El cuento que ayuda a tus hijos a despedirse de sus seres queridos.

El cuento que ayuda a tus hijos a despedirse de sus seres queridos.

El psicólogo Rafa Guerrero explica en ‘Adiós’ cómo pueden los niños realizar el duelo correctamente.

Carlota Fominaya

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«El abuelo se ha ido, no estés triste, te ve todo el rato». Esta frase resume de alguna forma todo lo que, según el psicólogo Rafa Guerrero, hacemos mal cuando fallece un ser querido.

El enfoque erróneo que tenemos sobre la muerte, unido al fallecimiento de la bisabuela de sus hijos fue lo que motivó a este experto a escribir sobre el duelo enfocado a los niños.

En casa del director de Darwin Psicólogos, se habla de la muerte «desde que mis hijos Nacho y Arancha son muy pequeñitos. De hecho, han ido a tanatorios cuando ha tocado. En aquel momento sorprendía más incluso que ahora, porque tenían dos y cuatro años recién cumplidos».

-En la actual cultura española se esconde la muerte a los niños.

-Totalmente de acuerdo. No así por ejemplo en Estados Unidos, donde está más normalizado e incluso el cuerpo está presente en casa, con niños alrededor. Se vive de otra manera. Pero la muerte es así. No es agradable ni para un niño, un adolescente ni para un adulto. A mi juicio, no se puede adornar la muerte ni mentir.

Pasamos por encima y no contamos con nuestros hijos. Pero antes hemos contamos con ellos para llevarlos a los cumpleaños de nuestros abuelos, a las bodas, a la primera comunión, para irnos de vacaciones juntos… y pero cuando se mueren resulta que no les permitimos que se despidan que cada uno se despide de su manera. De hecho, de las primeras personas a las que tenemos que decir que han fallecido los abuelos es a nuestros hijos.

-¿La obviamos todos, también los mayores?

–En efecto, pero hay que ampliar un poco más el abanico. Es un tema del que el adulto no quiere hablar. Como el adulto no quiere hablar porque tiene mucho miedo a la muerte, cada vez que los niños preguntan, sobre todo en la etapa de Primaria, cuando tienen 6 o 7 años, pasan por esa fase existencial pero al adulto le resulta muy incómodo hablar de todo esto.

-Sin embargo, tapamos todo lo que rodea a la muerte o damos respuestas incorrectas.

-Lo disfrazamos. En una sesión de psicoterapia he llegado a escuchar: «Rafa, nosotros somos muy naturales y directos con el tema de la muerte, para nada se lo escondemos. Lo que hacemos es decirle a nuestro hijo que «el abuelito está pendiente de él, en todo momento». Pues esto tampoco, porque tener a alguien pendiente de ti, que te va a está viendo desde el cielo, por ejemplo, puede generar más angustia. Al ser humano le da tanto miedo la muerte que se tiene que crear una narrativa que sea la que nos calme, que nos dé un ‘por qué’, un sentido. Pero que en realidad lo que hacen es esconder o tapar el miedo.

La gente religiosa vive la muerte de una manera diferente. Esta narrativa es: «El final es una continuación, no está con nosotros, está con el señor». Es un tema muy personal pero lo habitual es que ante una situación de mucho miedo busquemos una explicación.

-¿Qué hay que hacer, entonces, ante una situación como la muerte de un ser querido, que enfocamos tan mal?

-En nuestro caso, nosotros los días previos explicamos a nuestros hijos que su bisabuela estaba muy malita y que se iba a morir en breve. Llega el día y esta fallece de madrugada. Al día siguiente era día de cole, pero nosotros les contamos lo que había pasado y les preguntamos si querían ir al tanatorio después de clase. Nos dijeron que sí, así que les dije que después por la tarde les iba a ir a buscar pasta llevarles al tanatorio y que pudieran así despedirse de la ‘yaya’. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, al llegar al tanatorio de la M30, no vimos a un solo niño.

La situación dio lugar a que fuera uno de los momentos de mi vida donde más juzgado me he sentido, no solo por gente que no conocía sino por mi propia familia pero ellos se despidieron, cada uno como quiso, de su bisabuela. Desde el mismo tanatorio llamé a mi editora de Sentir para proponerle un cuento.

Al día siguiente era el entierro, y les volvimos a preguntar sí querían ir. Los dos dijeron que sí. En mi opinión, los niños tienen derecho a estar en este tipo de despedidas si ellos quieren estar. Eso sí hay que trabajarlo, ir a un entierro no es ir al parque.

-Pero cada muerte y cada circunstancia es diferente.

-El cuento no es solo para explicar esto a mi hijo. Con prisas las cosas no suelen salir bien. Leerlo es una manera de prevenir, es darles un recurso más a tus hijos porque más tarde o más temprano esto va a ocurrir. A muchos de nosotros nos pasó, que cuando fuimos pequeños fallecieron los abuelos y nuestros padres no nos dejaron despedirnos. Muchos lo tenemos grabado a fuego.

-¿Esa despedida forma parte de las fases del duelo? ¿Lo facilita?

-El duelo es el tiempo que uno necesita para hacerse cargo de un cambio que puede ser una muerte, pero también puede ser un despido de trabajo, un cambio de cuidad, la separación de papá o mamá… Se trata de aceptar una situación nueva que implica elaborar un duelo.

El duelo tiene cuatro fases y tienes que transitar por ellas a tu ritmo, pero lo que te decía antes vivimos en una sociedad donde por casarte te dan 15 días y por la muerte de tu padre te dan 3 días, ya no digo la muerte de tu tío abuelo. Tú puedes tener una relación buena o mala, pero si se muere es tu padre, es una de las dos personas que te ha dado la vida.

-Pero hay duelos que se elaboran de una manera sana y otros de manera patológica.

-¿Qué ocurre? Que vivimos en una sociedad en la que no estamos preparados para nada o no nos da tiempo para elaborar el duelo porque no queremos hablar ni escuchar de miedos, penas ni de nada negativo.

Tenemos ese problema, ni queremos ni estamos preparados para aceptar la muerte, y lo que hacemos es borrar duelos, vivimos situaciones donde constantemente estamos invalidando a nuestros que se sientan tristes cuando es inevitable, sentirse triste.

-Cualquier demostración pública de sentimientos parece estar denostada.

-Pero lo importante es que cada uno se sienta libre para sentir tristeza o la emoción que surja. No todo el mundo ante la muerte siente tristeza que se manifieste en forma de lloros. Hay personas que sienten alivio, porque a lo mejor su ser querido llevaba 20 años enfermo de cáncer. No tenemos capacidad para sentir una emoción. Muchas veces se siente alivio, rabia o culpa porque no hice lo suficiente, porque no llegué a tiempo para despedirte… La cuestión es que la emoción que tu sientes no la eliges, no la decides, las emociones ocurren irremediablemente.

Lo importante es que se puedan expresar, si yo me siento triste por esta pérdida que no me impidan expresar mi tristeza, pero si el niño no siente tristeza porque no la sienten, que la obliguemos a estar triste porque se ha muerto el abuelito

Lo que tenemos que hacer es validar cómo se sienten nuestros hijos sea la emoción que sienten sin impedirles que sientan una emoción u obligar a sentir la emoción que tú crees como adulto que tienen que sentir.

-Se trata de respetarles en este aspecto también.

-Hay niños que quieren ir al tanatorio, pero no quieren acercarse a la persona fallecida, hay quienes lo lloran y no lo manifiestan , hay quienes manifiestan un poema una carta para quemarla, para meterla en el féretro, que cada uno se sienta libre. En resumen es respetar al niño que quiera ir, que le de vergüenza, rabia, tristeza… Es una cuestión de respeto y que él sienta que los mayores cuentan conmigo.