¿Cómo afrontar una Navidad con una silla vacía en casa?

¿Cómo afrontar una Navidad con una silla vacía en casa?

No recordar a la persona fallecida provoca que la familia consuma mucha energía en disimular y esconder los sentimientos naturales y humanos

ROSA MATAS – LLEIDA

Dulce Navidad es sólo un villancico. La Navidad es amarga para miles de personas que sienten intensamente la muerte reciente de una persona amada y se acongojan cada vez que escuchan Felices fiestas porque en su mesa habrá una silla vacía. Sienten rabia, añoranza y el deseo -verbalizado unas veces y callado otras- de acostarse el 20 de diciembre y despertar a mediados de enero, cuando las luces navideñas hayan desaparecido de la ciudad.

Para ayudar a afrontar esos días tan señalados, en los que se está con el alma rota por la ausencia de la madre, el padre, el hijo, la hermana, o la pareja que se fue, en un sinfín de ciudades esta semana hay convocadas conferencias sobre ese hueco que nada ni nadie puede llenar. Están inspiradas en la conferencia que desarrolló la directora del Instituto de Psicoterapia Integrativa Relacional (IPIR) de Barcelona Alba Payàs en 2001, cuando dirigía el Servicio de Apoyo al Duelo de Girona y aplicó en Catalunya las charlas que se hacían en muchas unidades de duelo de EE.UU. La llamó Es Navidad… y en casa hay una silla vacía.

«La efervescencia de actividad y reencuentro de relaciones choca con el vacío y la añoranza de la silla vacía. Para aquellos en duelo todos estos momentos despiertan sentimientos de aflicción por la ausencia de la persona fallecida. Más que en ningún otro momento del año, la Navidad es una contradicción», asegura la directora del IPIR.

Plan A con más riesgo y plan B, más íntimo

Ella propone planificar con antelación lo que se va a hacer en estos días, con un plan A que incluya más actividades sociales y de mayor riesgo emocional, y un plan B con más tiempo de descanso, de más intimidad. Considera que hacer esta planificación dará más sensación de control y no se estará tan sometido a la angustia de tener que decidir sobre la marcha qué hacer en un momento de desbordamiento.

Su propuesta incluye una reunión familiar antes de que lleguen las fechas en la que, dice, es importante que participen los mayores, los niños y adolescentes hablando explícitamente de lo que ha sucedido y de la ausencia del ser querido: «Si no se menciona el nombre ni lo sucedido los otros pueden asumir que quien sufre el duelo no quiere que se hable de ello y levantarán un muro de silencio». «Es importante hacer este reconocimiento desde el corazón, aunque duela y emocione. No hacerlo provocará que la familia consuma mucha energía en disimular y esconder los sentimientos naturales y humanos», asegura.

Ante los rituales navideños, como el belén, las comidas, los regalos, los Reyes o la fiesta de fin de año, habrá algún miembro de la familia que manifestará su deseo de no hacer nada y otros, como los niños y adolescentes, que querrán celebrarlos a toda costa. Por ello, la psicoterapeuta propone pactar qué tradiciones se mantendrán y buscar una manera para recordar a la persona fallecida, que puede ser en la comida, o ante el belén o con un brindis. «Y si alguien se desborda emocionalmente, simplemente darle la mano u ofrecerle un hombro afectuoso y no permitir ni que se aísle, ni que pare el llanto o la emoción que le embarga», cuenta en sus intervenciones en las que explica también experiencias de personas a las que ha tratado.

Hablar de la muerte

El director técnico del Servei de Suport al Dol de Ponent, Xavier Muñoz, psicólogo y fundador Centro de Estudios de la Conducta y del Centro de Alto Rendimiento Empresarial, con sedes en Sabadell y Barcelona, se dedica al seguimiento y refuerzo terapéutico en el duelo desde hace 11 años, cuando falleció su esposa con 47 años.

Xavier Muñoz justifica estas conferencias en que era necesario hablar de cómo encarar la ausencia porque mucha gente no sabe si se puede hablar del difunto o no conviene plantear alguna alternativa posible. Habla hace desde la profesionalidad y la experiencia. Tiene 62 años y hace once que perdió a su esposa, con sólo 47. «Tuvimos dos años y medio de cáncer, la cuidé en casa y murió un 22 de noviembre, así que tuve las Navidades a un mes». Para él, más que hablar de las tradiciones o cómo encarar la primera Navidad, conviene hablar de qué es la muerte y, a partir de ahí, cómo debe encararse la vida. «Cuando tienes la muerte en casa, necesitas replantear si en las celebraciones se tiene que seguir haciendo lo mismo y hay que relativizar las fechas, pensar si se es una persona que sabe vivir el aquí y ahora o que vive siempre en función del futuro, de la economía o de las prisas».

Muñoz hace hincapié en que la Navidad tiene la parte familiar y una parte religiosa, por lo que el concepto que cada persona tiene de la muerte, de si es el fin o la continuidad, influye mucho. «Mis sentidos no me van a permitir verla ni tocarla pero si yo creo firmemente que ella incluso puede verme, hacerla presente me va a ayudar. Por eso puedo poner una silla vacía en la mesa sin sentirla vacía, haciendo de esto un símbolo. Por eso hay quien pone una silla vacía en la mesa y hay quien toma conciencia de que allí falta una silla».

Para él lo más importante es que quienes están en la mesa, recuerden verbalmente a quien se fue porque en todas las familias hay varias pérdidas: la que para uno era la pareja, para otros era su madre o su hermana. «Tenemos que permitirnos poder gozar hablando de ellos, con la boca llena, por lo importantes que han sido y siguen siendo en nuestras vidas».

Dos velas por dos hermanos

Nuria Otero es una joven madre de Monzón (Huesca) que vive en Lleida. Perdió a su hermana por enfermedad y a su hermano en accidente. En los primeros años se esforzó en no vivir las Navidades. Después, con la ayuda del Servei de Suport, ha conocido otra forma de tener presente a sus hermanos: «La primera vez que puse dos velas en su memoria, respiré, me sentí orgullosa. Es sano, dejar aflorar los sentimientos. Pero es complicado también, porque no toda la familia está en el mismo punto». «Encendí las dos velas y sólo yo conocía el significado. Luego todo fue más relajado», rememora.

Un documental en primera persona

El duelo en días señalados y la capacidad del ser humano para vivir con la pérdida está también presente en el documental Aulki hutsak [La silla vacía] dirigido por Iñaki Peña Bandrés, médico de hospitalización a domicilio del Hospital de Zumárraga (Gipuzkoa). Su trabajo hizo doblete en el palmarés del Festival Internacional Cine Invisible de Bilbao 2014: premio al mejor trabajo en euskera y premio del público. Podrá verse el día 20 en Monzón.

La experiencia personal de este médico dedicado a los cuidados paliativos fue el punto de partida de la grabación. «El duelo por la muerte de mi padre coincidió con el diagnóstico de otro proceso tumoral a mi madre -recuerda- y el documental comenzó a idearse en la Navidad de 2012, por lo que está relacionado con estas fechas». Uno de los capítulos del documental aborda el enfado: «Hemos querido hablar de la rabia como uno de los sentimientos posibles además de la tristeza u otros. Hemos recogido el enfado muchas veces incluso con los profesionales».

Iñaki Peña considera que en la mayoría de los casos no es necesario recurrir a un profesional. «Se puede solucionar con las armas que tenemos todos: con escuchar y contar, con tener una personas con escucha empática y activa», resume. Su documental, sin duda, será una de las herramientas que escogerán muchos hogares para gestionar mejor el duelo esta Navidad.

www.lavanguardia.com/local/lleida/20141216/54421855207/afrontar-navidad-silla-vacia.html