El ODS 11 y el ODS 7 se pueden relacionar, ya que los pueblos y las ciudades amigables y habitables lo serán más cuando la energía que se consume en ellos, sea sostenible.
Si nos paramos un momento en el ODS 11, la creación de ciudades inclusivas tiene la intención de crear un vínculo de refuerzo recíproco entre urbanización y desarrollo y configurar asentamientos humanos basados en la igualdad, la justicia y la paz.
La aparición de modelos de crecimiento disperso y diseminado generó la aparición de nuevas urbanizaciones residenciales de baja densidad, con un alto consumo de suelo y una elevada dependencia el vehículo propio, con los consiguientes impactos sociales, medioambientales y energéticos. Por otro lado, España presenta un acusado envejecimiento de su población y un alto índice de despoblación rural, que provoca fuertes desequilibrios territoriales.
Por otro lado, tenemos una tarea pendiente en torno a la accesibilidad y a la sostenibilidad en los lugares en los que habitamos. Nuestras ciudades y pueblos aún no son totalmente accesibles para todas las personas, independientemente de sus capacidades físicas, cognitivas o técnicas. Tampoco son sostenibles, ni las viviendas son autosuficientes, lo que demuestra que la energía sigue siendo un problema en España.
¿Sabías que el transporte de las ciudades es una de las principales fuentes de contaminación ambiental?
En este punto podemos relacionar el ODS 11 con el ODS 7. La alerta climática ha hecho que las emisiones de CO2 se constituyan como principal vector de transformación del sector de la energía. El Acuerdo de París adoptado el 12 de diciembre de 2015, y ratificado posteriormente por España, supone el marco de referencia en el que se ha de desarrollar la política energética. Hemos pasado de plantear el objetivo climático, al de la estrategia que permita alcanzarlo. La paulatina penetración de fuentes renovables implementaría beneficios, tanto de carácter medioambiental, como de carácter económico. Es evidente, que la transformación hacia energías irá encaminada a reducir la contaminación del transporte en ciudades y pueblos.
Los núcleos de población todavía no son espacios amigables con las personas de todas las edades, que permitan la autonomía, la accesibilidad universal, la gestión sostenible y proactiva para facilitar la convivencia y la interrelación o participación, fundamentales para una mejor calidad de vida.
La Agenda 2030, ese plan de acción a desarrollar en un periodo que abarca de 2020 a 2030, pone en el punto de mira lograr que las ciudades y los pueblos sean inclusivos, universalmente accesibles, seguros, resilientes y sostenibles.
¿Cómo lo podemos hacer?
A la hora de pensar en el diseño se debe prestar mucha atención a asuntos técnicos como la composición de la vía pública, sus dimensiones, tanto en ancho de paso como en altura, la señalización de riesgos, las pendientes máximas o las condiciones de la iluminación. También las aceras, los carriles bici y en el uso del transporte público. Las viviendas deben evolucionar, ser energéticamente sostenibles y poseer sus propias fuentes de energía renovable que las hagan autosuficientes. En definitiva, los grandes y pequeños núcleos de población deben constituir espacios amigables para todas las personas, y todas las edades independientemente de la diversidad de sus capacidades. Tienen que ser sostenibles y estar centradas en el bienestar de todos.
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