Para que el desarrollo de un país y de su sociedad sea real, lo primero es que ha de ser visible para todos los ojos, y no ocultar las desigualdades económicas u otras que pudieran existir por motivos de sexo, raza, etnia o religión y que en cualquier caso han de eliminarse porque así lo hemos acordado en nuestro Parlamento y en los acuerdos internacionales con los que nos hemos comprometido.
Pero hay muchas otras desigualdades que no son tan visibles, que están más interiorizadas, ocultas y de las que no se habla muy a menudo, pero existen y provocan situaciones de injustica social a quienes las sufren. Las desigualdades por edad y discapacidad o medio rural, por ejemplo, son una lacra sobre la que debemos reflexionar.
Si vivimos en una sociedad que cada vez envejece más, ¿por qué dejamos de lado a las personas mayores y no las tenemos en cuenta? Si hay personas con diferentes capacidades, ¿por qué no empatizamos y tratamos de hacer su día a día más accesible? Dar a conocer las injusticias menos conocidas es una labor que hay que interiorizar en los próximos años. No podemos invisibilizar problemas o situaciones injustas, de lo contrario muchas personas se sentirán más solas y marginadas y no se trabajará en su solución.
Debemos potenciar y promover la inclusión social, económica y política de todas las personas, independientemente de su edad, sexo, discapacidad, raza, etnia, origen, religión u otra condición. Hay que garantizar la igualdad de oportunidades y eliminar las desigualdades mediante la modificación o eliminación de leyes y prácticas discriminatorias y mediante la adopción de las políticas que den respuesta a los derechos humanos.
De aquí a 2030 se deberá facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de personas, mediante la elaboración y aplicación de políticas migratorias planificadas, bien gestionadas y justas para los más vulnerables. También, los países más avanzados deberán aplicar el principio del trato especial y diferenciado para los países en desarrollo, sobre todo para los menos adelantados y de conformidad con los acuerdos de la Organización Mundial del Comercio.
Todos estos objetivos deben alcanzarse de manera conjunta entre la comunidad internacional, no servirá de nada los esfuerzos si los hacen los países de forma independiente. La legislación debe ser flexible para poder adaptarse a las circunstancias y al momento que se está viviendo y dar respuesta justa para no dejar a nadie atrás.
El ODS 10 está muy encaminado a lo que hemos explicado. La reducción de las desigualdades dentro de la sociedad y entre países solo será posible con cooperación internacional, entre instituciones de diferentes ámbitos y promoviendo la adopción de las políticas y legislaciones pertinentes. Además, el ODS 1 está directamente relacionado. La pobreza es una de las principales desigualdades en todo el mundo y para acabar con esta lacra habrá que garantizar la protección social de las personas en situaciones de vulnerabilidad social, aumentar el acceso a los servicios básicos y ayudar a las personas afectadas por fenómenos climáticos extremos, así como hacer frente a los problemas económicos, sociales y ambientales.
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