Aunque es cierto que el salario suele ser la preocupación principal en cualquier empleado, en el caso de las personas con discapacidad la preocupación es mayor porque cobran mucho menos que la población general, «en 2022 el salario medio bruto anual de las personas con discapacidad era de 21.544,2, mientras que el de las personas sin discapacidad se sitúa en 26.030, es decir, que la brecha salarial entre personas con y sin discapacidad es del 18,8%, un porcentaje que, además, casi se ha duplicado desde 2013, cuando era del 10,5%», explica María Viver, directora de Fundación Randstad, «la brecha salarial existe y por eso es necesario seguir trabajando para conseguir la inclusión real en el mercado laboral de las personas con discapacidad», añade.

Víver asegura que, a pesar de que queda mucho por hacer, la situación del empleo de las personas con discapacidad ha mejorado mucho en los últimos años, «es evidente que existe una diferencia entre la situación y participación en el mercado laboral de las personas sin discapacidad con respecto a las personas con discapacidad y debemos seguir trabajando por una mayor participación de las personas con discapacidad en el mercado laboral. Sin embargo, en la actualidad se registran las mejores tasas de actividad y empleo de los últimos años».

Por este motivo, la directora de la Fundación prefiere destacar, para que las empresas tomen nota, las cosas que hacen que un 36% de las personas con discapacidad no quieren cambiar de trabajo, que son la comodidad en su entorno laboral (89%), al nivel de flexibilidad de la empresa (66%) y el salario percibido (65%), “se sienten cómodos con los beneficios aportados por la empresa respecto al salario, las vacaciones o la flexibilidad. Además, de ese 36% la mayoría logra conciliar vida laboral y personal y se sienten cómodos en el trabajo y no discriminados. Por otro lado, se sienten con las mismas fortalezas, competencias y habilidades que el resto de sus compañeros», añade.

El porcentaje de personas con discapacidad que logra alcanzar estudios superiores es inferior al de las personas sin discapacidad

La formación, la gran asignatura pendiente

A pesar de la mejora de las tasas de empleo de las personas con discapacidad, sus trabajos, como lo demuestra la gran brecha salarial, suelen ser más precarios, y la formación o, mejor dicho, la falta de ella, es uno de los principales motivos. De hecho, según esta encuesta solo el 13% de ellos tiene estudios universitarios y un 14% una FP superior, «la formación es una de las principales palancas para la inserción de las personas con discapacidad en el mercado laboral actual y para alcanzar mejores oportunidades de empleo -reconoce María Viver- Sin embargo, cabe destacar que el porcentaje de personas con discapacidad que logra alcanzar estudios superiores es inferior al de las personas sin discapacidad, lo que supone una gran desventaja en el momento de competir en el mercado laboral«.

Además, esta investigación subraya que, aunque al 96% le gustaría seguir formándose, la mayoría de los encuestados optan por no realizar formación, principalmente por dos motivos: dificultades económicas y la falta de cursos adaptados a la discapacidad. Una mayor inserción laboral y una menor brecha salarial tienen que pasar, necesariamente por fomentar primero la formación, tanto en el ámbito público, como en el privado, desde las propias empresas, «en nuestra encuesta, vemos que las personas con discapacidad perciben que la empresa debe apoyarles en el desarrollo nuevas habilidades necesarias para el futuro y deberían proporcionar más oportunidades de formación».

En este sentido, la labor de fundaciones como Randstad también importante, «disponemos de proyectos de empleabilidad orientados a desarrollar las habilidades, competencias y conocimientos de las personas con discapacidad que, acompañadas por técnicos, aprenden a aprovechar la formación reales de empleo e, incluso, a elevar su confianza y confiar en su propio talento para que puedan optar por más y mejores oportunidades laborales», asegura Viver, «y lo hacemos a través programas educativos, talleres, actividades de orientación profesional, formaciones profesionales, becas y nuestra plataforma de empleabilidad «‘Camino al empleo'».

Un mayor compromiso, una mayor inclusión

Además de darles oportunidades laborales y de formación, María Viver cree que es importante que las empresas vean en la diversidad un valor que puede enriquecer sus plantillas, no como una cuota que hay que cumplir, «invitamos a las empresas a asumir un compromiso real por la inclusión, llevando a cabo acciones para promover la empleabilidad de las personas con discapacidad, acompañando a sus trabajadores con discapacidad, dándoles todas las herramientas para que puedan desarrollar todo su potencial, formando a sus equipos en diversidad e inclusión… porque sólo con una adecuada gestión de la diversidad será posible una sociedad más igualitaria y participativa. Y sólo con la participación de todos será realmente posible el progreso y el desarrollo económico y social».

Desde Randstad creen que una sociedad inclusiva es posible, pero para conseguirla se necesita «compromiso y muchas acciones, especialmente vinculadas con el empleo y la igualdad de oportunidades, que son las que nos van a permitir lograr una integración real de los colectivos en riesgo de exclusión».