07 Jun Así ayuda el OMEGA 3 DHA a mejorar la conducta de los niños con TDAH.
Este componente podría ayudar en algunos aspectos del tratamiento del Trastorno por Déficit de Atención, con y sin Hiperactividad.
2024. ABC
Carlota Fominaya
Tratamientos psicológicos, educativos, farmacológicos… En el manejo del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), la intervención médica está generalmente recomendada como tratamiento primario, pero el resto de estrategias no farmacológicas, como los complementos alimenticios, están suscitando un elevado interés por su papel potencial tanto como alternativa, como por su efectividad como acercamiento añadido.
En este momento destacan, de hecho, investigaciones que concluyen que hay una influencia positiva en la suplementación con DHA en aspectos como la impulsividad, la atención y la hiperactividad en niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), mejorando la escolarización de niños con dificultades de aprendizaje.
Una de ellas es la publicada en la Dove Press Journal: Neuropsychiatric Disease and Treatment. En este estudio se midieron los resultados de los efectos de una suplementación altamente concentrada en ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso poliinsaturado Omega-3 esencial para los seres humanos.
La principal mejora detectada, según apunta Celestino Rodríguez Pérez, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Oviedo, experto en TDAH y uno de los profesionales que llevó a cabo el estudio ‘doble ciego’ (donde nadie conocía si era tratado con placebo o con este nutriente), fue «en la conducta de los menores suplementados, algo muy importante para poner al menor en disposición de trabajar otros aspectos y, por ende, un aspecto muy valorado en las familias que conviven con niños con este trastorno».
No solo eso. Rodríguez Pérez, que además es presidente de la Asociación Americana de Investigación de Dificultades de Aprendizaje, confirma que también se observó un aumento estadísticamente significativo en la velocidad de procesamiento (VP), es decir, en los tiempos de las respuestas dadas por estos niños ante un requerimiento cognitivo».
Aunque hay que tener en cuenta, matiza este experto, «que ningún participante abandonó la medicación y que esto es solo un complemento alimenticio, pero que puede resultar interesante en combinación y como apoyo de los tratamientos habituales en este trastorno, como pueden ser la terapia psicológica o educativa».
El desarrollo de estrategias conjuntas, prosigue, «ayuda». Es más, recalca: «en el desarrollo de estos niños es muy importante la mejora en la conducta porque les pone en disposición de trabajar todo lo demás y es una forma de prevenir posibles situaciones de riesgo en el futuro como los trastornos negativistas desafiantes, los accidentes, los problemas sociales…».
Consumo de DHA
En este caso, el DHA se obtiene habitualmente de la alimentación pero el problema está, sugiere Francesc Gasso Cassademunt, uno de los fundadores de BrudyLab, «en que este nutriente es escaso en la dieta». «El consumo cada vez más intensivo de alimentos procesados ha hecho que los niveles de DHA en nuestra alimentación caigan de forma notable. De hecho, hay estudios que demuestran que los niveles de DHA en la leche materna humana han caído de forma notable durante los últimos años».
La consecuencia recogida en estos informes demuestra, prosigue Gasso, «que los recién nacidos alimentados con leche materna pobre en DHA (menos de 0.17% del total de ácidos grasos, normalmente la leche contiene un 0,3-0,4%) presentaron menores niveles de DHA en los eritrocitos, menor agudeza visual y menor desarrollo del lenguaje a los 14 meses postparto, comparados con recién nacidos alimentados con leche materna que contenía 0,36% de DHA. Otros estudios también han demostrado un incremento de los problemas de visión y deficiencias neuronales en niños con bajos niveles de DHA. Se ha de tener en cuenta, que la cantidad óptima de DHA en la leche materna es del 1%, que es la que tienen las madres japonesas», asegura.
Es verdad, insiste, a Gasso, «que siempre se ha recomendado el consumo de pescado para incrementar los niveles de DHA en niños y embarazadas pero actualmente esta recomendación no sirve. La mayoría del pescado que consumimos es de piscifactoría, y está alimentado con pienso, por lo que tiene niveles muy bajos de DHA. Los niveles altos solo los encontramos en el pescado salvaje, que actualmente es muy escaso».
Hay otro aspecto fundamental, remarca este experto, y es que, a su juicio, no vale cualquier Omega3, ni tampoco cualquier DHA. «Debe estar en forma de triglicérido, y que tenga verificada su actividad con estudios en células humanas ‘in vitro’. Habitualmente, los procesos de limpieza y concentración de estos aceites estropean sus dobles enlaces y el DHA pierde toda su actividad, por lo que es importante que se haya probado que la tiene. Nosotros, por ejemplo, testamos la actividad in vitro en cada lote».
Esa y no otra es la razón, aclara, «por la que hay ensayos clínicos en los que se da DHA a niños y no se aprecian mejoras. Porque el DHA utilizado, a pesar de tener una alta calidad analítica (Concentración de DHA, bajo nivel de contaminantes, etc.), no tiene actividad fisiológica al tener dañados sus dobles enlaces».