Desam, 59 años, desde 2019 en paro: «A los jóvenes les piden experiencia y la nuestra no la valoran».

Desam, 59 años, desde 2019 en paro: «A los jóvenes les piden experiencia y la nuestra no la valoran».

La lucha de esta valenciana por encontrar trabajo de nuevo con la doble barrera de sénior y mujer.

Marta Jurado

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Desamparados, ‘Desam’, para los amigos, es un claro ejemplo de las dificultades de los mayores de 55 años para encontrar trabajo. En paro desde 2019 por un despido que su empresa hizo «para rejuvenecer la plantilla», ha sufrido en sus carnes el doble obstáculo de ser mayor y mujer. Según un reciente estudio de la Fundación Adecco (@fund_adecco), las mujeres sénior tienen más probabilidades de sufrir paro de larga duración debido a que su carrera profesional tiene un menor reconocimiento social y, a menudo, es la primera en retirarse del empleo cuando la situación familiar lo requiere. Por si no fuese suficiente, ha sido víctima de violencia de género, por lo que son muchas las barreras psicológicas y sociales las que ha tenido que superar.

«Te quedas en un limbo, como en un desierto. He estado desde los 55 años, cuando me despidieron de mi empresa, hasta ahora que tengo 59, en paro. Han sido tres años muy duros, que han coincidido con la pandemia y el maltrato por parte de mi pareja. He sufrido depresión, miedo a salir a la calle e incluso he tenido que pedir ayuda psicológica», cuenta a 65YMÁS esta valenciana. Pero esa situación extrema le hizo moverse, apuntarse a cursos y asociaciones de apoyo a mujeres en su situación, que le han ayudado también en su búsqueda de empleo.

Dos entrevistas en tres años

«Tenía que buscarme la vida. Me quedé con una mano delante y la otra detrás», nos cuenta. Después de cobrar el paro durante dos años, ahora recibe únicamente la renta para mayores de 52 años que no llega a 460 euros al mes«, nos confiesa. «Imagínate, con esto no da para nada…He tenido que tirar de ahorros, empeñar joyas, ayuda de familiares…». De ahí que en estos últimos años no ha dejado de echar currículums «por tierra, mar y aire» y recurrir a trabajos informales de cuidadora de mayores. El resultado: solo ha hecho dos entrevistas en tres años. «Al final, nadie te llama».

«Yo lo atribuyo a que cuando pasas de los 55 años ya eres mayor y consideran que no te ajustas al perfil. Y si eres mujer todavía peor. Cuando eres joven te preguntan que si quieres ser madre y ahora porque piensan que ya no vales, como si ya no estuvieses en el mercado», se lamenta Desam. «Es curioso que a los jóvenes les piden experiencia y la nuestra no la valoran. Pero hay que pelear, yo lucho porque prefiero comerme el mundo antes de que éste me coma a mí».

Trabajando desde los 23, pero con lagunas

El espíritu de luchadora constante a Desam le viene de lejos con una vida llena de altibajos. «Llevo trabajando desde los 23 años de auxiliar administrativo en diferentes instituciones de la Generalitat Valenciana, clínicas y hospitales, pero no tengo suficientes años cotizados. Empecé a estudiar Farmacia, pero mi madre se puso enferma de cáncer y tuve que dejarlo para llevar dinero a casa. Yo quería una carrera universitaria, por lo que compaginé el trabajo y el nacimiento de mi primera hija con mis estudios de Ciencias Económicas. Me licencié, pero cuando mi madre se puso peor, tuve que volver a dejar el trabajo para cuidarla. Al mismo tiempo, me quedé embarazada de mi segunda hija y no podía asumirlo todo», cuenta Desam.

Después de unos años de parón, retomó su carrera laboral compaginando trabajos de mañana en un hospital y de tarde en una clínica de una familiar. «El teléfono y las citas, las llevaba todas yo. Estaba 24 horas al teléfono». Así se mantuvo hasta 2012, cuando la crisis económica le volvió a poner en la calle. Después logró de nuevo trabajo en otro hospital, pero pronto la despidieron porque según explica «querían gente menor de 30 años de cara al público». Ella tenía 55 años entonces, una casualidad o no, que coincidió con la pandemia. «Eso fue ya la puntilla».

Formarse para salir del túnel

En el caso de Desam, el mantenerse activa y continuar formándose «la ha salvado», cuenta. «Nunca es tarde para seguir formándose y aprendiendo cosas nuevas. Por eso yo me he hecho varios cursos de Excell, Liderazgo, Metodología Agile…Y durante este último año ha podido acceder a un curso de FP3 en Mediación Comunitaria con la ayuda de la Fundación Alana, una agrupación de mujeres profesionales contra la violencia machista.

«He estado estudiando todo el invierno y haciendo las prácticas durante este último año», cuenta Desam, quien considera que le ha servido mucho este impulso para sentirse más capacitada. Tanto, que en la actualidad se encuentra realizando un curso de formación en Nuevas Tecnologías con posibilidades de incorporarse a un trabajo con contrato en el sector bancario. «Ojalá, sería como ver la luz al final del túnel».



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