15 Abr Cómo evitar que la fatiga pandémica vuelva a tus hijos antisociales.
Nora Rodríguez es educadora, consultora de organismos multilaterales y autora de «Educar para la Paz, la neurociencia de la felicidad responsable».
S.F
¿Por qué hoy cada vez más niños y adolescentes se retrotraen hacia el interior y rechazan la interacción social? Hagamos un rápido resumen. Los seres humanos estamos intentando vivir con normalidad una situación pandémica inesperada y con perspectivas de un futuro que no sabemos muy bien cómo será. Por otro lado, todos los padres hemos enseñado a nuestros hijos a ser amables, generosos, compasivos y, sin embargo, ahora les negamos la oportunidad de ponerlo en práctica. El aislamiento como tal tiene efectos claros en los niños del mismo modo que el los adolescentes, que podemos resumir en dos palabras: fatiga pandémica. Ahí entran todas las manifestaciones de cansancio que antes o después manifiestan, como agotamiento, estrés, sensación de soledad, bajón emocional, agobio, deseo de escapar, falta de aire, tendencia a discutir, negarse a hacer las tareas escolares…
Ninguna de estas manifestaciones mejora con preguntas insistentes sobre cómo están o qué les pasa, ni dejándolos a su aire, es decir, zambullidos en más horas de juegos virtuales. De modos que sea porque los adultos no saben cómo acercarse, o porque los hijos no tienen ganas de responder, lo cierto es que hay momentos en que es necesario tomar otras medidas, como dar paseos juntos, salir en bicicleta, así como realizar actividades en casa que gusten a la familia.
Ahora bien, qué pasa si ante el ensimismamiento que empiezan a manifestar en algún momento se oye de boca de nuestros hijos «¿cuánto hay que esperar a que esto termine?». La respuesta es simple, di «no lo sé». Porque lo cierto es que tu hijo está siendo auténtico. Lo seres humanos no podemos actuar durante mucho tiempo como no nos sentimos. No es complicado entender que el miedo a ser juzgados ha aumentado con las clases online. De hecho, varias investigaciones ya ponen el foco en «la fatiga del Zoom», debido a que las videollamadas involucran niveles antinaturales de contacto visual, de mirar nuestro propio reflejo, así como la incapacidad para moverse y la dificultad para interpretar el lenguaje corporal de los compañeros de clase y/o docentes con quienes comparten muchas horas al otro lado de la pantalla.
Que se les ha agotado la energía y la motivación al no poder estar cerca de los compañeros de clase y/o amigos durante tanto tiempo. Que pudieron haberse olvidado de compartir emociones mirándose a los ojos, que es como activamos mejor nuestras neuronas espejo para poner en marcha la empatía y compartir emociones y pensamientos. Algunos niños puede ocurrir que incluso que se hayan empezado a sentir poco interesantes para los amigos por falta de contacto. Y ni qué contar si los adultos les habían asegurado que no pasaría nada y perdieron a algún ser querido.
Si es así, estas son las seis claves que has de tener en cuenta.
1) Acepta que puede ser para tu hijo agotador actuar constantemente alegre y esperanzado cuando el medio en que vive está permanentemente atento a qué ocurre con la pandemia. Tu hijo no viene de otro planeta, habita en este.
2) Si los niños escuchan permanentemente quejas, pesimismo y tristeza, es posible que imaginen que ellos son parte del problema, así que encárgate de demostrarle que es lo mejor que te ha pasado en la vida.
3) Acepta que al principio de encierro si para tu hijo no era problemático, ahora haya cambiado y se le hizo más complicado a medida que avanzaba, especialmente si está en el inicio de la pubertad o de la adolescencia-
4) Refleja su estado interior si ante tus preguntas te responde cortante con un «no tengo nada que decir», cuando ves que está triste. En tiempos de pandemia los estados emocionales y la energía en general sube y baja en oleadas, dependiendo de lo ilusionados que se sientan en un momento dado. Así que responde sin reproches: «¿No tienes nada que decir?», y espera a que la ola baje.
5) Abre tu corazón para reconocer que, si bien las relaciones cercanas son las más positivas, también las más exigentes.
6) Acepta que tus hijos necesiten tiempo para sí mismos ya que los efectos del trauma o la depresión relacionados con la pandemia no desaparecerán de la noche a la mañana. Así que deja que organice su «espacio para estar consigo mismo», con fotos, libros, dibujos, poemas, recuerdos… Porque lo creamos o no, en la era de la transparencia, no siempre hay que compartirlo todo.