El desempleo, y particularmente el juvenil, representan algunos de los retos más fuertes de nuestro país, junto con la expulsión del sistema productivo de las personas mayores de 50 años. La destrucción de empleo registrado en España debido a la crisis económica de 2008 y a la actual pandemia, a la que se suma la creación de empleo en condiciones precarias, son las principales fuentes del aumento de la desigualdad y de la modificación de los perfiles de pobreza y exclusión social en España.
En cuanto al ODS 8 podemos destacar que según los indicadores la tasa de crecimiento anual del PIB real por persona empleada en 2020 fue del -3,63%, mientras que en el año anterior fue del -0,27%.
En cuanto al ODS 9, la proporción correspondiente a las industrias pequeñas la escala del valor añadido total del sector en 2019 fue del 13,08%, mientras que en 2015 fue del 15,92. Por otra parte, los gastos en investigación y desarrollo en proporción al PIB fueron en 2019 del 1,25%, mientras que en 2015 fueron del 1,22%. Como podemos ver no hay apenas evolución. En los siguientes años, la inversión en la innovación y el desarrollo tecnológico deberá aumentar para lograr este objetivo.
Cabe destacar que el porcentaje de población cubierta con redes móviles de Evolución a Largo Plazo (4G) se situaba en 2018 en 99,5%. En 2015 fue del 76,3%, por lo que la evolución ha sido positiva y rápida. En este ámbito, habrá que avanzar en llevar los avances tecnológicos a todos los rincones del territorio, danto importancia al medio rural para evitar en lo posible su total despoblamiento.