Ejercicio físico para después

Ejercicio físico para después

El Pilates, como parte del tratamiento post recuperación, devuelve el control sobre el estado físico, la autoestima, y ayuda a entrar en contacto con otras pacientes que están pasando por lo mismo.

Marta de Andrés

El día que uno se entera de que tiene cáncer, deja de ser un día cualquiera. Al salir de la consulta, en la calle todo sigue igual: la gente paseando, los ruidos de los coches, pero el mundo de una persona casi se ha venido abajo. Los afectados recuerdan ese momento como un tsunami emocional, el día a partir del cual nada volverá a ser lo mismo. Gracias a iniciativas innovadoras como los programas de actividades deportivas integradas en el tratamiento, entre las que destaca el Pilates, muchas personas vuelven a sentirse conectadas a la vida.

Margarita Feijoo, jefa de Unidad y Consejo Oncológico del Hospital de Sanitas de La Moraleja, ejerce de psicóloga, consejera, amiga y animadora de sus pacientes. No solo consigue sus objetivos médicos, sino que, una vez superada la enfermedad, es de gran ayuda para que las pacientes recuperen su autoestima. La clave, el Pilates como parte del tratamiento post recuperación, que les devuelve el control sobre su estado físico, su autoestima, y les ayuda a entrar en contacto con otras pacientes que están pasando por lo mismo.

«El Pilates resulta perfecto porque tonifica y estiliza los músculos, aumentan los niveles de fuerza en general y, concretamente, de los abdominales y la espalda, mejora la postura y reduce el estrés. Además, lo puede practicar cualquier persona, no importa su condición física, edad o nivel de habilidad», explica Feijoo.

«El 100% de las pacientes afirma que esta actividad les ha ayudado a aumentar la sensación de fuerza y a disminuir la de cansancio», señala. «En el plano social, añade, un 57% ha experimentado una mejoría en sus relaciones interpersonales y sobretodo, en su autoestima».

Encerrada en un cuerpo de 80

Margarita Lozares, 47 años
A Margarita le diagnosticaron el cáncer de mama en diciembre de 2010. Tuvo suerte porque lo detectaron a tiempo y, en 15 días, estaba operada y en casa pasando la Navidad con su familia. El último ciclo de «quimio» terminó en 2011 y, aunque completamente curada, Margarita se sentía atrapada en un cuerpo de 80 años. «Le comenté a mi oncóloga que el tratamiento me había dejado muy cansada, que me sentía sin energía, y me recomendó que me apuntara a las clases de Pilates», nos cuenta. «Me pareció una idea genial, y empecé a acudir dos veces a la semana. Enseguida noté que los beneficios no solo eran físicos sino psicológicos, me sentía acompañada por otras personas que habían pasado por lo mismo que yo. En esos momentos te sientes muy frágil y notar el apoyo de los demás es una red de seguridad imprescindible», señala satisfecha. Además, reconoce la importancia del apoyo familiar. «Mi marido y mis dos hijos fueron una fuente de energía positiva tremenda, de hecho, la experiencia de la enfermedad afianzó el vínculo familiar y ahora estamos mucho más unidos que antes», señala.

Se ha convertido en una «adicta». «No falto a ninguna clase, estoy completamente ‘enganchada’, hace mucho tiempo que no me sentía tan activa y animada», explica orgullosa.

En forma como tratamiento

Paula Oriol, 51 años
Paula fue a hacerse una revisión de rutina gracias a la insistencia de su compañera de pádel. Salió de la consulta con un diagnóstico de un bulto maligno en el colon, afortunadamente muy pequeño y sin metástasis. Decidió no contarles nada a sus hijos adolescentes hasta después de la operación, que fue un éxito. Cuando comenzó el tratamiento, lo comunicó en casa y nos cuenta con mucho sentido del humor, que su hijo pequeño le ponía nombre a los reservorios que tenía que utilizar (que él comparaba con cantimploras).

Reconoce que no se considera una «mujer coraje» por decidir volver al deporte después de la enfermedad. «Tenía tantas ganas de volver a jugar al pádel que acepté enseguida la oportunidad de ponerme en forma como parte del tratamiento», afirma. «La aventura de superación no termina cuando te curas, hay que seguir luchando contra el desánimo y la sensación de deterioro. El Pilates te ayuda a volver a conectar con tu cuerpo y recuperar la forma física y la confianza en ti misma que tenías antes de la enfermedad».

Razones para hacer ejercicio con cáncer

Según un estudio publicado en la revista British Americal Journal, los pacientes con cáncer esperan retomar con normalidad sus actividades diarias cuando han completado su tratamiento principal pero, habitualmente, no tienen la suficiente energía y forma física para ello. Los investigadores testaron en 34 ensayos los efectos de la actividad física en pacientes con una edad media de 55 años que habían sufrido cáncer de mama, próstata, colorrectal, gástrico o de pulmón, para concluir que el ejercicio físico mejoraba sustancialmente variables como el control de la glucemia, el índice de masa corporal y peso corporal, funciones físicas como la fuerza de las extremidades inferioresy, en el ámbito psicológico, la fatiga, el estado de ánimo y la calidad de vida.

Un programa pionero

El «Programa oncológico de Mejora física: un ejercicio de superación» es un proyecto pionero que sólo se desarrolla en el Hospital de Sanitas de La Moraleja. Se basa en las evidencias científicas que confirman que la práctica del deporte mejora las capacidades fisiológicas y emocionales de los pacientes oncológicos. El proyecto, persigue que los pacientes se beneficien de los efectos positivos de una adecuada práctica del ejercicio ya que, cuando sufren la enfermedad, su cuerpo queda muy deteriorado y existe una gran pérdida de autoestima que va ligada a ese aspecto. Para que sea más efectivo, es muy personalizado y se practica en clases muy reducidas con monitores especializados que llevan a cabo ejercicios concretos con cada uno de los pacientes.

«Cuando la paciente termina su tratamiento, o en la fase que lo necesite y se sienta con energía para hacerlo, se le ofrece la posibilidad de iniciar una actividad deportiva periódica cubierta por su seguro y en las instalaciones del Hospital u otros centros de Sanitas», señala la Dra. Feijoo. «En primer lugar- añade- un monitor valora el estado físico de la paciente y define la actividad deportiva que más le conviene. Posteriormente, define la frecuencia (que suele ser de dos veces por semana) y si la persona necesita acompañar su actividad deportiva con un servicio de fisioterapia para prevenir y evitar lesiones».

http://www.abc.es/salud/pacientes/ejercicio-fisico-para-despues-11339.html



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