29 Sep ¿Es el co-housing el futuro de la vivienda sénior?
El co-housing es una alternativa de vivienda cada vez más presente en Europa, combinando los espacios compartidos y el cuidado mutuo entre residentes con el modelo tradicional de vivienda unipersonal, garantizando así la intimidad en su máxima expresión. Este tipo de residencias se organizan en torno a la edad de sus habitantes, pudiendo ser sénior, intergeneracional o familiar.
Las viviendas que se ofrecen en régimen de co-housing sénior o co-vivienda para personas mayores están en muchas ocasiones adaptadas para garantizar un envejecimiento digno ante la diversidad de condiciones y capacidades que pueda presentar cada persona. Permiten, además, mantener la autonomía, independencia y dignidad de una vivienda unipersonal, sin renunciar a la vida en comunidad, los cuidados y la solidaridad. El modelo de co-housing intergeneracional integra en el mismo edificio o comunidad a personas en diferentes etapas vitales, mejorando la calidad de vida de ambas partes. Es bastante habitual en España, conectando jóvenes estudiantes con personas mayores que viven solas.
El sentimiento de soledad acecha hoy como una de las grandes crisis sanitarias y sociales de nuestro siglo, afectando desproporcionadamente a jóvenes en edad universitaria y a personas mayores de 65 años. La soledad implica una peor calidad de vida y salud mental para ambos grupos etarios, propiciando trastornos como la depresión, la ansiedad e incluso la autolisis. Al estudiar sus efectos específicos entre las personas mayores se ha descubierto que, además, supone un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cognitivas, agrava condiciones prexistentes y se asocia incluso con un elevado riesgo de muerte prematura.
Es ante esta cruel problemática que surgen modelos para la convivencia como el co-housing, recuperando unos vínculos comunitarios que – aunque antes se practicaban de manera natural en los enclaves rurales y comunidades de vecinos urbanas – se han ido perdiendo en la sociedad urbana actual.
Las ventajas del co-housing son significativas, hecho que está fomentando su auge en España. En primer lugar, permite una participación social y política activa en un ambiente de responsabilidad compartida; son comunidades eminentemente democráticas, que toman las decisiones en comunidad y respetando la pluralidad de voces de sus habitantes. Además, las viviendas y áreas comunes son cuidadosamente planificadas desde el papel hasta su construcción, diseñadas y llevadas a cabo en conjunto, garantizando unos servicios y estructuras capaces de adaptarse a distintas capacidades y necesidades.
El uso compartido de zonas comunes amplía el abanico de posibilidades de ocio y tiempo libre para todos, desarrollando nuevas habilidades, hobbies y vínculos que no se hubieran planteado o descubierto en una situación diferente. Finalmente, permiten un importante ahorro económico para sus habitantes y, al optimizar recursos como la energía, el calor o los alimentos, se crea una comunidad sostenible, respetuosa con los bolsillos de sus residentes y con el medio ambiente por igual.
¿Por qué, entonces, no se ha implantado como el modelo de vivienda predominante en España? El co-housing debe hacer frente a dos grandes desafíos.
Una parte importante de las viviendas colaborativas existentes no están diseñadas ni orientadas específicamente hacia las personas mayores, incluyendo incluso límites de edad para sus participantes. Por ejemplo, el mencionado co-housing familiar puede llegar a ser bastante estricto en lo relativo a la reciprocidad de los cuidados, ya que buscan familias jóvenes y físicamente activas, y rara vez se plantean los cuidados en situaciones de dependencia. En el contexto de una vivienda colaborativa las personas más mayores, frágiles o vulnerables quizá no puedan contribuir del mismo modo, pero sería un error reducir los cuidados a un acto puramente físico, pues incluso la persona más frágil puede ser un referente emocional. No puede haber solidaridad ni cuidados mutuos sin una verdadera inclusión, y no se pueden obviar la realidad del envejecimiento ni la necesidad creciente de cuidados intergeneracionales en nuestra sociedad.
La segunda gran desventaja es que, pese a su relevancia como tema de discusión en círculos sénior, estas viviendas son aún demasiado difíciles de organizar, con escaso apoyo público y requiriendo inversión, lo que las convierte en una alternativa poco viable. Es necesario encontrar a una comunidad lo suficientemente extensa para sufragar y activar el proyecto, para después enfrentar las complicaciones financieras, inmobiliarias y legales propias de cualquier proyecto habitacional. El precio de construcción de una vivienda ya es prohibitivo para una gran mayoría de ciudadanos españoles; al ser además una residencia ampliamente personalizada y con variedad de servicios, el costo se incrementa notablemente.
¿Puede ser el co-housing el futuro de la vivienda sénior en España? Las personas mayores prefieren, sin lugar a dudas, residir en su domicilio habitual con una adecuada dotación de servicios en el entorno inmediato y con acceso a cuidados domiciliarios. Sin embargo, el co-housing sí que se ha establecido como subcampeón en los ránkings y encuestas, ligeramente por encima de la convivencia con familiares cercanos, y supone ya una alternativa a la soledad y las residencias tradicionales.
Es un modelo cuyo auge está en claro ascenso, ya que ofrece una calidad de vida en la vejez muy dificil de encontrar a través de otros modelos, con mayor independencia, interacción social y dinamismo que cualquier otro tipo de hogar. No obstante, para llegar a ser una opción realista y viable para un mayor número de personas, debe continuar desarrollándose y perfeccionándose.
A continuación, te presentamos dos programas de alojamiento cooperativo ejemplares en España, el primero de índole privada y el segundo de corte institucional:
1. KUVU es una iniciativa juvenil que nace en Bilbao y se está extendiendo por toda España, ofreciendo un servicio único: conectan a jóvenes en búsqueda de alquileres con personas mayores en situación de soledad no deseada, creando comunidades intergeneracionales. Más información
2. El programa de acercamiento intergeneracional de la Junta de Castilla y León brinda una alternativa a las residencias universitarias: la convivencia entre el alumnado de las universidades de Burgos, León, Salamanca y Valladolid, con personas mayores de 60 que residan en la zona. Más información
Este tipo de iniciativas demuestran que el desarrollo de comunidades solidarias, inclusivas y sostenibles es posible en España, respondiendo a las necesidades de vivienda juvenil y la pandemia de soledad no deseada. Su éxito dependerá de una mayor accesibilidad económica y legal en un futuro, y de una transformación sociopolítica que revalorice el tejido social y comunitario.
