Diez formas de transmitir buenos hábitos alimenticios de padres a hijos.

Diez formas de transmitir buenos hábitos alimenticios de padres a hijos.

Para educar sobre nutrición es necesario crear un entorno que fomente elecciones saludables y sostenibles.

2024. ABC

Carlota Fominaya

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¿Por qué unas familias comen más frutas y verduras y otras más procesados? ¿Por qué es probable que en unos hogares se tiren de cabeza a la sandía y en otros a la tarta? La influencia de la familia en la alimentación es un tema de gran relevancia y complejidad, abarcando aspectos nutricionales, culturales, psicológicos y sociales. Lo que se aprende en casa de nuestros padres juega un papel crucial en la formación de hábitos alimentarios que pueden perdurar a lo largo de toda la vida.

Son ellos los que deciden qué alimentos están disponibles en la nevera, influyendo directamente en las opciones que tienen los niños. Tanto es así, que según la doctora María Amaro, creadora del famoso método Amaro, «la introducción de alimentos sólidos y la manera en que se manejan las preferencias y aversiones alimentarias durante la infancia son decisiones familiares que pueden establecer patrones de comportamiento alimentario duraderos«.

Los miembros de la familia, recuerda esta experta, especialmente los progenitores, actúan como modelos -buenos y malos- a seguir en términos de alimentación. «Los niños observan e imitan las conductas alimentarias de sus padres. De esta forma, si los padres mantienen una dieta equilibrada y muestran actitudes positivas hacia lo saludable, es más probable que los hijos desarrollen hábitos similares. Por el contrario, si los padres no tienen buenas prácticas alimentarias, es probable que los niños sigan el mismo camino, aumentando el riesgo de problemas como la obesidad infantil«.

Todos sabemos que la transmisión de buenos hábitos alimenticios entre generaciones es esencial para asegurar la salud y el bienestar a largo plazo de las familias. Pero este proceso, explica Amaro, «implica no solo educar sobre nutrición, sino también crear un entorno que fomente elecciones saludables y sostenibles».

Estas son las diez estrategias que esta doctora propone seguir para lograr una transmisión efectiva de hábitos alimenticios saludables entre generaciones.

1 Educación nutricional desde la infancia

Igual que educamos en habilidades matemáticas o deportivas, la educación nutricional es la base para establecer hábitos alimenticios saludables que perduren toda la vida. Para ello, sugiere esta doctora, «es crucial incorporar cuanto antes la formación nutricional en el hogar. Podemos hablar con los niños (siempre y cuando adaptemos el lenguaje a su edad), sobre los beneficios de diferentes alimentos, cómo contribuyen a la salud y por qué es importante una dieta equilibrada».

Utilizar recursos educativos como libros, aplicaciones y programas que enseñen sobre nutrición de manera divertida y accesible. Hay que dejar atrás el miedo de que ‘si entran en la cocina se van a quemar’ y enseñar habilidades culinarias básicas, como puede ser elaborar y amasar pan, aliñar una ensalada, o cocinar un bizcocho.

2 Ser un modelo a seguir

Los adultos en el hogar deben actuar como modelos a seguir en todos los ámbitos, incluido este. De nada sirve predicar sobre las bondades de comer manzanas y no ser ejemplo. Los niños imitan las conductas que observan en sus padres y otros miembros de la familia, por lo que es fundamental que los progenitores sigan una dieta equilibrada y variada y consuman una amplia gama de frutas, verduras, proteínas magras y granos enteros, además de evitar los alimentos procesados y altos en azúcar. «Los padres debemos mostrar actitudes abiertas y positivas hacia la comida pero, sobre todo, evitar utilizar la comida como recompensa o castigo», advierte esta experta.

3 Crear un entorno alimentario saludable

El entorno en el hogar juega un papel crucial en la promoción de elecciones alimenticias saludables. Para ello, se deben tomar las siguientes medidas:

Disponibilidad de alimentos saludables en la nevera o en el cestillo de la mesa de la cocina: «Si te aseguras de que siempre haya frutas, verduras y otros alimentos nutritivos disponibles y al alcance de todos los miembros de la familia, es más fácil que se consuman que, desde luego, si nunca están ahí a la vista».

De la misma forma, es responsabilidad de la familia reducir la presencia de alimentos poco saludables: «Limitar la compra y el almacenamiento de alimentos altos en azúcar, grasas saturadas y sodio, para evitar la tentación y fomentar opciones más saludables».

4 Fomentar la participación familiar en las comidas

Las comidas en familia son una excelente oportunidad para enseñar y reforzar hábitos alimenticios saludables. «El solo hecho de compartir comidas regularmente, establecer horarios para comer juntos en familia y convertirlo en una rutina diaria o semanal promueve la conversación durante las comidas. En estos momentos se puede aprovechar hablar sobre los alimentos que se están consumiendo, sus beneficios para la salud y cómo se prepararon…», propone la doctora.

5 Respetar las señales de hambre y saciedad

«No hacer caso de lo que manifiesta el niño este es un error muy habitual en las familias, pero enseñar a los niños a escuchar y respetar las señales de su cuerpo es crucial para desarrollar una relación saludable con la comida», advierte la experta. Esto implica fomentar la alimentación intuitiva; animar a los niños a comer cuando tienen hambre y a detenerse cuando están satisfechos, respetando sus señales de saciedad. Debemos evitar forzar a los niños a comer, no obligarlos a terminar todo lo que tienen en el plato, lo cual puede llevar a una relación negativa con la comida«, señala.

6 Promover la diversidad alimentaria

Introducir una variedad de alimentos desde temprana edad puede ayudar a desarrollar paladares más abiertos y hábitos alimenticios más equilibrados. Para ello podemos ofrecer una variedad de alimentos; presentar diferentes frutas, verduras, granos y proteínas, y animar a los niños a probar nuevos alimentos regularmente. Para lograr el éxito en esta empresa, Amaro recomienda «ser paciente con las nuevas comidas; entender que los niños pueden necesitar tiempo y múltiples exposiciones antes de aceptar nuevos alimentos, y no desanimarse ante las primeras rechazos».

7 Involucrar a los niños en la planificación de las comidas

Dejar de lado el querer que «todo esté limpio en la cocina y salga perfecto», para permitir que los niños participen en la planificación y preparación de las comidas puede aumentar su interés en comer saludablemente. Esto se puede lograr si permitimos que elijan recetas saludables y les involucramos en la selección de platos y la compra de ingredientes. «Es posible enseñarles a cocinar. Para eso podemos darles tareas apropiadas para su edad en la cocina, como lavar verduras, mezclar ingredientes o ayudar a preparar ensaladas. Es la mejor forma de que se familiaricen con la preparación de alimentos saludables», indica.

8 Fomentar la actividad física

La alimentación saludable debe ir de la mano con la actividad física para un bienestar integral. Es importante promover el ejercicio regular: animar a la familia a participar en actividades físicas como caminar, andar en bicicleta, practicar deportes o hacer ejercicio juntos.

Amaro aconseja integrar el movimiento en la rutina diaria, de tal forma que hacer que la actividad física sea una parte natural del día a día. Podemos optar por caminar en lugar de conducir para distancias cortas o hacer ejercicios en casa.

9 Celebrar y reforzar los logros

Reconocer y celebrar los esfuerzos y logros puede motivar a todos los miembros de la familia a continuar en el buen camino. Algunas formas de hacerlo incluyen el elogio y el reconocimiento o la felicitación a los niños cuando prueban nuevos alimentos o participan en la preparación de comidas saludables.

10 Establecer metas familiares

Crear objetivos de alimentación saludable y celebrar juntos cuando se alcanzan.

«Transmitir buenos hábitos alimenticios entre generaciones es un proceso continuo que requiere educación, ejemplo y un entorno favorable. Al involucrar a todos los miembros de la familia en la planificación, preparación y disfrute de comidas saludables, se puede establecer una base sólida para una vida de bienestar. Fomentar una relación positiva con la comida y la actividad física desde temprana edad asegura que estos hábitos perduren y se transmitan de generación en generación. La clave es la constancia y el compromiso de todos los miembros de la familia para mantener un estilo de vida saludable y equilibrado«, concluye María Amaro.