Crece un 44% las personas que dejan su trabajo por no poder costear el cuidado de familiares

Crece un 44% las personas que dejan su trabajo por no poder costear el cuidado de familiares

Durante los últimos 5 años, el número de inactivos que no buscan empleo para cuidar a personas dependientes se ha incrementado un 2,3%.

REDACCIÓN

Coincidiendo con la celebración el próximo 15 de mayo del Día Internacional de la Familia, la Fundación Adecco, con la colaboración de la compañía Previsora Bilbaína, ha realizado un análisis de las familias que atraviesan más dificultades, en este caso por tener a una persona con discapacidad entre sus miembros, cuya principal conclusión es que crece el número de personas inactivas por dedicarse a cuidar de familiares dependientes.

De hecho, durante los últimos 5 años, el número de inactivos que no buscan empleo para cuidar a personas dependientes se ha incrementado un 2,3%, pasando de 526.700 a 538.900. Atendiendo a las razones concretas por las que no buscan trabajo, las personas que se han retirado del mercado por no poder costear los servicios adecuados para el cuidado de adultos enfermos y/o personas con discapacidad, han crecido en una proporción mucho mayor, el 44%, pasando de 74.300 inactivos en 2012 a 107.100 en 2017. En total, representan en la actualidad el 19,9% del total de inactivos por cuidado a personas dependientes, frente al 14,1% de 2012.

Se trata de la variable que más ha crecido durante el último lustro y cada vez se contabilizan más inactivos que se retiran del mercado por cuidar a personas dependientes, destacando, por encima de todos, aquellos que no buscan empleo para cuidar a adultos enfermos o personas con discapacidad.

Tal y como apunta Myriam Ganado, consultora de la Fundación Adecco y experta en familias, “compatibilizar la vida personal y laboral es un reto para todos los profesionales, que se convierte en todo un desafío cuando hay una persona con discapacidad en la unidad familiar. Por este motivo, no pocos trabajadores deciden retirarse del mercado para ocuparse directamente de su familiar, al no poder costear a una persona que le brinde los cuidados adecuados. Ello explica que los inactivos por cuidar a adultos enfermos o personas con discapacidad, sean los que más se han incrementado de todos los que se retiran del empleo para cuidar a personas dependientes”.

Les siguen en incremento, aunque de lejos, los inactivos por no poder costear los servicios adecuados para el cuidado de niños, que han crecido un 6,6% en el último lustro. En el resto de los supuestos, se observa un decremento, según datos basados en la Encuesta de Población Activa (variables de la submuestra) y en una encuesta a 500 personas que conviven con alguna persona con discapacidad.

Atendiendo a estos datos, ¿cuál es el perfil del profesional que se retira del mercado para cuidar a su familiar con discapacidad? Se trata mayoritariamente de una mujer (86,3%), mayor de 45 años (88,4%), según datos del INE.

En este sentido, Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco, destaca que “estos datos vienen a constatar 2 realidades: en primer lugar, en nuestra sociedad sigue muy arraigado el rol femenino como cuidadora de la familia y del hogar y, en segundo lugar, las mujeres mayores de 45 años son las que más dificultades encuentran en el mercado laboral y, por tanto, las primeras que deciden retirarse cuando la situación familiar lo requiere, ante la falta de expectativas profesionales”.

En la misma línea, el director general de la Fundación Adecco añade que “los seniors son una fuerza laboral imprescindible para el mantenimiento de nuestro Estado del Bienestar. El reto es que puedan convertir el cuidado de su familia en su profesión, dotándola de reconocimiento económico y social, a través de colaboración público-privada que les permita seguir aportando a la economía a la vez que se realizan profesionalmente”.

Si bien no todos los profesionales con familiares con discapacidad se retiran del mercado laboral, los que en él permanecen encuentran obstáculos y dificultades añadidas. Este hecho condiciona las posibilidades de empleo de los trabajadores, que tienen que encontrar jornadas laborales y medidas de flexibilidad que hagan compatibles vida personal y profesional.

En esta línea, más de la mitad de los encuestados (55%) declara haber tenido que rechazar empleos y/o promociones porque no eran compatibles con la atención y el cuidado a su familiar. Concretamente, un 35% admite haber tenido que rehusar ofertas de trabajo, mientras que un 20% se ha visto obligado a rechazar promociones que exigían una mayor dedicación profesional.

A este respecto, Francisco Mesonero advierte que “las insuficientes medidas de conciliación suponen una pérdida de competitividad para las empresas, pues cada persona que rechaza un empleo o promoción por este motivo es talento desperdiciado. En pleno siglo XXI, urge impulsar políticas de flexibilidad que permitan a los profesionales dar lo mejor de sí mismos sin renunciar a lo más importante para ellos: su familia”. De hecho, un 75% de los encuestados demanda más medidas de flexibilidad y conciliación para compatibilizar su desarrollo profesional con el cuidado de su familia.

Pese a esta demanda evidente, las políticas de conciliación tienen aún mucho recorrido en nuestro país, ya que la mayoría de las medidas de flexibilidad tienen una implantación inferior al 50%. Sólo la posibilidad de abandono del puesto de trabajo ante emergencias familiares (75%) y los viernes por la tarde no laborables (67%) han conseguido arraigar en las empresas de nuestro país.

En este sentido, Myriam Ganado, asegura que: “la futura inserción laboral de los menores no es viable sin el apoyo familiar y más aún si éstos tienen discapacidad. Necesitan pasar tiempo con sus padres, pues ellos son su primera referencia y los responsables de inculcarles valores como la igualdad de oportunidades, la autoestima, la confianza o la fortaleza”.

En su opinión, “no se trata de sobreprotegerles, sino de invertir en su autonomía, y eso sólo es posible con tiempo de calidad que les proporcione seguridad en sí mismos. Privar a los menores con discapacidad de la compañía de sus padres es un retroceso; mientras que facilitársela es una apuesta de futuro. La idea no es que los progenitores descuiden sus responsabilidades laborales, sino que puedan flexibilizarlas para compartir momentos de calor, afecto y ocio con sus hijos con discapacidad”.

El teletrabajo: una solución con escasa implementación
A destacar que una de las medidas que tiene una menor implementación, el teletrabajo, sería, precisamente, la solución a los problemas de conciliación de las familias. En este sentido, un 80% de los encuestados encontraría en el trabajo la mejor salida para compatibilizar sus necesidades familiares con el cuidado de los suyos, pero sólo un 12% puede desempeñar sus funciones de forma telemática, mientras que un 5% afirma que “sólo a veces”. Así, un mayoritario 83% destaca que su empresa no le permite teletrabajar, en ningún caso.

Si sólo un 12% de los profesionales con hijos con discapacidad puede teletrabajar, los datos generales de España son aún menores: sólo un 6,7% de los empleados ejerce el teletrabajo, según la OIT. A pesar de que fue una de las apuestas de la última reforma laboral, esta fórmula parece no cuajar en las empresas de nuestro país, donde aún prima la cultura del presentismo, es decir la necesidad de presencia física del trabajador en su puesto, comentan desde la Fundación Adecco.

De hecho, según Francisco Mesonero “la empresa sigue mayoritariamente anclada en un modelo que prima la autoridad y la jerarquía: los superiores se sienten más seguros ejerciendo un control visual sobre sus empleados, en lugar de apostar por la confianza en ellos y valorar su rendimiento por objetivos. Es necesario impulsar un cambio de mentalidad, pues está demostrado que la cultura del presentismo no funciona. De hecho, España es uno de los países donde trabajamos más horas, pero no somos de los más productivos”.

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