22 Dic Cómo abordar el impacto emocional del acoso escolar en niños con discapacidad.
El psicólogo Javier Urra, director clínico de Recurra-Ginso, aborda esta problemática y aporta estrategias para la prevención del bullying en niños con necesidades especiales.
ABC
En el conjunto de desafíos que experimentan los menores con necesidades especiales en el ámbito escolar, el acoso se revela como una problemática persistente y de difícil detección y tratamiento. Con motivo del Día Internacional de las Personas con Discapacidad, celebrado el próximo 3 de diciembre, el psicólogo Javier Urra, director clínico de Recurra Ginso, ha querido concienciar sobre la importancia de prevenir y gestionar el impacto emocional del acoso escolar en niños y adolescentes con discapacidad.
El impacto emocional del acoso escolar en niños con necesidades especiales varía según la naturaleza de su discapacidad. Aquellos con discapacidades intelectuales graves pueden percibir el daño pero no necesariamente sufrirlo, mientras que los niños fronterizos, cuyo cociente intelectual se encuentra en la frontera entre el correspondiente al normal, pueden experimentar un sufrimiento significativo al no sentirse completamente integrados.
Asimismo, en casos de menores con discapacidad física o sensorial, el bullying puede afectar gravemente sobre su bienestar emocional, ya que se une al desafío inherente de su discapacidad. «Cuando un niño con discapacidad se ve afectado por el acoso escolar, su salud mental puede resultar gravemente perjudicada. Según nuestra experiencia, el acoso en este tipo de menores puede causar aislacionismo, fobia social, retraimiento, depresión, desesperanza e incluso ideación suicida, así como estrés postraumático», explica el psicólogo.
En España, más de 100.000 escolares de entre 6 y 15 años viven con alguna necesidad especial. Sin embargo, aproximadamente el 20,8 % carece de un apoyo adecuado en sus colegios, de acuerdo a estudios recientes. Ante esta situación, resulta fundamental que los centros educativos refuercen la atención a estos menores y detecten las señales de alerta ante un posible caso de acoso, ya que los niños con discapacidad tienen más dificultades para afrontar y denunciarlo, especialmente cuando se trata de discapacidades como el autismo.
«Para prevenir el acoso, las escuelas están trabajando en la integración e inclusión, con la participación de orientadores, psicólogos, profesores y tutores. La concienciación se lleva a cabo a través de conferencias y la colaboración con expertos de organizaciones como la ONCE. A pesar de estos esfuerzos, siempre habrá casos de falta de empatía, por lo que es responsabilidad de los ciudadanos, especialmente los profesores, tutelar, cuidar, anticipar y en su caso, prohibir y sancionar, estando siempre del lado de la víctima», recalca Javier Urra.
Algunas de las conductas que demuestran que un menor con discapacidad está siendo víctima de ciberacoso son: cambios bruscos de humor; arranques de ira sin una causa justificada; muestras de agresividad en las relaciones familiares; tendencia al aislamiento; baja motivación para realizar actividades que antes disfrutaba o bajo rendimiento académico. «Siempre nos encontraremos con personas que muestran una falta de empatía con el que es distinto. Es por ello que los padres, tutores y educadores deben tomar medidas activas y sean agentes activos para abordar y solucionar el acoso escolar. Asimismo, una correcta intervención psicológica supondrá un bálsamo de alivio para estos niños con necesidades especiales», concluye Javier Urra.