«De acampada con mis abuelos», el programa veraniego que une a grandes y pequeños.

«De acampada con mis abuelos», el programa veraniego que une a grandes y pequeños.

Los niños que participan en los campamentos, con edades entre 6 y 12 años, son nietos y bisnietos de los residentes de Amavir e hijos de los trabajadores y comparten durante una semana numerosas actividades con los mayores.

Carlota Fominaya

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«¿Cuántos años tienes?», pregunta Carlota, de 7 años recién cumplidos, a Leoncio. «¿Cuántos crees?», responde este. «Tienes 30», una cifra que evidentemente ya se le hace todo un mundo a la pequeña. «Casi. Tengo 93», aclara divertido Leoncio. Escenas como esta se viven a diario durante la celebración del programa «De acampada con mis abuelos», los campamentos de verano intergeneracionales de las residencias de mayores Amavir. En ellos las personas mayores conviven en sus propias residencias durante una semana con niños y niñas de entre 6 y 12 años, realizando numerosas actividades conjuntas y compartiendo experiencias y momentos memorables como ese.

Gimnasia, bingos, talleres de cocina, donde se han hecho batidos de frutas, el de creatividad, donde han teñido y personalizado camisetas, o talleres sobre geografía e historia… Carlota, de 7 años, ha disfrutado mucho, tanto que el año que viene piensa repetir, sobre todo «por la guerra de agua en el patio», señala. A su lado Leoncio, de 93 años y medio, reconoce no haberse perdido tampoco ninguna de las refrescantes propuestas. «Aunque me tratan como a un mayor, me considero un chaval», advierte, animado. Y, «pese a que los años no perdonan», reconoce este hombre, el campamento ha logrado que este hombre participe en la clase de gimnasia, donde ha intentado «hacer todo lo que hacían los niños de 8 o 10 años. El solo hecho de intentarlo merece premio», sugiere. A él, que precisamente no pudo tener descendencia, los menores le aportan «muchísima ilusión. Me encantan los niños, que estén por aquí cerca».

Los horarios de los residentes son respetados en todo momento para su descanso y normalidad, sin embargo, contar con la alegría de los más pequeños durante unos días supone para todos una experiencia inolvidable. Está demostrado que las personas mayores implicadas en actividades intergeneracionales se sienten más felices que otros mayores de su misma edad. Además, compartir con los más pequeños su jornada diaria incrementa su actividad física, cognitiva y social, promoviendo el envejecimiento activo y saludable. Para los más pequeños, estas actividades son también una lección de vida, de la que aprenden las experiencias de los mayores y sus historias de juventud.

Principal objetivo

El principal objetivo, que era acercar la realidad de los mayores a los niños, explica Elena García Cepeda, directora de Amavir Ciudad Lineal (Madrid), «lo hemos cubierto con creces». «Se trata de normalizar las relaciones con los mayores, que parece que están excluidos de la sociedad. Integrar las residencias en la vida del barrio, en las ciudades… igual que hay Centros de Salud o de Día, colegios, etcétera. Hay otros servicios y las residencias son uno más». «Hay una visión muy distorsionada de la realidad, muy alejada de lo que en realidad es un centro para mayores. Todavía existen muchos prejuicios pero hay que educar a los niños en valorar a los abuelos y acercarles una realidad que ha venido para quedarse», añade. Lo que ocurre, señala García Cepeda, «es que la vejez, la muerte… Están ocultas. A día de hoy siguen siendo un tabú pero hay que normalizar ambas cosas porque son etapas de la vida«.

Conciliación laboral y familiar

Los niños y niñas que participan en los campamentos intergeneracionales son nietos y bisnietos de los residentes de Amavir, así como hijos de los trabajadores, de tal manera que constituyen también una medida de conciliación laboral y familiar para la plantilla durante la última semana de junio, en la que ya no hay colegio y aún no han empezado los campamentos de verano. Cada centro está acogiendo a una media de entre 10 y 15 niños y niñas, que disfrutan durante esta semana de diferentes actividades educativas y de ocio junto a los residentes de Amavir.

Los campamentos de verano intergeneracionales nacieron hace más de quince años en las residencias que la compañía tiene en Navarra, donde se han convertido ya en toda una tradición, con numerosos premios y reconocimientos. Poco a poco se han ido extendiendo al resto de centros de Amavir en toda España. En esta edición de junio (hay una segunda en septiembre), se están celebrando en 19 centros.



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