Sin miedo no hay coraje para el cambio

Sin miedo no hay coraje para el cambio

Autor: Ana Isabel Esteban

Presidenta de Solidaridad Intergeneracional

 

Ha pasado un Siglo desde la última pandemia global calificada como la más devastadora de la historia, la mal llamada gripe española de 1918-1920 que posiblemente surgió en marzo, en Fort Riley –EE.UU. España dio a conocer el problema y se quedó con el nombre, mientras otros países de Europa y América, y a pesar de sufrirla, miraron a otro lado para seguir batallando en la primera guerra mundial que finalizó en noviembre del 1918.  Una gran parte de los habitantes del planeta que sumaban 1.650 millones, se contagiaron y murieron entre 40 y 100 millones de personas. Principalmente jóvenes y también del resto de edades.

 

Ante el miedo a la enfermedad y la muerte, las gentes se concentraban en torno a los centros religiosos para rezar a su dios. Allí se les influía para que creyesen que era un castigo divino, porque cometían pecados. Y lo que se producía era el contagio por proximidad, porque aquel virus es de la familia del que ahora nos ha venido a visitar  de nuevo, en marzo de 2020, sin haberle siquiera invitado.

 

En estos 100 años el mundo ha cambiado -el agua potable, la higiene, la alimentación, la sanidad, la tecnología, la ciencia, la economía, la educación- y  en poco se parece a lo que ahora tenemos una parte de los 7.700 millones de habitantes, de los cuales cuentan con más de 65 años 700 millones, cifra nunca antes conocida.

Hasta que no han mandado parar y nos han obligado a quedamos en casa para salvar la vida de los nuestros y la propia, vivíamos como si no hubiese un mañana, sin tiempo para lo importante, siempre corriendo, sin poder llegar a la meta porque ésta seguía alejándose. El consumismo de los países ricos, la globalización sin normas que acrecientan las desigualdades, el hambre, los desplazados, la contaminación, la España vaciada, la desertificación, el cambio climático…. El coronavirus COVID-19 lo ha cambiado todo. Tanto China, donde se inició la pandemia, como Europa, hoy muy afectada, han mandado parar. Parar los países, parar su economía hasta ver como vencer al virus que prevén pueda matar a un 3% de la población mundial sino se hiciese nada por contener el contagio, hasta que se logre la vacuna.

Llevamos pocos días de encierro obligado y ya nos damos cuenta que el sistema económico hace aguas, que volverá la crisis económica, el desempleo, las dificultades, la ruina para demasiada gente. Otros ni siquiera podrán contarlo. Pero estamos aprendiendo con este virus lo que es el distanciamiento social, la soledad, los cuidados, el valor del medio rural despensa y protector, la distancia de dos metros, el teletrabajo, la información en redes, las reuniones telemáticas y la solidaridad entre generaciones, ya que en esta ocasión, son más los mayores que sufren su mayor letalidad, frente a otras edades.

Nos creíamos dioses y solo somos homo sapiens que se siguen contagian de otros animales, como ha ocurrido en  nuestra historia.  Ahora tenemos el conocimiento y la tecnología que podría haberlo evitado, pero nos encontró mirándonos el ombligo. Y yo me pregunto ¿Que se habría hecho sino no tuviésemos un teléfono inteligente en las manos?

De nuestros miedos nacen nuestros corajes, y en nuestras dudas viven nuestras certezas. Los sueños anuncian otra realidad posible… dice  Eduardo Galeano.



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