Colegios que también enseñan inteligencia emocional y social

Colegios que también enseñan inteligencia emocional y social

Los niños que trabajan su desarrollo emocional, social y creativo son más generosos, sociables, felices y optimistas.

GLORIA RODRÍGUEZ-PINA – SANTANDER

A los alumnos del colegio Méndendez Pelayo, de Castro Urdiales (Cantabria) les enseñan trigonometría a la vez que malabares, pero en realidad lo que aprenden cuando juntan las clases de Matemáticas y las de Educación Física es a trabajar las emociones y desarrollar competencias sociales, como explica el director del centro, Juan Miguel de la Fuente. Los niños que trabajan su desarrollo emocional, social y creativo son más generosos, sociables, felices y optimistas, según un trabajo presentado este martes en Santander por la Universidad de Cantabria, que ha estudiado durante tres años el impacto de actividades como las de este colegio.

Unos 250 centros en España, Chile y Uruguay emplean técnicas similares que les facilita el programa Educación Responsable que desarrolla desde 2006 la Fundación Botín. «En España necesitamos una inteligencia distinta para construir el futuro. Tenemos que saber más matemáticas, más historia y más lengua. Pero además, necesitamos entendernos mejor, saber ponernos en la lugar del otro, generar confianza mutua, superar los problemas sin agresividad ni violencia y desarrollar nuevas perspectivas sobre la realidad que nos rodea», ha explicado Javier Botín, presidente de la fundación, en la presentación este martes en Santander de los resultados del programa.

Mientras más pequeños los niños, mejores resultados, aunque en todos los grupos de edad se observa un aumento del 15% de la creatividad, según ha explicado. Los profesores son clave: su inteligencia emocional, social y creativa, su eficacia como docentes y su satisfacción laboral marcan a los alumnos. Durante el proyecto ellos mismos han recibido formación en estas competencias.

Menos agresividad, mejor gestión del estrés

En los menores de nueve años, el programa impacta en cuatro de las ocho variables estudiadas por los profesores: agresividad (un 23% menos), manejo de estrés (un 20% más), creatividad (+15%) y estado de ánimo (+6%). En los mayores de 12 hay un 19,8% menos de retraimiento, son más resistentes al estrés y controlan mejor sus impulsos (+3%) y desarrollan su inteligencia emocional (+11,65%) mediante un proceso de identificación y comprensión de emociones. En un 13,5% de las competencias evaluadas en los niños, los que participaron en el programa aventajaron al grupo de control. Las investigadoras aseguran que el resultado es «robusto», porque permanecen en el tiempo.

Raquel Palomera, del Departamento de Educación de la Universidad de Cantabria, ha sido la responsable junto a su equipo de medir el impacto psicológico de las actividades diseñadas en el programa en 690 alumnos de entre tres y 13 años de tres centros que participan de estos recursos y tres que no, que funcionaron como grupo de control. Su conclusión es que las herramientas que emplean los colegios sirven «para desarrollar estas competencias en los niños pero también para su bienestar».

El objetivo es preparar a los niños para el futuro pero también han participado alumnos de 18 a ochenta y pico años del centro de adultos de Reinosa (Cantabria). «Cuando a un adulto le preguntas cómo se siente, contesta ‘bien’; con este proyecto se ha producido una revolución, han aprendido a expresarse», explica Reyes Mantilla, directora del centro. Todas las semanas durante los últimos tres años han impartido un taller que arranca con un vídeo. Después analizan qué emociones han experimentado y trabajan habilidades como la empatía. María José Jar, profesora de música del colegio José Arce Bodega, que define como la ONU porque hay alumnos de 29 nacionalidades, cuenta que las actividades relacionadas con su área (un coro, conciertos de música clásica) impactan profundamente en niños que acaban de llegar al país y enseñan a todos a relacionarse entre sí.

«Las capacidades sociales, trabajar personas diferentes a uno mismo, son fundamentales para el éxito», ha opinado Andreas Schleicher, director de Educación de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que ha estado también en Santander y ha contado cómo el informe PISA cada vez se fija más en habilidades como la cooperación. «Los buenos profesores siempre han transmitido creatividad, liderazgo, empatía, resilencia,… pero integrarlo en el sistema educativo requiere una gran transformación en el enfoque industrial, de fábrica, de la educación», ha añadido en el acto de la Fundación Botín, que ha sufragado el desplazamiento a la presentación en Santander.

Los más pequeños del colegio de Castro Urdiales se llevan cada semana un cuento a casa y lo leen en familia. De vuelta al cole tienen que registrar en una maquina que llaman el emocionómetro qué les ha hecho sentir el libro. En el futuro, este ejercicio hecho en familia les habrá ayudado a ser más inteligentes emocionalmente y a ser más sociables.

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