30 Dic Dormir para superar las penas
– El placer de dormir y entrar en ese momento de ensoñación viene muy bien para nuestra salud emocional.
– En la fase REM del sueño entramos en una especie de terapia, un bálsamo que elimina, o por lo menos va atenuando, los recuerdos dolorosos del día a
Silvia R. Taberné | Madrid
Stéphane -revestido con el atractivo de Gael García Bernal- vivía en un mundo perfecto… en sus sueños. Era el momento de escaparse de las preocupaciones de su anodina estancia parisina para levantarse al día siguiente con mejor cara. Un tema perenne en el cine este de los sueños que, como en ‘La ciencia del sueño’, enfrenta dos polos opuestos: el mundo onírico como refugio de la vida cotidiana.
Pues bien, lejos de caer en la simplicidad de decir que ‘los sueños, sueños son’, resulta que el placer de dormir y entrar en ese momento de ensoñación viene muy bien para nuestra salud emocional. Así lo aseguran por lo menos varios investigadores de la Universidad californiana de Berkeley que han publicado sus resultados en la revista ‘Current Biology’.
Según los autores capitaneados por Matthew Walker, profesor asociado de Psicología y Neurociencia de esta universidad, «cuando entramos en la fase REM del sueño también entramos en una especie de terapia, un bálsamo que elimina, o por lo menos va atenuando, los recuerdos dolorosos del día anterior».
Cuando nos disponemos a dormir, el sueño pasa por una serie de etapas. Así, vamos desde el sueño no REM, que engloba desde el sueño ligero hasta cuando estamos profundamente dormidos y nuestras ondas cerebrales son más lentas; pero también el sueño REM, siglas que significan ‘Rapid Eye Movement’. En esta etapa, nuestra actividad cerebral es semejante a las de la vigilia, los ojos se mueven rápidamente bajo los párpados, soñamos y captamos gran cantidad de información de nuestro entorno, y todo ello a pesar de que es el momento en que estamos más relajados.
Pero hay una característica más del sueño REM según estos autores. Es en esta fase donde la química que genera el estrés de las experiencias emocionales del día -sobre todo las malas- se va apagando mientras que el cerebro las procesa, por lo que los problemas se atenúan y su fuerza emocional se suaviza.
«Los humanos pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo, pero no hay consenso científico sobre la función del sueño», explica el doctor Walker, «sin embargo, hemos comprobado que esta fase del sueño ayuda a atenuar las emociones, además de reafirmarnos en su importancia para la memoria, el aprendizaje y la regulación del humor», comenta.
La valía de los sueños
Para llegar a esta conclusión, los autores escogieron a 35 adultos jóvenes y sanos para su estudio y se les dividió en dos grupos. Todos ellos veían una serie de 150 imágenes emocionales dos veces y con 12 horas de diferencia, mientras un escáner de resonancia magnética medía su actividad cerebral.
La diferencia estribaba en que mientras que un grupo se mantenía despierto entre ambas sesiones, al segundo se le dejaba dormir entre medias. Los resultados no se hicieron esperar. En el segundo grupo se mostró una drástica reducción en la actividad de la amígdala cerebral, una serie de núcleos neuronales que procesan las emociones, permitiendo de esta manera que el cerebro se comportase de manera ‘más racional’ en sus reacciones emocionales.
Además, mientras dormían se midieron con electroencefalogramas sus actividades eléctricas cerebrales. Y el resultado confirmaba la primera hipótesis. Se observó que durante el sueño REM, ciertos patrones de actividad eléctrica disminuían, calmando las reacciones emocionales.
«Durante esta fase del sueño, se produce un fuerte descenso de los niveles de norepinefrina, una sustancia química del cerebro que se asocia con el estrés», argumenta Walker. «Si contamos con una persona sana, que no haya sufrido ningún trauma y pueda dormir con normalidad, y la reducción de esta sustancia tenemos la explicación de por qué nos podemos despertar al día siguiente con una sensación atenuada de nuestras emociones respecto al día anterior», concluye.
Pero ¿qué sucede con aquellos que han sufrido un trauma?
El estrés postraumático
Para Walker, este estudio también explicaría las dificultades para recuperarse de experiencias dolorosas y las frecuentes pesadillas que padecen los veteranos de guerra y otras personas con estrés postraumático.
«El problema para estas personas es que esta ‘terapia’ del sueño puede no estar funcionando correctamente», comenta Walker. Aunque en la etapa de ensoñación se consigue un alto grado de relajación, también es muy fácil despertarse «y si hay algún tipo de flashback provocado, por ejemplo y en el caso de los veteranos de guerra, por el petardeo de un coche, no se consiguen estos beneficios», añade el autor.
Sin embargo, Walker da con una solución plausible de por qué muchos medicamentos pueden ayudar a que estos pacientes sueñen y así ir mejorando: «En Seattle observamos cómo un médico recetó un medicamento para la presión arterial a una persona que sufría estrés postraumático. Pero descubrimos que un efecto secundario de este fármaco era que evitaba las pesadillas, es decir, influía en la norepinefrina del cerebro haciendo que disminuyese, lo que ayuda que el paciente tuviese una mayor calidad de sueño y la fase REM pudiese actuar». Por ello, «nuestro interés se centra ahora en utilizar estos resultados para «abrir nuevas vías para el tratamiento emocional de estos pacientes».
http://www.elmundo.es/elmundosalud/2011/11/28/neurociencia/1322496119.html