El edadismo, muy presente en el ámbito de la salud: «Se piensa que todo son cosas de la edad».

El edadismo, muy presente en el ámbito de la salud: «Se piensa que todo son cosas de la edad».

HelpAge ha celebrado el VII Foro Internacional «Vivir más, vivir mejor”.

María Bonillo 29/09/2023

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HelpAge International España, en colaboración con la Fundación “la Caixa”, ha celebrado este jueves 28 y 29 de septiembre el VII Foro Internacional “Vivir más, vivir mejor”, celebrado en Sevilla. En él han abordado, con motivo del Día Internacional de las Personas mayores que se celebrará el domingo 1 de octubre, temas como los derechos de este colectivo, el edadismo, el cambio climático o la situación de las mujeres mayores.

Como cada año, desde HelpAge buscan “crear un espacio de conocimiento y divulgación sobre la revolución demográfica y el envejecimiento en el siglo XXI”, así como “debatir sobre la realidad actual de las mujeres y los hombres mayores en España y en el mundo, y sensibilizar a la ciudadanía y a los actores políticos y sociales sobre los derechos durante la vejez”, según señalaban en una nota.

El Foro, que ha contado también con la colaboración del IMSERSO, la Junta de Andalucía, la Sociedad Andaluza de Geriatría y Gerontología, la Universidad Internacional de Andalucía, el Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de València y Renfe Viajeros, ha reunido a figuras nacionales e internacionales y ha dado voz también a las personas mayores.

No se identifican los problemas de los mayores porque «se consideran normales cosas que no lo son»

Durante esta primera jornada, se ha presentado, además, el informe HelpAge 2023, Discriminación de las personas mayores en el ámbito de la salud, en el que se ha analizado el edadismo presente en el ámbito de la salud, desde la perspectiva de las personas mayores.

En su presentación, moderada por Alberto Infante, doctor en Medicina y secretario general de HelpAge International España, han participado Andrés Losada, vicepresidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (@seggeriatria); Fernando Flores (@ArturoBurton4), director del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia (@IDHUV); y María Dallí (@ma_dalli), investigadora del Instituto de Derechos Humanos de la Universidad de Valencia.

«El principal mensaje que quiero transmitir es que hay discriminación por salud mental relacionada con la vejez, y además es una discriminación clarísima«, comenzaba su intervención Losada, asegurando que «se mantienen estereotipos negativos en los contextos profesionales».

Destacaba que, algo que suele ocurrir, es que no se llegan a identificar los problemas que sufren las personas mayores, «porque, en parte, se consideran normales cosas que no lo son«. Ademas, «las categorías diagnósticas y los instrumentos para evaluar no están adaptados a las personas mayores».

Una de las manifestaciones del edadismo en el ámbito de la salud más habitual tiene que ver con «estilos comunicativos que favorecen la pérdida de control y de autonomía, a través de la conocida como habla infantil«, la cual «incrementa el riesgo de maltrato». «Ya no es solo que el problema de salud mental no se trate, sino que se puede convertir en una situación de maltrato o negligencia. Se opta por medicar, en la mayoría de los casos, por lo que surge el problema de la polimedicación en una población en la que los efectos secundarios y perjudiciales de estas medicinas son peores. Y finalmente se incrementa la morbilidad y la mortalidad«.

Por lo general, los cuatro síntomas más habituales para el diagnóstico de problemas mentales, como la depresión, suele ser: la fatiga o pérdida de energía, menor concentración, una disminución del placer en las cosas que se hacen y tristeza, soledad o dolor. Sin embargo, Losada explica que, si se empieza a pensar que eso es algo normal también en las personas mayores, «entonces no se va a diagnosticar porque se piensa que son cosas de la edad, cuando realmente no es normal sentir eso«.

Con la discriminación por razón de edad, el problema no es solo «cómo tratemos a los demás, que por supuesto tiene importancia, sobre todo lo que uno piense sobre sí mismo«, ya que, con estos estereotipos o prejuicios, lo que ocurre muchas veces es que terminan «afectando al juicio y conducta», lo que lleva a la persona a actuar de una forma determinada, adoptando así esos estereotipos.

«Lo ideal sería que alguien pudiese parar este panorama, pero desde el punto de vista del sistema de la salud, esto no se para, porque también hay prejuicios y edadismo en los profesionales, tanto en el diagnóstico, tratamiento, prevención como intervención», afirmaba.

Sin embargo, señalaba que «hay algunos estudios que incluso concluyen que las personas mayores responden mejor a los problemas de salud mental, por ser mayores y tener más experiencias. Con eso es con lo que nos debemos quedar, porque los terapeutas lo podemos recoger y ayudar mejor».

Llevar a la práctica los derechos reconocidos

«La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, no solo la ausencia de afecciones o enfermedades», recordaba María Dallí la definición que ofrece la Organización Mundial de la Salud (OMS). «La ONU entiende el derecho a la salud como el derecho al goce del grado máximo de salud que se pueda lograr«, añadía, pidiendo a los poderes públicos que «protejan el derecho a la salud sin discriminación» y «respeten la autonomía de los pacientes para que puedan tomar sus propias decisiones respecto a su salud».

Destacaba a su vez que, aunque las personas mayores tienen un derecho a la salud reconocido, «no existen normas a nivel internacional que reconozcan, en concreto, que todas las personas mayores tienen este derecho y pueda responder específicamente a las particularidades que tienen y sus problemas».

En el caso de España, «existe el derecho a la salud para toda la población, pero no hay ninguna ley integral a nivel estatal que reconozca los derechos de las personas mayores», señala. Sin embargo, sí podemos encontrar algunas leyes estatales que mencionan la importancia de no discriminar por razón de edad.

En este sentido, se encuentra la Ley general de la salud pública, y «muy importante, la Ley 15 de 2022 de igualdad de trato y no discriminación, que se refiere a que no se puede excluir de los tratamientos sanitarios por edad, discapacidad o enfermedades preexistentes, como se hizo en la pandemia». Esta última supone «un hito importante«, comentaba.

Con todo, considera que entre los desafíos y retos pendientes está «llevar a la práctica los derechos reconocidos y la necesidad de instrumentos específicos de protección de las personas mayores».

El envejecimiento está feminizado

Seguidamente se ha celebrado el diálogo “Envejecer siendo mujer, rompiendo los estereotipos de género”, moderado por Mercedes de Pablos, periodista y escritora española. En él han participado Ángeles y Pepa Delgado, miembros del espectáculo del Teatro Documental Orgullo Vieja; y Mónica Ramos Toro, doctora en Antropología Social, geroantropóloga y coordinadora técnica de UNATE y PEM.

«El envejecimiento está feminizado, es algo que sabemos todos. Otra cosa es que eso haya permeado la gerontología y la investigación social acerca del envejecimiento, que no es así», explicaba Mónica Ramos de Toro. «La gerontología no es feminista, como no lo es ninguna ciencia social, porque el sujeto universal de estudio han sido los hombres. Eso significa que se ha invisibilizado totalmente lo que somos, lo que hacemos y cómo vivimos las mujeres a medida que envejecemos».

Considera que hay «poca mirada de perspectiva de género en salud, en el trabajo con el envejecimiento» y que aunque hablamos de personas mayores, «la realidad es que vivimos en una sociedad machista y edadista, y todas esas interjecciones, cuando atraviesan el cuerpo y la vida de hombres y mujeres, no afectan igual. Por tanto, para las mujeres vivir en una sociedad así supone que el edadismo les afecta más que a los hombres, pero además por ser mayores, a las mujeres nos afecta más el machismo. Ya solo ahí hay una combinación muy potente«, indicaba.

Esto no significa, añadía que «las mujeres no tengan la capacidad y las fortalezas individuales y colectivas para superar esas discriminaciones. El feminismo es un movimiento que ha permitido cuestionar las desigualdades de género, pero también es cierto que ha puesto poco en la agenda el envejecimiento y la vida de las mujeres mayores, así que también ahí ha habido una falta de atención».

Pedía, a su vez, que se deje de invisibilizar a las mujeres dentro de la investigación social, ya que «cuando investigamos desde una perspectiva de género y feminista, sabemos que hay mujeres que han estado cuidando de todo el mundo hasta la edad de 80 años, entonces ¿cómo no van a estar peor después?

Ángeles y Pepa relatan diferentes historias de vida en su Teatro Documental, el cual «ha sido una oportunidad«. «Hacerte vieja no es tan fácil», destacaba también Pepa.

Ante esto, Mónica Ramos Toro reclamaba «poner en valor la heterogeneidad y la diversidad, porque las trayectorias pueden ser muy diferentes y no tenemos un perfil de mujer mayor ni un tipo. Eso hay que atenderlo, y escuchar la voz de las mujeres mayores nos ayudará».

«Yo quiero seguir haciendo cosas, no quedarme aislada cuando se cumple una edad o te jubilas. Tengo 65 años, pero yo quiero seguir viviendo, haciendo cosas y disfrutando», comentaba Ángeles. En este sentido, Mónica añadía que la idea de que cuando una persona mayor se siente bien y dice que «se siente joven«, no es más que «una manera de idealizar una etapa de la vida cuando, en realidad, estar con ilusión y tener ganas de vivir no es sentirte joven, es decir que simplemente tienes ganas de vivir«, concluía.