¿Cómo es el dolor de las personas con alzhéimer?.

¿Cómo es el dolor de las personas con alzhéimer?.

El alzhéimer causa dolor en el paciente, pero sobre todo en su entorno.

Stefano Traverso 02/10/2023

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El alzhéimer es un tipo de demencia que causa problemas en la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Los síntomas de esta enfermedad se suelen desarrollar de manera lenta y van empeorando con el paso de los años. Se trata, sin duda, de una dolencia tremendamente dura, que causa mucho dolor tanto al propio paciente –cuando la enfermedad no está aún avanzada– como, especialmente, a todo su entorno.

El doctor Alfonso Vidal Marcos, Coordinador de Anestesiología y Reanimación y de la Unidad de Dolor del Hospital Quirónsalud Sur, nos arroja algo de luz sobre cómo es el dolor que sienten las personas con alzhéimer y los que le acompañan en el proceso.

«Sabemos que es una enfermedad producida por el deterioro cognitivo debido a la acumulación de una especie de basura cerebral, que lleva a una alteración no solo de la memoria, sino del reconocimiento completo de gran parte de la experiencia de esos pacientes, que primero son como niños pequeños, con respuestas muy básicas y comportamientos estereotipados frente a los problemas, luego se descontrolan y pierden su capacidad de orientación y, por último, pierden la conciencia de sí mismos», explica.

El alzhéimer, destaca este especialista, «ataca a lo más central del ser humano, a la propia conciencia de sí mismo, y convierte el dolor en una experiencia sensorial más, como el frío, la luz o el olor a flores. A diferencia de otras percepciones, el dolor requiere una elaboración intelectual, emocional y social. En suma, un paso por el tamiz de la conciencia», añade.

«¿Qué es el dolor sin conciencia? Una simple nocicepción. Esa es la gran diferencia de los seres humanos frente a otros animales, la elaboración mental sobre la causa, consecuencia, perspectivas, etc. derivadas de la nocicepción y el comportamiento complejo y no sujeto a automatismos reflejos o instintivos», aclara.

Entonces, ¿sería la propia conciencia la que otorgaría la condición de seres humanos y quienes no la tuvieran no lo serían? El doctor Vidal Marcos cree que es «una pregunta llena de espinas éticas«. «Probablemente, la condición humana depende de una conciencia individual, pero también de una conciencia colectiva, social. Los seres humanos lo somos porque los otros seres humanos nos reconocemos como tales y nos atribuimos todos los beneficios y responsabilidades de tal condición», indica.

«Alguna vez he reflexionado en voz alta sobre dónde reside la mismidad del ser humano. Cuando a una persona se le amputa un miembro, el resultado es la persona más el miembro amputado. Igual sucede si repetimos la operación, o si le quitamos el bazo, o los riñones, el hígado, los pulmones o incluso el lóbulo frontal del cerebro. Cuando una persona pierde la capacidad cerebral y tiene nula respuesta electroencefalográfica, hablamos de la persona en pasado, entendiendo que aquellos órganos son la persona y que merecen, por tanto, el respeto debido», señala.

El experto de Quirónsalud pone de manifiesto que «la muerte en vida del alzhéimer y de otras demencias casi siempre producen mucho más dolor en las personas que compartieron la vida con el enfermo, aquellos a los que mira cada día como a un extraño, que se afanan en cuidarle cuando muchas veces él les rechaza e incluso se rebela». «El dolor del alzhéimer muchas veces es de la impotencia para comprender una enfermedad que borra la identidad y la historia en común con los seres queridos, transmutados en una especie de zombis muy difíciles de controlar«, sostiene.

Por ello, considera que estas y otras enfermedades necesitan de «una atención que, muchas veces se hace casi imposible para los cónyuges, personas mayores con pensiones más que ajustadas y con un escaso apoyo por parte de las autoridades». «Aquellos que disponen de recursos pueden afrontar una atención personalizada y un entorno seguro, y de afecto. Los que no, están abocados a la desesperación y el dolor«, apunta.

Por último, concluye: «Sí, el alzhéimer produce mucho dolor, dolor de esposos, de hijos, de amigos, dolor de falta de atención«.