18 Abr El coste de la soledad no deseada: más de 14.000 millones de euros al año.
Una «epidemia silenciosa» que afecta al 13,4% de la población.
María Bonillo
La soledad no deseada supuso un coste anual superior a los 14.000 millones de euros, es decir, un 1,17% del Producto Interior Bruto (PIB) de 2021. Así lo ha determinado el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada (SoledadES), creado por Fundación ONCE (@Fundacion_ONCE) en colaboración con otras entidades, que ha presentado este lunes 17 de abril un estudio sobre los costes que suponen el aislamiento involuntario cada año en España.
El Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada es una iniciativa de Fundación ONCE, puesta en marcha en colaboración con Cruz Roja, ONCE, la Red contra la Soledad no deseada, la Federación Española de Municipios y provincias (FEMP), la Plataforma del Tercer Sector, la Plataforma del Voluntariado, la Red de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, el Consejo de la Juventud de España, UGT, CCOO, CERMI y la Plataforma de Organizaciones de Pacientes. Con ella, se ofrece un espacio de intercambio de investigaciones y conocimientos entre administraciones y profesionales para dar a conocer la dimensión del aislamiento involuntario que viven muchas personas en España y contribuir a su mejora.
Su informe, titulado El coste de la soledad no deseada en España, se dio a conocer en la sede de la Asociación de la Prensa de Madrid, en un acto en el que participaron Matilde Fernández, presidenta de SoledadES; Miguel Carballeda, presidente del Grupo Social ONCE; Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid entre 2015 y 2019; Marta Álvarez, directora del sur de Europa de Nextdoor; y Berta Riera y Bruno Casal, en representación del equipo de investigación que ha realizado el estudio.
Un equipo de académicos especializados en la medición de costes sociales de las universidades de A Coruña y Vigo han llevado a cabo la investigación, contando con la colaboración de Nextdoor (@Nextdoor), una plataforma que ofrece a los vecinos una conexión online con aquellas personas que viven cerca, con el objetivo de generar relaciones y experiencias en la vida real. Destaca por su compromiso con la lucha contra la soledad no deseada y su trabajo diario para reforzar los lazos sociales y la respuesta comunitaria frente a esta problemática creciente.
Berta Riera, catedrática de Economía en la Universidad de La Coruña; Bruno Casal, profesor ayudante doctor de la Universidad de La Coruña; Matilde Fernández, presidenta de SoledadES; y Marta Álvarez, directora del sur de Europa de Nextdoor
«Es urgente que vayamos haciendo cosas, porque mañana la soledad puede afectarnos a cualquier de nosotros. En nuestra sociedad no hay nada más importante que las personas, y merecen que les dediquemos un tiempo de nuestro tiempo para ellos. Es muy fácil decir que nadie se quede atrás, hay que configurar compromisos«, señaló Miguel Carballeda al inicio del acto.
Y es que, según los datos aportados por el informe, la soledad no deseada afecta al 13,4% de la población en España, siendo más frecuente en las personas jóvenes de entre 16 y 24 años (21,9%). La franja de entre 65 a 74 años es la que menor soledad sufre, pero a partir de los 74 años vuelve a subir, hasta el 12,2%. Además, las mujeres sufren más la soledad que los hombres, con un 14,8% frente al 12,1%.
«Estamos haciendo cosas por los demás, estamos sentándonos delante de ellos como hicieron con nosotros algún día. Queremos ayudar a paliar la soledad de las personas, sabemos muy bien de esta situación, lo aprendimos en la calle», afirmaba. «Las redes sociales donde se esconde muchos jóvenes también pueden ayudar a otras personas, como los mayores, que lo tienen peor para poder contactar con sus hijos o nietos. Quizás eso, bien llevado a cabo por las administraciones, pueda ayudarnos un poco más a combatir el tema de la soledad, siempre y cuando esa tecnología sea accesible para todas las personas», señalaba, considerando a su vez que, actualmente, «se está haciendo poco» por alcanzar ese objetivo.
Por su parte, Marta Álvarez hacía referencia a otro estudio del Observatorio Estatal de Soledad no Deseada del año pasado en el que se destacaba que 7 de cada 10 personas en España conoce a alguien que sufre soledad no deseada. «Esto significa que el 70% de nosotros está expuesto a esta problemática, directa o indirectamente», explicaba en relación a este estudio, que considera que aporta «datos de gran valor».
«Estamos atravesando un momento en el que tenemos que ser conscientes de que tenemos que cuidar nuestra democracia«, destacaba a su vez Manuela Carmena. «Cuidar significa observar, porque no puedes saber lo que necesita el objeto del que cuidas si no lo observas. Y tienes que ver el resultado que dan las medidas que destinas a ello».
Remarcaba los dos grandes focos vinculados a la soledad no deseada que plantea este estudio, que son «la adolescencia, cuando tú llegas a la vida y todo te sorprende porque es nuevo; y cuando has perdido los dos grandes enclaves de tu vida, que son la familia y el trabajo». A partir de ahí, planteaba que «los seres humanos no solo tienen salud, también tienen que tener proyectos, sueños, y toda la vida hay que soñar, cuando tienes 14 y cuando tienes, como tengo yo, 79 años». Sin embargo, en la sociedad actual hay «muy pocas posibilidades de tener proyectos, sobre todo en la adolescencia y en la edad mayor», cuando «las personas mayores nos pueden enseñar tanto».
Soledad no deseada y salud
En este estudio, que es el primero en cuantificar los efectos de la soledad no deseada en la salud y el bienestar de las personas, han participado un total de 4.004 personas mayores de 15 años, representativas de la sociedad española por sexo, edad y tamaño de hábitat. Ha cuantificado los gastos sanitarios (consultas médicas y consumo de fármacos), las pérdidas de productividad, la reducción de la calidad de vida y las muertes prematuras asociadas a la soledad no deseada.
La realización del estudio «ha resultado un reto, sobre todo por las dificultades metodológicas que entrañaba», explicaba Berta Rivera, «pero también ha supuesto una gran satisfacción por la relevancia del tema y la importancia que tiene visibilizar un problema como es la soledad no deseada que afecta a distintas dimensiones de la vida de las personas». «Creemos que es un primer paso, un paso importante, pero queda mucho por hacer y esperamos que este sea el comienzo de un avance tanto en la cuantificación como en la visibilidad y las propuestas de soluciones a este problema social», añadía.
¿Qué se entiende por soledad no deseada? Fue la primera respuesta que dieron los investigadores. «Lo primero que nos dimos cuenta es que había que diferenciar bien dos conceptos: aislamiento social y soledad no deseada. Porque estar socialmente aislado se refiere con una situación objetiva y se suele relacionar con tener poco contacto social o de peor calidad; mientras que la soledad es una situación subjetiva derivada de este hecho», explicaba.
Estudios anteriores ya asociaban la soledad no deseada con un aumento de la probabilidad de muerte prematura en un 26%, señalaba la catedrática de Economía, y añadía que, además, situaciones de soledad también estaban relacionadas con un mayor factor de riesgo de padecer ansiedad y depresión, un mayor deterioro cognitivo, hábitos no saludables (fumar, llevar una vida sedentaria, etc.) y factores de riesgo (tensión arterial, empeoramiento en la función inmune, malnutrición o problemas de sueño).
«A partir de esto, miramos cómo influyen las situaciones de soledad en el uso, la frecuentación y la adherencia en el uso de los servicios sanitarios», explicaba, encontrando que había una relación entre la soledad no deseada y un «mayor uso de los servicios de salud, sobre todo las consultas al médico especialista y los servicios de urgencia», así como mayor consumo de medicamentos, destacando «tranquilizantes y relajantes» (33,1%) y «antidepresivos y estimulantes» (23,5%). «Con toda esta evidencia parece obvia la importancia que tiene poner en valor o intentar cuantificar estos efectos desde un punto de vista económico», aseguraba.
En términos generales, el 50,3% de las personas en situación de soledad encuestadas consideraba que su estado de salud era regular, malo o muy malo, viendo empeorada la percepción de su estado de salud y de su calidad de vida.
¿Cuánto cuesta la soledad no deseada?
El trabajo detalla que los costes provocados por la soledad no deseada ascienden en España a 14.141.088.527 euros, resultado de los gastos sanitarios (6.101.440.763 euros, que suponen el 0,51% del PIB cada año; 5.605,6 millones corresponden a servicios de atención primaria, especializada y hospitalización y 495,9 millones a medicamentos) y las pérdidas de productividad (8.039.647.763 euros, que suponen el 0,67% del PIB cada año).
Por su parte, los costes indirectos, que hacen referencia a las pérdidas de productividad asociadas a las patologías y muerte prematura, los investigadores distinguen entre pérdidas de producción no ligadas a mortalidad (pérdidas de producción derivadas de la reducción del tiempo de trabajo a tiempo completo y más a tiempo parcial; 7.848,4 millones de euros anuales) y pérdidas de producción debidas a muertes prematuras (en 2019 ascendieron a 848, lo que generaría una pérdida de 6.707 años potenciales de vida productiva y un coste estimado en pérdidas de productividad de más de 191,2 millones de euros).
También se han medido los costes intangibles, que hacen referencia a la reducción de la calidad de vida provocada por el sufrimiento físico y emocional, suponiendo al año una pérdida de más de 1 millón de AVAC o años de vida disfrutando de plena salud, lo cual representa el 2,79% de los años de vida de plena salud totales de la población española mayor de 15 años.
Principales causas
La presidenta del Observatorio SoledadES, Matilde Fernández, ponía el foco en la necesidad de «cuidar más y mejor al 13,4% de la sociedad española» que sufre soledad no deseada, una soledad que «está llena de rostros humanos». De las personas encuestadas, un 22,9% afirmaba sentirse solo durante todo el día y casi el 20,9% durante los fines de semana. Por término medio, las personas en situación de soledad no deseada llevan aproximadamente 6 años en esta situación.
En cuanto a las causas que provocan la soledad, el informe constata que el 79,1% están relacionadas con causas externas, donde las más importantes son las referidas a la falta de convivencia o apoyo familiar o social (57,3%), seguidas de las laborales (un 11,1%), motivos de aislamiento debido al entorno (8,6%) y ejercer de cuidador/a de otras personas (2%).
En el caso de las causas internas o intrínsecas a la persona, que representan el 19,1% del total, el documento señala que la más importante es la dificultad para relacionarse con los demás (12,7%) y la soledad derivada de un mal estado de salud (6,4%).
Respecto a la salud, el 1,4% de los encuestados identifica que su soledad está motivada por tener una discapacidad. Asimismo, el documento pone de manifiesto que casi un 20,8% de las personas en situación de soledad no deseada tienen algún tipo de discapacidad, principalmente de movilidad y de visión; mientras que el 6,5% declaraba estar gravemente limitado y solo el 5,4% afirmaba recibir alguna ayuda para las actividades diarias.
«Esto son números y detrás de ellos hay objetivos a seguir. Las instituciones públicas deben de incorporar los compromisos, no podemos permitirnos debilitar la productividad y el capital humano», destacó Fernández. «Las administraciones públicas deben incorporar en sus agendas políticas la lucha contra la soledad, y hacerlo preventiva, integral e intergeneracionalmente. No podemos permitirnos en este país debilitar la productividad y el capital humano que podría estar trasladando su conocimiento a la sociedad. Y hemos de tener claro que la sociedad cuidadora es necesaria siempre y, aún más en lo que se refiere a la longevidad. Cuidar es un deber democrático, y una sociedad democrática debe dar mucho más peso a los profesionales que cuidan, valor social y económico».
«La soledad no deseada es un problema que nos afecta como sociedad y al que hay que darle la importancia que merece, no solo por sus consecuencias negativas, sino porque supone un importante coste que antes ignorábamos. La eficiencia económica nos impere a actuar y a buscar las sinergias de todos los actores en relación con este tema», destacaba, por último, Miguel Ángel Cabra de Luna, director técnico de Movimientos Sociales y Alianzas de la Fundación ONCE.
«Es crucial darle una respuesta política desde los diferentes niveles de la admistración. Necesitamos poner en marcha políticas públicas que atiendan las claves de la soledad no deseada, espacios de encuentros, ciudades más amigables, el cuidado de la salud mental y física, la disposición de recursos económicos y humanos suficientes. Es decir, reorientar nuestra acción y empezar a trabajar de forma más coordinada para dar un mejor servicio a nuestra población y tener una sociedad más abierta, más plural y con menos sufrimiento», concluía.