfermedades cardiovasculares frecuentes, como el infarto de miocardio o la insuficiencia cardiaca, se presentan y evolucionan de distinta forma en función del sexo. Tener en cuenta estas diferencias es crucial para hacer un buen diagnóstico y evitar los sesgos de género.
2024. El País
María Corisco
Dolor torácico. Opresión en el pecho. Estos síntomas se presentan en el 80% de los casos en que se produce un infarto, con independencia de que el paciente sea hombre o mujer. Pero tanto el sexo como el género sí han sido importantes en la historia clínica y en el curso de acontecimientos que han influido en ese ataque cardíaco.
Uno de esos factores diferenciadores, muy importante, es el entorno hormonal de la mujer: los estrógenos, que tienen un efecto protector durante su vida fértil, desaparecen tras la menopausia y, con ellos, también esa ventaja. Esto tiene consecuencias, señala la doctora Antonia Sambola, cardióloga en el Hospital Universitari Vall’d Hebron, coordinadora del Grupo de Trabajo Enfermedad cardiovascular en la Mujer de la SEC y miembro del Comité Científico de Mujer y Corazón de la SEC. “Lo primero que observamos es que, de media, la cardiopatía isquémica se presenta 10 años más tarde en las mujeres que en los hombres, aunque eso no quiere decir que no se produzcan infartos en mujeres jóvenes”.
La cardiopatía isquémica es una enfermedad del corazón que ocurre cuando las arterias coronarias se estrechan se bloquean o se desgarran impidiendo que llegue suficiente oxígeno al músculo cardiaco (isquemia miocárdica) y pudiendo ocasionar infarto o angina. “La reducción del flujo sanguíneo generalmente se produce debido a una obstrucción parcial o total de las arterias del corazón”, explica la doctora Sambola.
Aunque en hombres y en mujeres su causa más frecuente es la aterosclerosis, hay un tipo de isquemia miocárdica que se presenta con más frecuencia en mujeres: “Es la cardiopatía isquémica no obstructiva, en la que las arterias no están obstruidas por aterosclerosis, pero se pueden ocluir por un espasmo de la arteria o por la disección espontánea de la arteria coronaria, que a veces se da en el último trimestre del embarazo y en el posparto inmediato”.
Cardiopatía isquémicano obstructiva
- Se produce cuando hay signos de falta de flujo sanguíneo al corazón, pero las arterias coronarias no están significativamente obstruidas
- Se puede distinguir entre INOCA (angina) y MINOCA (infarto de miocardio)
En las diferencias fisiopatológicas, explica la doctora Milagros Pedreira, cardióloga en el Complexo Hospitalario Universitario de Santiago, coordinadora del Grupo de Trabajo Mujeres en Cardiología de la SEC y miembro del Comité Científico de Mujer y Corazón de la SEC, “vemos que, en las mujeres por debajo de 55 años, la forma en que se dañan las arterias es diferente: hay más carga de aterosclerosis, pero más difusa y difícil de evaluar; hay más riesgo de trombosis, y con más frecuencia daño de arterias coronarias pequeñas. En general, en la posmenopausia hay un endurecimiento de la capa interna de las arterias, con pérdida de la capacidad de dilatación”.
Pero, más allá de estas diferencias, el punto esencial, señala la doctora Sambola, es la atención temprana y la sospecha diagnóstica: “En atención primaria, en urgencias o donde quiera que se presente una mujer con dolor torácico, se la debe atender exactamente igual que se haría si fuera un hombre. Hay que hacer las mismas exploraciones, hay que hacer un electrocardiograma y no presuponer que ese dolor o esa sensación de ahogo es por ansiedad. Hay que eliminar la cultura, presente en los profesionales y en las propias mujeres, de que el infarto o la angina son enfermedades de hombres. Es una cultura de prejuicios”.
Esta cultura tiene también su repercusión en la rehabilitación cardiaca, “que es una de las mejores medidas para reducir el riesgo de sufrir un segundo infarto”, explica el doctor Lorenzo Fácila, cardiólogo en el Hospital General Universitario de Valencia y miembro del Comité Científico de Mujer y Corazón de la SEC. “Pero el 80% de quienes hacen esta rehabilitación son hombres. Es importante conseguir que la hagan más mujeres, debemos ser más incisivos en que se trata de un tratamiento esencial. También es importante que la rehabilitación cardiaca se extienda a los casos de insuficiencia cardiaca”.
En el caso de la insuficiencia cardiaca, una situación en la que el corazón no puede bombear suficiente sangre, los síntomas también suelen ser similares en hombres y mujeres: falta de aire y dificultad para respirar. Pero, aunque estos síntomas sean similares, la fisiopatología de la insuficiencia cardiaca suele ser diferente. En el hombre, explica el doctor Fácila, “habitualmente se reduce la fuerza de contracción del corazón, fundamentalmente por problemas previos de riego. Su corazón no se contrae bien, y esto es algo que se puede ver en una ecocardiografía”.
En la mujer, en cambio, es más habitual que la fuerza de contracción sea normal [insuficiencia cardiaca con función ventricular preservada], “pero hay un problema de rigidez, de falta de relajación. No es tan fácil verse en la ecocardiografía, y por tanto es más complicada de diagnosticar, y esa dificultad para respirar muchas veces se atribuye a fatiga, ansiedad, nervios, estrés, sobrepeso… Se minimiza, se diagnostica tarde y, con ello, empeora el pronóstico”, advierte el doctor Fácila.
Más comorbilidad
En los últimos años se ha acrecentado el interés por estudiar a fondo las peculiaridades de la enfermedad cardiovascular en la mujer. En este sentido, se están estudiando las comorbilidades asociadas: “El tabaquismo y diabetes confieren a la mujer un 45% y un 25% más de riesgo cardiovascular que al hombre respectivamente”, explica la doctora Sambola, que ha liderado un estudio que muestra que ser mujer es un factor de riesgo en el infarto agudo de miocardio, y que ellas suelen presentar más factores de riesgo.
INFARTO EN HOMBRES Y EN MUJERES
- En los hombres se produce 10 años de media antes que en las mujeres
- La mujer tiene más enfermedades asociadas y un mayor riesgo de mortalidad
“Las enfermedades autoinmunes son más frecuentes en mujeres y se acompañan más de enfermedades cardiovasculares como la cardiopatía isquémica o la miocarditis”, añade la doctora Sambola. “También hay que tener en cuenta que algunos tratamientos oncológicos tienen en la mujer un mayor porcentaje de efectos adversos”.
Es el problema de la cardiotoxicidad. “Tras un tratamiento oncológico, tanto de quimioterapia como de radioterapia, pueden aparecer anomalías cardiacas”, explica la doctora Milagros Pedreira. Estas anomalías pueden suponer “una pérdida de capacidad contráctil, aparición de manifestaciones de enfermedad coronaria, como angina o infarto…”.
La forma más frecuente y estudiada de cardiotoxicidad es la que provoca insuficiencia cardiaca. “Entre los fármacos que más frecuentemente pueden provocarla se encuentran las antraciclinas, que todavía se usan ampliamente en diferentes tipos de linfomas y en el cáncer de mama”, detalla la doctora Pedreira. En cuanto a la radioterapia, señala, puede producir alteraciones cardiovasculares a corto, medio y largo plazo, sobre “todo cuando el corazón está en el campo de radiación y si se ha tratado previamente con fármacos potencialmente cardiotóxicos, como ocurre en el cáncer de mama”.
Dada la prevalencia del cáncer de mama en mujeres y los efectos adversos de estos tratamientos, “el riesgo cardiovascular en estas mujeres está aumentado respecto a la población de edad similar”, señala la doctora Pedreira. “Por todos estos motivos, para detectar, prevenir y tratar los efectos potencialmente cardiotóxicos de estos tratamientos, de forma coordinada con oncólogos y oncohematólogos ha surgido una disciplina que es la cardio-oncología, cuyo único objetivo es prevenir, diagnosticar y tratar las complicaciones cardiovasculares derivadas de este tipo de tratamientos”.