Cuando el entorno cercano es más peligroso para las mujeres que la calle.

Cuando el entorno cercano es más peligroso para las mujeres que la calle.

Varios datos apuntan a que una buena parte de las violencias machistas están perpetradas por hombres conocidos por las víctimas, algo que ocurre en las agresiones sexuales y en los feminicidios fuera de la pareja contabilizados por primera vez esta semana.

Marta Borraz

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Hombres desconocidos que atacan de noche y por sorpresa en el espacio público, en la calle, un portal o un parque oscuro. Es la imagen que habitualmente se asocia a la violencia hacia las mujeres y el mensaje de alerta con el que suelen crecer y acostumbran a escuchar cuando salen. No es que la situación no se dé de esta forma, pero frente a ella emerge una realidad menos nombrada, pero mayoritaria a la luz de los datos disponibles: buena parte de las violencias machistas se dan en los entornos de las víctimas, hay más hombres conocidos que agreden sexualmente o acaban asesinándolas que desconocidos.

“Es lo que está en el imaginario, lo que hemos oído siempre y lo que está en todos los productos culturales, pero no es lo que nos dicen las cifras disponibles”, apunta la socióloga de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experta en relaciones de género Elena Casado. Que “quien nos asesina, maltrata o agrede es un extraño ajeno a nuestras vidas” es “uno de los falsos mitos más extendidos”, coincide la experta en violencia sexual Bárbara Tardón. O al menos, la parte de la violencia que tradicionalmente se ha visibilizado. “Con ello desenfocamos el problema”, añade la especialista.

Varios datos apuntan a este extremo. El último, la recién estrenada estadística de feminicidios presentada esta semana por el Ministerio de Igualdad, que por primera vez ha contabilizado oficialmente los asesinatos de mujeres de naturaleza machista a manos de hombres que no eran sus parejas o exparejas. Fueron 19 en los seis primeros meses del año. Y en todos los casos había relación previa entre agresores y víctimas: nueve eran descendientes de las mujeres (seis hijos y tres nietos), uno era el padre, otro era otro familiar, cuatro eran vecinos, dos compañeros de piso y otros dos, otro tipo de conocidos.

Se trata de un ejercicio, el de prestar atención a los feminicidios, que en 2018 comenzó a hacer el Consejo General del Poder Judicial en sus estudios anuales de análisis de sentencias por violencia doméstica y de género. Desde entonces, en cada uno de los informes analiza algunos de estos casos. El último publicado, el correspondiente a 2019, estudia 15 feminicidios, de los cuales solo el 12,5% los cometieron hombres que no conocían a sus víctimas. En un 37,5% de los casos eran amigos o compañeros de piso, en un 31,3% familiares y en el 18,8% fueron prostitutas asesinadas por clientes.

Tardón, que forma parte del equipo de Igualdad encargado de la operación estadística, pide cautela a la hora de analizar las cifras precisamente por la falta de antecedentes. “No podemos aventurarnos a sacar conclusiones porque habrá que evaluar tendencias no solo de los próximos meses, sino de los próximos años”, explica. Sin embargo, aunque “hay que profundizar aún más”, sí apunta a que la evidencia disponible permite afirmar que “el contexto de confianza” es clave y “tenemos una cultura relacional en la que ser mujer es un factor de riesgo porque también las relaciones afectivas y cercanas están atravesadas por el poder y el patriarcado”.

En términos similares se expresa la magistrada y fundadora de la Asociación de Mujeres Juezas Lucía Avilés: “Una cosa importante que se extrae de estos datos estadísticos es la confirmación de que, al final, el entorno privado, el entorno de las mujeres, la pareja, la familia, el vecindario… en definitiva, el ámbito privado, se convierte en un factor de riesgo en el caso de los feminicidios. Algo que ya veíamos en los datos de violencia sexual. Suelen ser personas conocidas las que ejercen contra las mujeres este tipo de violencia”.

Es algo que incluso ha corroborado Naciones Unidas, que en 2018 publicó un estudio en el que aseguraba que “la mayoría de las víctimas de homicidio mujeres en todo el mundo son asesinadas por sus parejas o familiares”. Si bien la mayoría de las víctimas de homicidios son hombres, apunta el organismo, en el caso de las mujeres “pagan un precio muy alto” al estar atravesadas por “la desigualdad de género y la discriminación”. “El hogar es el lugar más peligroso para las mujeres”, concluyó la ONU.

De hecho, la violencia de género es violencia ejercida en uno de los entornos más íntimos, el de las relaciones de pareja o expareja y que en su expresión más brutal puede llegar al asesinato. Lo ha hecho en 1.159 ocasiones desde 2003, año en que comenzaron a contabilizarse oficialmente estos crímenes. La extensión de esta violencia es tal que la mitad de las mujeres que mueren asesinadas en nuestro país lo hacen por esta causa. Así, según las cifras del INE, en 2019 hubo 109 muertes violentas de mujeres, 55 de ellas a manos de sus maridos, parejas o exparejas.

La violencia la cometen ‘los otros’

Si en un ámbito se ha reproducido con más fuerza el mito del autor desconocido es en el de las agresiones sexuales. De nuevo, no es que no existan ataques a mujeres por sorpresa, pero tradicionalmente solo se ha visibilizado este tipo. Sin embargo, según los datos disponibles, la mayor parte de la violencia sexual la perpetran hombres conocidos de las víctimas. En concreto, seis de cada diez casos, según la última Macroencuesta de Violencia sobre la Mujer, de 2020. En el caso de las violaciones, el 20% las cometen desconocidos frente al 80% de conocidos, familiares o amigos.

“La invisibilización de estas violencias responde a varios factores. Está la consideración de la familia como espacio seguro y ‘de los nuestros’ frente a ‘los otros’, ‘los bárbaros’ que las cometen. También el mensaje del ataque de desconocidos opera como mecanismo de control de las mujeres: si estás donde te toca, no en la calle y de noche, te estás protegiendo. Por otro lado, creo que el propio hecho traumático de que una agresión la perpetre alguien que está en tu red cercana y de confianza hace que sea más difícil hablarlo y nombrarlo”, explica Casado.

Tardón también apunta a que esta dimensión recalca que “todas las violencias machistas están interrelacionadas”, no son aisladas y producto de un hombre “desalmado” o un “monstruo”, como a veces se transmite. “Si obviamos quiénes ejercen violencia machista estamos invisibilizando su carácter estructural, es decir, que forma parte de una manera sistemática de entender la masculinidad y las relaciones”, concluye Casado.

En este sentido, Tardón apunta a uno de los hallazgos del recuento de feminicidios hecho en el primer semestre que más le ha impactado y “más análisis e investigación científica” requerirá: la violencia de hijos y nietos hacia madres y abuelas. “Una forma de violencia invisibilizada e infrarrepresentada que demuestra que las mujeres no son solo asesinadas por sus parejas o exparejas, también hay una violencia ascendente que está oculta y carente de recursos para poder enfrentarla”, sostiene la experta.



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