17 Sep De la discapacidad a la capacidad
La asociación Down Jerez Aspanido ha logrado colocar en distintas empresas a un buen número de discapacitados. Dependientes y reponedores, los puestos más ocupados.
ÁLVARO RODRÍGUEZ – JEREZ
El trabajo dignifica, y aún más cuando se trata de trabajadores con algún tipo de discapacidad. Eso es lo que cuenta Verónica Márquez, trabajadora de Down Jerez Aspanido, una de las asociaciones de la ciudad que se encargan de la ayuda a la autonomía y la independencia de personas con discapacidad, centrándose en el síndrome de Down. Desde su asociación, Verónica relata que «someten a estas personas a programas que ofrecen pautas, dependiendo del oficio que vayan a desempeñar estos discapacitados». Preparan la teoría, realizan prácticas en empresas ordinarias colaboradoras y, si todo va bien, muchos de ellos quedan contratados.
Además de preparar a estos jóvenes para que sean capaces de trabajar de forma totalmente usual, se les enseña a mejorar la higiene, la puntualidad, la resolución de conflictos, el comportamiento, las habilidades sociales y otros hábitos que les faciliten el ejercicio de sus funciones. Una vez en las prácticas, un tutor se encarga durante un mes de observar y controlar el trabajo realizado, para asegurarse de que verdaderamente ya están capacitados para llevarlo a cabo.
Camareros, dependientes y reponedores de artículos en tiendas son los puestos más ocupados por estas personas. Aunque narra Verónica que el trato con la gente les llega a ruborizar en ciertas ocasiones, muchos de ellos están de cara al público. Sin embargo, suelen realizar tareas seriadas.
Aunque el paso por las empresas suele ser muy positivo y gratificante, todo no es tan fácil. Hay algunos que, aunque se encuentran inscritos en asociaciones que les ayudan, no son capaces de trabajar en puestos ordinarios. Otros están más limitados, sobre todo por la existencia de otras patologías asociadas, como problemas de corazón, de vista o de oído, lo que les imposibilita hablar bien, existiendo para ellos talleres más adaptados a sus deficiencias.
Tras prepararse en la misma asociación, Jesús de Mena logró hacer las prácticas en el conocido restaurante Marruzella. El síndrome de Down no le impidió quedarse fijo tras finalizar el período de prueba, que duró un mes. Sin embargo, el período de crisis afecta a todo el mundo, y en el local no tuvieron más remedio que despedirlo durante un tiempo. Con una mejora posterior que vivió el establecimiento, Jesús volvió a realizar un mes de prácticas y se quedó trabajando definitivamente, siendo hoy uno de los que se encuentran en la cocina cortando y manipulando diversos ingredientes para pizzas y otras comidas. Con 27 años, afirma estar «muy contento» con su trabajo y llevarse muy bien con sus compañeros, quienes le ayudan cuando encuentra alguna dificultad. Javier, el encargado de cocina, es quien supervisa el trabajo de Jesús y quien más trata de que haga bien su trabajo, aunque asegura que «ya no hace falta estar tan encima de él, pues es capaz de hacer su función por sí mismo».
El caso de José María Lozano es algo diferente. Tiene 41 años, y es bastante conocido tanto en el Ayuntamiento como en los medios de comunicación de la ciudad. Con síndrome de Down, y tras un tiempo en Afanas, tuvo la oportunidad, en 2002, de incorporarse a la cadena Cope, realizando un período de formación. Para José María esto significó una gran ilusión. «Me gustaba mucho lo que hacía, me distraía y me sentía muy útil», aclara él. Su madre, Maruja, tiene las mismas palabras para el tiempo que estuvo allí. «Estuvo muy bien, pero más feliz aún estaba cuando Rosa Bautista lo introdujo en Onda Jerez. Allí lo conocía todo el mundo, estaban encantados con él. Llevaba cartas a correos, al Ayuntamiento, no paraba, y se lo pasaba muy bien», afirma Maruja.
En Onda Jerez tuvo, según cuenta él mismo, un espacio de radio que le llenaba de alegría. Se llamaba ‘En clave down’, y tuvo la oportunidad de hablar con diferentes personalidades del flamenco, de la Unión de Hermandades… incluso con el obispo. Trataba temas como la Semana Santa o el Rocío y, como cuenta, «se lo pasaba muy bien, llegando incluso en el año 2006 a recibir el Premio a la Capacidad, algo que fue de las mejores cosas que le han pasado en su vida».
No obstante, el hecho de quedarse parado en el año 2010 significó un gran cambio en su vida. «Después de estar tanto tiempo haciendo cosas, ahora se pasa las horas en casa, muy aburrido, sin tener nada que hacer. Al quedarse sin trabajo, le robaron un poco de su alegría», asegura su madre. Así, José María es un claro ejemplo de superación e igualdad de alguien entrañable para mucha gente.
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