27 Ene El cuerpo humano se está volviendo cada vez más frío, y los científicos no saben por qué.
Comprueban que nuestra temperatura corporal media ha bajado casi medio grado durante los últimos 150 años.
José Manuel Nieves – Madrid
Lo dicen los libros de Medicina y todo el mundo lo sabe: la temperatura media del cuerpo humano es de 37 grados. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Stanford, en California, acaba de demostrar que eso no es cierto. Y que de hecho, por lo menos en Estados Unidos, la temperatura media corporal es casi medio grado más fría de lo que era hace 150 años.
En palabras de Julie Parsonnet, una de las autoras del estudio recién publicado en la revista eLife, los médicos que estudian la temperatura corporal saben, desde hace décadas, que 37 grados es demasiado alto, «pero siempre habían pensado que se trataba de un error de medición en el pasado y no de un auténtico descenso de la temperatura en los seres humanos».
Para averiguar la verdad sobre la cuestión Parsonnet y su equipo decidieron combinar tres conjuntos de datos. El primero abarca a 23.710 veteranos del Ejército de la Unión de la Guerra Civil estadounidense, cuyas temperaturas se midieron primero en 1860 y después en 1940. «Me llevó mucho tiempo -asegura Parsonnet- encontrar una base de datos del siglo XIX que incluyera temperaturas». Los otros dos sets de datos abarcan de 1971 a 1975 y de 2007 a 2017. En total, los investigadores analizaron 677.423 mediciones de temperaturas diferentes.
0,03º por década
El resultado fue que la temperatura corporal de los norteamericanos ha ido descendiendo lenta pero constantemente, a un ritmo de 0,03 grados por década. Por ejemplo, los varones nacidos en el siglo XIX tenían una temperatura corporal de 0,59 grados más alta que los hombres actuales. Por lo que respecta a las mujeres, los datos no se remontan tan atrás, pero su temperatura corporal también ha bajado 0,32 grados desde la década de 1890. Lo cual significa que, en la actualidad, la temperatura media del cuerpo humano es de 36, 6 grados, y no de 37 grados como consta en todos los manuales.
En su estudio, Parsonnet aporta dos pruebas de que el descenso es real y no simplemente el resultado de que los termómetros antiguos no eran fiables. En primer lugar, la tendencia al enfriamiento se hace evidente en los conjuntos de datos más modernos, en los que los termómetros eran, presumiblemente, más fiables. «Observamos la misma disminución entre la década de 1960 y la actualidad de la que hay entre 1860 hasta 1960 -asegura Parsonnet-. Y no creo que haya mucha diferencia entre los termómetros de 1960 y los actuales»
En segundo lugar, los investigadores hallaron que las personas mayores tenían temperaturas corporales más altas que las personas más jóvenes medidas en el mismo año, independientemente de cuál fuera ese año. Si los termómetros antiguos hubieran sido menos precisos, se apreciarían variaciones en esa relación.
¿Por qué nos estamos enfriando?
Una vez descartado que el «enfriamiento» del cuerpo humano en los últimos 150 años sea una simple ilusión achacable a sesgos en las mediciones, los investigadores trataron de averiguar por qué nuestros cuerpos están cada vez más fríos. «En mi opinión -explica Parsonnet- la razón más probable es que, desde el punto de vista de la microbiología, somos muy diferentes de lo que éramos». De hecho, las personas de la actualidad padecen menos infecciones gracias a las vacunas y los antibióticos, por lo que nuestro sistema inmunológico está menos activo y nuestros tejidos corporales menos inflamados.
¿Será esa la verdadera razón? Lo cierto es que, con los datos disponibles, no podemos estar seguros. El siguiente paso será comprobar si la temperatura corporal también ha disminuido en otros países en los que, como en EE.UU., la salud de las personas ha mejorado en el último siglo.
Otra cuestión intrigante es que se desconoce hasta qué punto el cuerpo humano seguirá enfriándose en el futuro, aunque los investigadores señalan que la tendencia al enfriamiento no muestra signos que indiquen que se detendrá pronto. «Habrá un límite -concluye Parsonnet-, por supuesto no vamos a llegar a cero… Aunque por ahora no sé dónde se encuentra ese límite».