2025. ÚltimaHora
¿Cómo podríamos definir el edadismo?
—Cualquier discriminación a una persona por su edad, y eso incluye a los jóvenes. Es además un prejuicio y, como discriminación social y laboral, es la segunda más importante de España después de la de género.
¿Es una barrera mental?
—Sí, ya hay una barrera mental a partir de los 45 años. Por supuesto, es una falsa barrera que da a entender que a partir de esa edad se entra en decadencia, que cuesta aprender y adaptarse, pero hay una realidad sociolaboral: el 58 % de los parados tiene más de 45 años, cuando resulta que esa franja de edad es mayoritaria en la pirámide de población, el doble que los menores de 18 años. Hay centros de FP con mayoría de alumnos mayores de 45 años porque están en el paro y buscan una segunda oportunidad. Los hay que incluso tienen carreras universitarias, que claramente están sobrevaloradas. En el contexto general, la esperanza media de vida es en España de 84 años.
Sin embargo, con esa composición demográfica, ¿el futuro es sénior?
—Sí. Hay pocos jóvenes y los sénior son la nueva mayoría. Se ha cambiado la percepción de la vida, con una madurez muy larga y una vejez muy corta.
¿Se está renunciando al conocimiento y la experiencia de los mayores de 45 años?
—Sí, cuando pueden aportar mucho social y laboralmente. Venimos de una cultura de exaltación de la juventud, cuyo origen está en la Revolución Industrial, cuando se valoraba una mano de obra joven y fuerte. En el siglo XXI esa mano de obra fuerte ya no es tan necesaria y, sin embargo, las empresas siguen peleándose por los jóvenes, básicamente porque son un talento barato.
Los jóvenes son más rápidos y ágiles en el uso de las tecnologías.
—Los mayores pueden aprender tecnología, inteligencia artificial y el uso de internet a la vez que los jóvenes. En ese sentido, no tendría que haber brecha digital, con un añadido que yo llamaría talento sénior: una inteligencia cristalizada que te permite aplicar soluciones antiguas a problemas nuevos. El joven no pone en duda la respuesta tecnológica de internet o de la inteligencia artificial. El sénior sí la pone en duda, repregunta y es capaz de completar la respuesta de la tecnología. Aplica un pensamiento crítico en base a su experiencia y su background. Un sénior reúne los valores del siglo XX y del siglo XXI. Sobre el enunciado concreto de su pregunta, podríamos decir que los jóvenes programaban más rápido. Con la inteligencia artificial, ya no hace falta recurrir a un joven para ello.
¿Lo ideal es contar con equipos intergeneracionales?
—Ofrece muchas ventajas, sobre todo teniendo en cuenta lo poco que duran los jóvenes en los trabajos. En ello intervienen las ganas de abordar nuevos proyectos y, no vamos a negarlo, los bajos salarios. La media de las pensiones está por encima del salario mínimo.
¿El sénior tiene una idea de compromiso con la empresa que el joven no comparte?
—Sí, para el sénior la empresa tiene un valor familiar, pero también ha asumido la idea de que el trabajo no lo es todo y quiere conciliar. Con la crisis de 2008, el antiguo compromiso con la empresa desaparece y los jóvenes ya no la sienten como algo propio. Llega un momento en que quieren salir de la empresa y cambiar de proyecto. Y si no consiguen salir, aumentan las bajas por enfermedades de salud mental. En todo este proceso, lo que está envejeciendo realmente son las empresas, con organigramas del siglo XX y problemas del siglo XXI. El problema lo tienen las empresas porque son cortoplacistas y deben tener en cuenta que el salario incluye el ahorro. Cuando los jóvenes cambian mucho de trabajo, buscan un mejor salario, pero también un bienestar emocional.
Así, ¿las empresas buscarán talento sénior?
—Deberán hacerlo porque habrá pocos jóvenes. La media de duración en una empresa es de cinco años. También se ha roto la transmisión de oficios y negocios familiares.
¿Los jubilados tienen que ser necesariamente muy activos?
—No. Precisamente, hay una gran diversidad. Tan válido es el jubilado voluntario de alguna causa y muy dinámico como el que pasa el día en un banco del parque hablando de fútbol. Cada elección personal es respetable. Y el que habla de fútbol sentado en el parque se lo ha ganado.
¿Qué hacemos con la soledad no deseada?
—Otro dato: el 20 % de los mayores de 40 años no tiene hijos, por lo que el tema de la soledad no ha hecho más que empezar. Para paliar la soledad, veo muy útil la socialización, en el sentido de que la persona mayor se sienta útil ayudando a otros. Una fórmula que ya se usa son las pequeñas retribuciones económicas a personas jubiladas para que aporten su talento, su conocimiento y su experiencia. Todo ello, además, les resultará muy estimulante. La mayoría de las personas que llegan a los 75 años lo hacen en buenas condiciones. Hay quien habla de invierno demográfico, yo lo llamo la era de la longevidad.