Descubren un nuevo síntoma, muy común en los mayores, que se relaciona con el inicio de demencia.

Descubren un nuevo síntoma, muy común en los mayores, que se relaciona con el inicio de demencia.

Con este descubrimiento se podría realizar antes un diagnóstico.

Laura Moro

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Está demostrado que mantenerse físicamente activo a lo largo de los años ayuda a tener una mejor función cerebral y a mantener la agudeza mental y la memoria, además, de encontrarnos mejor físicamente. No obstante, a medida que envejecemos, damos por hecho que nuestra capacidad muscular se irá deteriorando, dificultando movimientos como levantarse, sentarse o caminar.

Pues bien, una investigación llevada a cabo por la Universidad Edith Cowan (ECU), y publicada en el Journal of Cachexia, Sarcopenia and Muscle, asegura que este deterioro podría ser un indicativo de demencia. Para comprobar esta hipótesis, los equipos de investigación del Instituto de Investigación de Nutrición e Innovación en Salud y el Centro de Salud de Precisión de la ECU, trabajaron con los datos del Estudio Longitudinal de Perth sobre el Envejecimiento en Mujeres, que contó con la colaboración de más de 100 mujeres que tenían una media de 75 años.

Los equipos, con ayuda de la Universidad de Australia Occidental, midieron la fuerza de agarre de las participantes, el tiempo que tardaban en levantarse, caminar tres metros, darse la vuelta y volver a sentarse, lo que se conoce como TUG: «Tanto la fuerza de agarre como las pruebas de TUG no se realizan comúnmente en la práctica clínica, pero ambas son herramientas de detección baratas y simples«, asegura el investigador principal, el doctor Marc Sim.

Las participantes se sometieron a estas pruebas dos veces, con un intervalo de cinco años entre ambas, para comprobar la pérdida de rendimiento.

Además, durante los siguientes 15 años, los equipos se dieron cuenta de que casi el 17% de las mujeres habían tenido que ser hospitalizadas por demencia, o habían fallecido también por esta causa.

De esta manera, se corroboró que una menor fuerza de fuerza muscular y de velocidad son factores de riesgo que pueden relacionarse con la aparición de la demencia. Por otro lado, el equipo aseguró que este indicador no está influenciado ni por la genética, ni por otros hábitos como el consumo de alcohol, el tabaquismo o la cantidad de ejercicio que se practique.

«La incorporación de pruebas de función muscular como parte de la detección de la demencia podría ser útil para identificar a las personas de alto riesgo, que luego podrían beneficiarse de programas de prevención primaria destinados a prevenir el inicio de la enfermedad, como una dieta saludable y un estilo de vida físicamente activo», comentó Sim.

A menos fuerza, más probabilidad de desarrollar demencia

El equipo comprobó que las mujeres con menor fuerza de agarre y que habían tardado más tiempo en terminar el TUG, tenían el doble de posibilidades de tener demencia en los últimos años de su vida, que aquellas más fuertes.

Por otro lado, los investigadores también compararon los resultados de la prueba cinco años después, y confirmaron lo anterior: si disminuía el rendimiento, aumentaba el riesgo de desarrollar demencia.

De hecho, las probabilidades de morir por demencia se multiplicaba por cuatro en aquellas mujeres que más habían empeorado en la prueba TUG cinco años después.

«Posiblemente debido a una serie de similitudes subyacentes, la fuerza de agarre también puede presentarse como una medida sustituta de la enfermedad cardiovascular, la inflamación y la fragilidad, que son factores de riesgo conocidos para la demencia», explicó el Dr. Sim.

El autor cree que estos resultados pueden ayudar a otros profesionales médicos a identificar el riesgo que tienen sus pacientes de desarrollar demencia: «Tanto la fuerza de agarre como las pruebas de TUG no se realizan comúnmente en la práctica clínica, pero ambas son herramientas de detección baratas y simples», aseguró.

No obstante, y a pesar de que los resultados están respaldados por un trabajo de campo, Sim es cauto: «Los hallazgos emocionantes fueron que la disminución de estas medidas se asoció con un riesgo sustancialmente mayor, lo que sugiere que si podemos detener esta disminución, podríamos ser capaces de prevenir las demencias de la vida tardía. Sin embargo, se necesita más investigación en esta área».

«Ahora estamos empezando a ver una serie de evaluaciones de detección simples pero indicativas que podrían combinarse con otras medidas biológicas y clínicas para proporcionar un perfil de riesgo holístico para las personas que se presentan a su médico de cabecera con, por ejemplo, problemas de memoria«, concluyó.



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