¿Cómo explicar la muerte a los más pequeños de la familia?

¿Cómo explicar la muerte a los más pequeños de la familia?

Los expertos recomiendan evitar las metáforas y no tener miedo a la hora de abordar un diálogo al respecto con los niños

REBECA YANKE – MADRID

«¿Y ahora el abuelo cómo va a leer, si no se ha llevado las gafas?», «¿te vas a morir también tú?», «¿quién me va a llevar al colegio?». Éstas son sólo algunas de las cosas que pueden preguntar, y suelen preguntar mucho, los niños cuando alguien cercano ha muerto. En una sociedad en la que hay palabras que ya no se emplean, como plañidera, y situaciones que ya no son comunes, como un velatorio, explicar la muerte a los pequeños, y también a los adolescentes, puede ser tan complicado como asumirla siendo adultos.

Perdidos ciertos ritos y costumbres, aceptar que la muerte es parte de la vida se complica porque se carece de «naturalidad» cuando llega, y siempre llega, la hora de hacerle hueco en el día a día. Si la tendencia es no hablar de lo que duele, ¿cómo transmitir a los menores qué significa exactamente morir? El esfuerzo vendrá dado por tres vertientes: amor, valentía y sencillez.

Para empezar, olvídese de las metáforas, especialmente si se dirige a niños muy pequeños porque tienden a entenderlo todo de forma literal. Antes de abordar una explicación religiosa o espiritual, ocúpese de dejar claro el plano físico, es decir, que tras la muerte el cuerpo deja de funcionar y que siempre existe una causa física que la provoca.

«La muerte se ha institucionalizado», considera Patricia Díaz Seoane, psicóloga y autora de Hablemos de duelo, un manual práctico editado por la Fundación Mario Losantos del Campo cuyo objetivo es reivindicar que la muerte también ha de explicarse en las escuelas y que no es algo que los padres deban evitar por miedo a provocar dolor a sus hijos.

«En España, hemos perdido la naturalidad con respecto a la muerte. Hay muchos países más avanzados en cuidados paliativos que siguen favoreciendo el hecho de morir en casa, aspecto que facilita mucho, algo que antes se daba de manera natural aquí», continúa esta profesional.

¿Cómo conseguir que los niños crezcan entendiendo la muerte y evitar así males futuros y mayores? Hay algunos conceptos fundamentales y el primero es transmitir que morir es irreversible, que el abuelo no «se fue» a ningún lado sino que murió y no lo volveremos a ver. La segunda idea de la que echar mano es la universalidad: todos moriremos. Pero, ojo, no hace falta recordárselo a cada instante.

Es decir, si el niño ya ha tenido la desgracia de perder a una persona cercana, es probable que se pregunte a quién más puede pasarle y que espete «Mamá, ¿tú te vas a morir». En situaciones como ésta, la guía de la Fundación Mario Losantos del Campo -en la que ha colaborado la empresa funeraria Parcesa- anima a postergar la realidad o responder con «pequeñas mentiras». «Cariño, sí, me voy a morir, pero dentro de muuuuuuuchos años, cuando tú seas mayor y tengas tu propia familia» es una respuesta posible.

¿Y el recurso del cielo? «Antes de explicar cualquier creencia de corte espiritual, el niño debe haber entendido previamente el plano físico de la muerte. Después, hay que asegurarse que la explicación no da lugar a errores, como pensar que el fallecido está ‘en una nube’, o ‘arriba’… Mejor es apelar al recuerdo, por ejemplo: ‘A mí me gusta recordar el aperitivo al que nos invitaba el abuelo los domingos, así que cuando digo cielo me lo imagino tomándose el aperitivo'», expone Díaz Seoane.

El duelo: un proceso diferente en cada persona

Un poema muy breve de la francesa Martine Broda explicaba el proceso de aceptar la ausencia: «Duelo duelo duelo / pliego de hojas horadado por el pensamiento». En palabras más sencillas, como las que se emplean en la guía de la Fundacion Mario Losantos del Campo, «duelo es el proceso de adaptación normal que sigue a la pérdida de un ser querido».

En los niños, el duelo, según amplía el manual, «se resuelve más rápido» que en los adultos. Es más, «la vida del niño no suele interrumpirse sino que sigue su ritmo». Ahora bien, como con los adultos, resulta imprescindible «mantener las rutinas» y activar «la expresión emocional».

Continúa el manual: «Cuando hablamos del duelo infantil, habitualmente partimos ya de una creencia errónea: pensamos que el duelo en los niños es poco común y no tenemos en cuenta que, mientras crecen, las personas se exponen a distintas pérdidas vitales que hay que elaborar. El duelo infantil es mucho más común de lo que solemos pensar: en la vida es común experimentar la pérdida de seres queridos desde una edad temprana (abuelos, bisabuelos, mascotas, padres).

En la bibliografía de esta guía se menciona un libro que ha inspirado una de las películas españolas que más comentarios recibe últimamente: Un monstruo viene a verme. «Para padres e hijos leer este libro o ver la película juntos es una oportunidad para dos cosas estupendas: pasar un buen momento en familia y, además, ir introduciendo poco a poco el tema de la muerte. Lo mismo ocurre con los cuentos o relatos, fomentamos la lectura y, luego, podemos hacer con ellos una pequeña reflexión crítica adaptada a su edad», apuesta Díaz Seoane. Porque, lamentablemente, los monstruos no dejan de venir a vernos. Nunca.

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