23 Ene Cultivar un huerto ayuda a reducir el riesgo de cáncer y mejora la salud mental.
Comen más fibra y hacen más actividad física.
Redacción/Madrid
Científicos de la Universidad de Colorado Boulder, en colaboración con el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), centro impulsado por la Fundación «la Caixa», han evidenciado que las personas que comienzan a cultivar un huerto comen más fibra y hacen más actividad física, dos formas de reducir el riesgo de cáncer y enfermedades crónicas, además de disminuir los niveles de estrés y ansiedad. Según informó ISGlobal este jueves, los resultados del estudio acaban de ser publicados en la revista ‘Lancet Planetary Health’.
De hecho, la autora principal del estudio, investigadora de ISGlobal y profesora del departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Colorado Boulder, Jill Litt, aseguró que «estos hallazgos proporcionan evidencia concreta de que la jardinería comunitaria podría desempeñar un papel importante en la prevención del cáncer, las enfermedades crónicas y los trastornos de salud mental».
Litt dedicó gran parte de su carrera a buscar formas asequibles, escalables y sostenibles de reducir el riesgo de enfermedades, especialmente entre las comunidades con rentas bajas y la jardinería parecía un lugar ideal para empezar. «Vayas donde vayas, la gente dice que hay algo en la jardinería que les hace sentirse mejor» pero es difícil encontrar datos científicos sólidos sobre sus beneficios.
De hecho, algunos estudios observacionales han revelado que las personas que cultivan un huerto tienden a comer más fibra y verdura y a tener un peso más saludable.
CERCA DE 300 PARTICIPANTESAnte esta evidencia, los investigadores reclutaron a 291 adultos de la zona de Denver en Colorado (Estados Unidos) que no practicaban la jardinería, con una media de edad de 41 años. Más de la mitad procedían de hogares con bajos ingresos.
Del conjunto de participantes, la mitad se asignó al grupo de jardinería comunitaria, mientras que la otra mitad constituyó un grupo de control que debía esperar un año para empezar a cultivar un huerto. Ambos grupos realizaron encuestas periódicas sobre su ingesta nutricional y su salud mental, se sometieron a mediciones corporales y llevaron monitores de actividad.
Los participantes en el grupo de jardinería consumían, de media, 1,4 gramos más de fibra al día que los del grupo de control, lo que supone un aumento del 7%. Los autores del estudio señalaron que la fibra ejerce un profundo efecto en las respuestas inflamatorias e inmunitarias, e influye en todos los aspectos, desde cómo metabolizamos los alimentos hasta la salud de nuestro microbioma intestinal y la susceptibilidad a la diabetes y ciertos tipos de cáncer.
SALUD MENTAL
Además, este grupo también aumentó sus niveles de actividad física en unos 42 minutos a la semana. Los participantes en el estudio también vieron cómo disminuían sus niveles de estrés y ansiedad, siendo los más estresados y ansiosos los que experimentaron una mayor reducción de sus problemas de salud mental.
A este respecto, Litt señaló que la conexión social también es importante, ya que «si vienes al huerto con la intención de cultivar tus propios alimentos en un lugar tranquilo, empiezas a mirar la parcela de tu vecino y a compartir técnicas y recetas, y con el tiempo las relaciones florecen».