10 May ¿Cuál es el horario oportuno para aprender?
Un centenar de centros valencianos adoptarán para el próximo curso la jornada continua, una decisión a debate entre los expertos.
Kristin Suleng
El saber no ocupa lugar, sin embargo, el cambio voluntario en la estructura del tiempo escolar despierta el debate educativo de los últimos meses en la Comunidad Valenciana. Tras las elecciones celebradas esta primavera en más de 200 colegios de Infantil y Primaria de todo el territorio, un centenar de centros valencianos adoptarán para el próximo curso la jornada continua, un horario intensivo en el que desaparece la parada del comedor a favor de una presencialidad que acaba a las dos de la tarde.
El modelo que compacta el horario en la mañana no acaba de convencer a especialistas como Daniel Gabaldón, profesor Sociología de la Educación en la Universitat de València. Desde que empezara en Canarias en los años 80 como respuesta a la explosión demográfica escolar y la falta de infraestructuras, la jornada continua en España avanza de región a región “sin estudios serios de ninguna autonomía que haya hecho públicos sus efectos”, señala este investigador, quien reconoce que todavía son pocos los académicos que se sumen al debate escolar. “En muchos casos, no se quieren confrontar con los maestros”, señala.
Para este sociólogo, la política laboral se confunde con la política educativa, “los padres defendiendo la conciliación y los maestros la jornada de trabajo, pero no hay argumentos pedagógicos que respalden el cambio. Hay que organizar los horarios no para que se alineen con las necesidades de los adultos, sino de los niños”, recalca Gabaldón, autor del proyecto TIME, cuyas conclusiones apuntan que el alumnado de la jornada continua hace más deberes para compensar lo que no acaban en la escuela, duermen menos, hacen algo más de deporte reglado y pasan más tiempo ante las pantallas.
“Pese a la evidencia, no nos hacen caso. Defendemos prudencia para estudiar si el cambio es positivo o negativo”, lamenta la socióloga Sandra Obiol, coautora con Gabaldón de una guía sobre los varios escolares en 2017. Un argumento por el que se defiende la jornada continua se vincula a la maternidad intensiva, señala esta profesora de la UV. “La flexibilidad solo mejora en el caso de las familias con mejores condiciones. La jornada continua se va a cargar más en las mujeres. El horario escolar no es un motor de cambio del resto de horarios, al menos no lo hemos vistos en el resto de las Comunidades”, recalca Obiol, quien describe la escuela a tiempo completo como el modelo que mitiga la pérdida de contenido educativo y proporciona un aprendizaje más homogéneo y con menor diferencia social.
Según esta especialista, los efectos del cambio de jornada todavía necesitan más análisis. “Es una realidad de colegio público, de clases trabajadoras y medias. Es un horario perjudicial que juega con las familias más vulnerables. También hay que atender el derecho a la conciliación del profesorado. El horario tiene ser progresivo con la edad, no puede ser que un niño de cuatro años y otro de doce tengan el mismo horario. España tiene las horas lectivas muy concentradas, porque alarga mucho las vacaciones en periodo estival”.
Sin posicionarse en ninguna opción, la pediatra Pilar Codoñer, jefa de Servicio de Pediatría del Hospital Universitario Dr. Peset, aboga por una “estructuración adecuada” del horario escolar. “En una jornada con horarios muy claros, se ven beneficios en las rutinas diarias. Hay niños que cuando van al colegio están menos gorditos que cuando están en casa de vacaciones, sin un horario estructurado, porque los padres trabajan y comen a las tres de la tarde”, subraya esta catedrática de Pediatría de la UV al referirse al actual 16% de obesidad de la población.
Lo adecuado para el alumnado, sostiene Codoñer, es comer entre las doce y la una en el propio colegio. “El papel del comedor escolar es muy importante tanto educacional como nutricionalmente, pero nos lo estamos cargando. Lo que consumimos en la primera mitad del día es una alimentación que nos aprovisiona de una energía que se va a quemar en el resto de la jornada. Según estudios españoles comparativos, comer por la tarde engorda más con la misma cantidad de calorías. El 75% de la comida debería consumirse en la primera parte del día”.
Sin embargo, no todas las voces desde la academia comparten el discurso. Para la socióloga María Elena Fabregat, de la Universidad de Alicante, las necesidades biológicas vinculadas al desarrollo de los menores no deben desplazar al contexto social de los escolares. “Es importante considerar los momentos de descanso y acomodar a la exigencia académica de cada etapa, pero lo temerario es centrar el debate en el rendimiento académico. Para reducir la desigualdad académica lo que hay que reducir es la desigualdad social. Lo que hay que reivindicar es el mejor aprovechamiento de las instalaciones escolares. Cerramos demasiado pronto los colegios, y eso perjudica a los grupos más vulnerables, para quienes la escuela es muchas veces un salvavidas. Los proyectos vespertinos hay que trabajarlos con ese enfoque”, concluye.
La cronopedagogía, el centro del debate
Junto con la obesidad, el déficit crónico de sueño representa un problema clave asociado a la alteración del horario en los menores. En el debate escolar subyace el problema del manejo del tiempo, señala Gonzalo Pin, jefe del Servicio de Pediatría de Quirónsalud Valencia y director de la Unidad del Sueño, que pone en el centro a la cronopedagogía. “Los jóvenes no aprenden a la misma hora, existen unos ritmos de aprendizaje, y los horarios han de depender de la edad. En la persona preadolescente o adolescente se produce un retraso fisiológico del inicio de la secreción de melatonina, por lo que tiende a dormirse más tarde y a despertarse más tarde. Sus ritmos de aprendizaje son mínimos entre las 8 y las 10 de la mañana. El horario ideal sería un inicio de las 9 de la mañana finalizando a las 16:30, aprovechando un horario de nutrición entre 13:30 y 14:30″, sugiere este pediatra.
En los últimos años, la cantidad de horas que duermen los españoles jóvenes ha disminuido una velocidad nunca registrada. “Todo esto lleva a la propensión a problemas como la diabetes, la hipertensión o la obesidad. Tenemos muchos estudios sobre la calidad del sueño, pero no hemos sido capaces de implicar a la sociedad. Hay un problema de educación sanitaria, con unos docentes y un alumnado sobrecargados”, remarca Pin.