02 May Desafío a los límites de la discapacidad
Raquel Martínez Muñiz, con parálisis cerebral, y Pedro González Barja, parapléjico, son los dos únicos representantes leoneses en la copa y el campeonato de España de esquí adaptado.
Sergio C. Anuncibay | León
La vida les puso a prueba. Llevan más de dos décadas plantándole cara a la adversidad. Han tenido que superarse a sí mismos. Sobre la nieve sienten que no tienen fronteras. Disfrutan.
Raquel Martínez Muñiz nació con parálisis cerebral hace 22 años. Tiene limitaciones funcionales en brazos y piernas. Pedro González Barja lleva dos décadas en una silla de ruedas por culpa de un accidente de tráfico. Los dos han ampliado sus propias fronteras hasta convertirse en los únicos representantes de la provincia en la copa y el campeonato de España de esquí adaptado. Son dueños de su destino, a pesar de una discapacidad que les ha obligado a superarse a sí mismos.
Disfrutan de la nieve. «Cuando desciendo por una pista siento un cosquilleo increíble en la barriga», cuenta Raquel, esquiadora esporádica desde «muy pequeña», aunque nunca pensó en alcanzar la alta competición. «Empecé en Vegarada, con mis padres, aficionados al esquí de travesía», recuerda. Sólo iba a una estación «cuatro días al año», hasta que subió a Cerler la temporada pasada. Participó en las tres pruebas del campeonato de España y ganó el bronce en supergigante. Úrsula Pueyo, representante española en Sochi, logró el oro. Y Pedro González Barja también subió al tercer cajón del pódium.
«Fue una experiencia muy bonita, aunque me descalificaran en el eslalom y el gigante porque nadie me había explicado cómo tenía que pasar por las puertas», apunta. Todo era nuevo para Raquel, que desde entonces acude cada fin de semana a San Isidro, aunque le gustaría practicar «mucho más». Ha mejorado su nivel «pero no es suficiente», lamenta Juan Pedro, su padre, consciente de que su hija necesita un monitor especializado para pulir la técnica y mejorar los registros. En noviembre contactaron con la Diputación para tratar de conseguir que un profesor experto en esquí adaptado dirigiera sus entrenamientos, sin embargo no han recibido una respuesta y el Nacional está a la vuelta de la esquina, «a finales de marzo».
Raquel sueña con acudir a unos Juegos Paralímpicos de Invierno, pero, sobre todo, quiere que su historia sirva como acicate para que otras personas con parálisis cerebral descubran los beneficios del deporte. «Somos muy pocas chicas las que competimos y me gustaría que fuéramos muchas más», subraya esta leonesa, estudiante de cuarto curso de Informática y uno de los baluartes nacionales del esquí adaptado. Aún tiene bastante recorrido, a pesar de sus 22 años. «Úrsula Pueyo —sufrió la amputación de su pierna derecha a causa de un accidente— ha participado en estos juegos de Sochi con 30 años», justifica Raquel, quien, desde su primera tentativa en el Pirineo Aragonés, ha sumado un primer y un segundo puesto en la Copa de España. Su progresión cotiza al alza. De hecho, ganó a la subcampeona de España Alicia Grijelmo en Astún. Esquió más lenta, pero en la compensación de tiempos superó a la deportista vasca. En este tipo de pruebas todas las mujeres que compiten de pie rivalizan juntas, con independencia de su discapacidad. Existen unos baremos para equilibrar las marca según las limitaciones funcionales de cada participante. Raquel completa los descensos sin bastones porque sus brazos se mueven de una manera descontrolada.
«Aún podría hacerlo mejor si entrenara más, pero por ahora es imposible», asegura. Este fin de semana afronta otra cita importante, el Trofeo Santiveri, en Sierra Nevada, puntuable también para la Copa de España.
Allí volverá a coincidir con Pedro González Barja. Y con otras personas que tienen una discapacidad parecida a la suya. Incluso más grave. «Cuando descubrí la competición me di cuenta de los problemas que tiene mucha gente y de cómo han sido capaces de superarlos. Yo, al fin y al cabo, nací así y no he conocido otra cosa, pero hay casos bastante peores. Recibes muchas lecciones», afirma.
Eso es lo que más le reconforta, muy por encima de las victorias. Lo mismo le pasa al berciano Pedro González Barja. «Lo mejor de todo es la gente que he conocido en este tiempo. Todos somos amigos, aunque dentro de la pista tengamos que competir. Eso es lo más importante», explica este leonés de 42 años. Antes del accidente nunca había probado con el esquí. Y después de dos décadas en una silla de ruedas subió a San Isidro y comenzó a practicar este deporte con los monitores de la estación. En el 2012 acudió a su primera prueba, el campeonato de España en Baqueira Beret y en el 2013 participó en todas las convocatorias de la Copa, donde logró dos platas en Port Ainé. Consiguió el bronce en el Campeonato de España de Cerler y dos segundos puestos en Astún.
«Después de veinte años en una silla de ruedas descubrí el esquí, que me proporciona sensaciones muy diferentes a todas las que había vivido antes. El contacto con la nieve me hace sentir libre», relata. Disfruta «como un enano». La lesión medular no apagó sus ganas de vivir. «Soy una persona activa», matiza. Cuenta que ha hecho atletismo, tenis de mesa y esquí náutico en Barrios de Luna. «El club se porta muy bien con nosotros para que practiquemos en el pantano», detalla. Y le «gustaría seguir disfrutando del deporte, hasta que el cuerpo aguante», aclara. Necesita algún tipo de ayuda económica para no renunciar a la competición. «La silla vale un dineral», lamenta. Le ocurre como a Raquel. Los dos demandan apoyos para demostrar que los límites de cada uno están muy por encima de lo que dicta la lógica.
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