El 11% de los jóvenes con adicción a las redes sociales derivan en una depresión.

El 11% de los jóvenes con adicción a las redes sociales derivan en una depresión.

Hay ciertas señales que deben servir de guía para sospechar de una posible depresión en adolescentes.

ABC Familia

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En la actualidad, la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla que más de 322 millones de personas padecen depresión a nivel mundial, siendo España el cuarto país de Europa con más casos y llegando a afectar a 2,4 millones de personas. Además, las tasas de ansiedad y depresión han aumentado en un 70% en los últimos 25 años agravándose aún más en los últimos años por la pandemia.

El uso reiterado de las redes sociales no ha parado de crecer, acrecentándose especialmente en el segmento más joven. En la actualidad, según el Estudio de Redes Sociales 2021 de la asociación IAB Spain, la penetración en redes sociales es mayor en los perfiles jóvenes de entre 16 y 24 años de edad, y alcanza el 92%.

En el Día Mundial de la Lucha Contra la Depresión, que se celebra este 13 de enero, los expertos alertan de que el abuso reiterado de las redes sociales supone un peligro para los adolescentes, generando patologías tales como la depresión. De hecho, en cifras, un 11% de los casos de adicción (11,33%) acaban derivando en una depresión.

Desde el Instituto Brain 360 consideran que, en este sentido, la estimulación cerebral no invasiva es una de las técnicas más efectivas para abordar tanto las adiciones de estos jóvenes como sus consecuentes síntomas depresivos, en combinación con la intervención psicológica. Esta técnica permite modular la excitabilidad cerebral y hace que determinadas áreas del cerebro que presentan un funcionamiento anómalo puedan normalizar su actividad, mejorando la sintomatología y perdurando en el tiempo. Un 35% de los enfermos con depresión son farmacorresistentes, pero podrían beneficiarse de esta técnica no invasiva.

Este centro utiliza esta técnica en combinación con otras disciplinas neurocientíficas, como la psiquiatría, la psicología y la neurología para los trastornos psiquiátricos y neurológicos. El tratamiento está avalado por las principales agencias internacionales de medicamentos, como la FDA (US Food and Drug Administration) y la EMA (Agencia Europea del Medicamento) y avalado por las guías clínicas más reputadas (NICE, CANMAT, NIMH, entre otras).

Entre las ventajas de este tratamiento no invasivo figuran sus escasos efectos adversos y el hecho de que se aplique de forma ambulatoria. La duración media de cada sesión es de unos 45 minutos.

Señales de alarma

La psicóloga Clara García, especializada en adolescentes en este instituto, asegura que «una de las grandes y complejas labores que cobra especial importancia en el campo de la salud es la detección de las señales que indican el posible inicio de una patología y conocer estos indicadores nos puede ayudar a la detección». Entre los principales indicadores para detectar la depresión en adolescentes señala los siguientes:

Observar cambios significativos a nivel conductual: si el adolescente deja de salir con su grupo de amigos/as, acudir a actividades extraescolares, asistir a clase u otras actividades con las que disfrutaba.

El estado de ánimo de tristeza puede enmascararse o combinarse con la rabia en el caso de niños y adolescentes. Otras emociones acompañantes habituales son la culpa y la ansiedad.

A nivel cognitivo, es frecuente que el adolescente presente dificultades para concentrarse, para recordar e incluso la toma de decisiones puede verse afectada.

El adolescente también puede experimentar síntomas físicos como pérdida de energía, dificultades para dormir (o bien por exceso o bien por defecto), pérdida de apetito y/o quejas o dolores de cabeza, estómago, entre otros malestares corporales.

El género femenino cobra especial atención en este trastorno debido a que la prevalencia de depresión adolescente en chicas suele ser el doble que, en chicos, al igual que ocurre en la adultez.

Observar posibles expresiones y comentarios relacionados con el deseo de perder la vida, así como planificaciones e intentos previos de suicidios, que pueden solaparse con otros síntomas depresivos.

Todos los síntomas físicos, psicológicos y las conductas mencionadas deben mantenerse en el tiempo y de forma más o menos generalizada. No debemos hablar de depresión si este malestar se experimenta de forma puntual.



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