Cómo referirse a las personas con discapacidad: «No somos disminuidos ni minusválidos, tampoco tenemos diversidad funcional».

Cómo referirse a las personas con discapacidad: «No somos disminuidos ni minusválidos, tampoco tenemos diversidad funcional».

La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica ha reeditado y actualizado su ‘Manual de Lenguaje Inclusivo’ para que la sociedad sepa cuál es la manera más correcta de dirigirse a ellas.

Merche Borja

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La Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica ha reeditado y actualizado recientemente su Manual de Lenguaje Inclusivo, un extenso documento en el que ofrece a la sociedad unas pautas para el uso de un lenguaje correcto, respetuoso y consensuado para referirse a las personas con discapacidad, y hacerlo, además, de una manera no sexista.

Este manual recoge, sobre todo, la manera en la que las personas con discapacidad quieren ser mencionadas y visibilizadas en la sociedad, un paso «previo necesario para adoptar conductas y comportamientos inclusivos con nuestro grupo social, normalizar la discapacidad y tratarnos con naturalidad», según explica el presidente de COCEMFE, Anxo Queiruga.

«Por eso publicamos este manual, para que la gente aprenda cómo dirigirse a una persona con discapacidad y cómo deben llamarnos, porque la forma en la que hablamos es la forma es la que tratamos a la gente con discapacidad, y nosotros vemos constantemente que la gente no sabe cómo hacerlo», añade Daniel-Aníbal García Diego, secretario de Finanzas de la Confederación, «las personas pensamos como hablamos, y el lenguaje es lo que marca cómo pensamos sobre las personas con discapacidad. Por eso es tan importante intentar cambiar el lenguaje, pues es un poderoso instrumento para cambiar lo que pensamos y cómo consideramos a las personas con discapacidad».

Ante todo, personas, no disminuidos

Lo primero que quieren destacar en el Manual de lenguaje inclusivo es que, por encima de cualquier condición, las personas con discapacidad son eso, personas «con muchos y diferentes atributos, entre ellos tener discapacidad», afirma Queiruga. «No somos discapacitados, ni disminuidos, ni minusválidos somos personas con discapacidad», aclara. «Lo primero es decir ‘persona’ y añadir ‘con discapacidad’ como un elemento importante, relevante. No queremos obviar la etiqueta, queremos reconocerla, pero ante todo somos personas, no discapacitados. Decir persona con discapacidad para la gran mayoría del sector es la manera correcta de dirigirse a nosotros», afirma Daniel-Aníbal García Diego. Además, el término ‘persona con discapacidad es el único término válido y consensuado que contempla la Convención Internacional sobre los derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas.

Ante todo somos personas, no ‘discapacitados’. Decir ‘persona con discapacidad’ es la manera correcta de dirigirse a nosotros

«Las personas tampoco sufrimos o padecemos una discapacidad, ni somos víctimas de ella», remarca el presidente de COCEMFE, aclarando que «lo que sufrimos las personas con discapacidad es la discriminación cuando estamos en un entorno con barreras o carecemos de apoyos adecuados que respondan a nuestras necesidades».

«El hecho de que toda la sociedad adoptemos un lenguaje inclusivo para referirnos a las personas con discapacidad es fundamental para garantizar nuestra inclusión y participación activa en la sociedad», destaca Anxo Queiruga, que hace hincapié en que «el lenguaje es muy importante, puesto que es capaz de incluir en una sociedad, pero también de discriminar y de perpetuar estereotipos y falsas creencias sobre nuestro grupo social».

Tampoco con diversidad funcional

En el Manual de Lenguaje Incluso de COCEMFE también se deja claro que, así como no son ‘minusválidos’ ni ‘disminuidos’, términos peyorativos que vulneran la dignidad de las personas con discapacidad, tampoco tienen ‘capacidades diferentes o diversidad funcional’, términos que restan valor a la problemática que supone tener discapacidad, «usar estos eufemismos es no llamar a las cosas por su nombre, es como si hubiera que evitar determinados términos porque son negativos. Si, por ejemplo, no llamas a una persona ‘tullida’ es porque lo concedieras negativo, pero si evitas la palabra ‘discapacidad’ es porque también lo consideras algo negativo», alerta Daniel-Aníbal García.

El lenguaje es muy importante, es capaz de incluir en una sociedad, pero también de discriminar y de perpetuar estereotipos y falsas creencias

La alternativa es, por tanto, llamar a las cosas por su nombre, sin minimizar su impacto ni dulcificarlas, porque las invisibiliza, «hay que llamar a las cosas lo que son. Ni usar términos peyorativos como insultos ni disfrazar la realidad. Al fin y al cabo, hablar de ‘capacidades diferentes’ o ‘diversidad funcional’ es seguir reconociendo que decir ‘discapacidad’ es algo negativo. Por eso preferimos ‘personas con discapacidad’. No queremos que se dulcifique o suavice, queremos que se normalice, y quien no se atreve a nombrar la realidad, la invisibiliza y nos quita reconocimiento social», insiste García.

Decir ‘Soy autista’ o ‘soy cojo’, ¿es lenguaje inclusivo?

Además de revelarse, por un lado, contra los términos peyorativos y por otro contra los eufemismos, en determinados colectivos también defienden su derecho a que su identidad sea reconocida, pues, para ellos, tener una determinada condición o discapacidad es parte de lo que son. Es el caso, por ejemplo, del movimiento ‘soy autista’, que prefieren que se dirijan a ellos como autistas y no como personas con autismo, o las personas ciegas o sordas.

No queremos que se dulcifique la discapacidad, queremos que se normalice. Quien no se atreve a nombrar la realidad, la invisibiliza

Aunque estos casos no están contemplados en el Manual de Lenguaje Inclusivo, Daniel-Aníbal García considera que sí son inclusivos, pues «para ellos es su identidad, es la defensa de su identidad, de un elemento diferencial… Decir ‘soy ciego’, ‘soy cojo’ o ‘soy sordo’, por ejemplo, en lugar de tengo ceguera o autismo es una defensa de su identidad y, en caso como las personas sordas, una defensa de su cultura, la cultura sorda… Es muy distinto a decir ‘soy discapacitado'», matiza.

Para que la manera de dirigirnos a las personas con discapacidad sea la adecuada, es imprescindible que cale en todos los sectores de la sociedad, sobre todo en los medios de comunicación, creadores de contenido (contenidos audiovisuales, diseños gráficos, videojuegos y cualquier otra representación visual o artística…) y, muy especialmente, desde los poderes públicos, «es urgente cambiar el término de la Constitución. Por un lado, el término ‘disminuido’ en sí, porque es odioso y sigue considerando la discapacidad como algo negativo… y también el artículo 49, porque sigue considerando las políticas públicas con una visión muy rehabilitadora, de prestación de servicios más que de reconocimiento de derechos. También debería darse contenido a este artículo 49, pues en la actualidad es un artículo vacío, caduco y que ya no dice nada», reivindica.



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