“Aprendo mejor si leo los labios”.

“Aprendo mejor si leo los labios”.

Para la mayoría de los niños sordos “oír”, captar sonidos, no es un problema hoy en día. El 92% de los estudiantes con discapacidad auditiva utiliza la tecnología para revertir su sordera mediante audífonos o implantes cocleares.

No obstante, necesitan el apoyo de la lectura de los labios para reforzar la comprensión de los sonidos. “La pandemia los ha dejado sin esa muleta”, manifiesta Àngels Videla, presidenta de la federación Accaps. “Los labios, para los sordos, son como los subtítulos de una película en un idioma que no dominamos bien”, describe Videla.

El apoyo visual y la vocalización son dos aspectos importantes para las personas con pérdida auditiva, según los logopedas. “La conexión que se establece –indica una maestra en audición– va más allá de la voz. Se trata de expresiones faciales, espontáneas que complementan el proceso de comunicación”.

Ninguna empresa ha podido certificar mascarillas higiénicas con una ventana de plástico transparente.

Actualmente, no existe ninguna empresa que haya podido certificar mascarillas higiénicas con una ventana de plástico transparente. Existen, pero no cumplen la normativa específica.

“Mi hija necesita leer los labios”, indica Esther, madre de May una niña de 9 años, sorda bilateral. Siente que ahora se le está cerrando una de sus vías de aprendizaje. También las madres de Alba, una bebé de 21 meses, que no puede aprender a leer los movimientos labiales en un momento determinante en su desarrollo. Ni de Leandro, adolescente en formación profesional, que teme quedarse atrás en su aprendizaje, respecto a sus compañeros, porque pierde mucha información.

Martí (17 años) y Lucía (14) tienen implantes cocleares y son más privilegiados, no solo por la tecnología sino por la predisposición de sus escuelas. Martí, además, cuenta con la ayuda de un transmisor gracias al que la voz del profesor llega directamente a su oído, como llega la música a unos auriculares inalámbricos. Se pierde el sonido del aula, eso sí. A pesar de ello, echa de menos el apoyo labial. Lucía, acostumbrada a las buenas notas, se esfuerza aún más para mantenerlas.

A las dificultades de aprendizaje se suman las del aislamiento. Ya no solo no oyen al profesor o pierden parte de lo que ocurre en la clase sino que quedan fuera de las conversaciones del grupo de amigos. Le ocurrió hace poco a Lucía. “Estaba en el patio, con unas amigas, y se me acabó la batería. De repente, todo enmudeció. Yo seguí viendo el movimiento alrededor, a mis amigas gesticulando y yo no oía nada”. Tampoco pudo cambiar la pila, pues hubiera supuesto ir al aula y romper el protocolo Covid.

Lucía fue quedándose sorda a partir de los 9 años sin que se conozca la causa, por tanto aprendió a hablar con naturalidad. Martí es sordo de nacimiento. A los 11, cuando le implantaron un dispositivo coclear (antes llevaba audífonos), escuchó por primera vez el sonido de la lluvia, y le encantó, y el de los pájaros. Cuando sus padres le dan la chapa, desconecta el dispositivo.

Tanto Martí como Lucía observan las mascarillas domésticas que ven en la calle, telas bonitas que, probablemente, no cumplen las normas, pero que no impide a sus usuarios entrar en establecimientos o en los colegios.

“Somos conscientes”, admitió Josep Maria Argimon, secretario de la Conselleria de Salut al ser preguntado. “No todas las mascarillas son válidas, deben estar elaboradas con tejidos que demuestren determinada capacidad de filtraje”. El Departament d’Educació está trabajando en este asunto desde el principio de la pandemia, consciente de las consecuencias que comporta no ver la boca del maestro o de los amigos en estos niños (y en niños pequeños). Garantiza que en el momento en que se homologue una mascarilla de estas características comprará una remesa para los profesores y los compañeros de los niños con dificultad auditiva.

“El problema es que el Ministerio de Industria, al elaborar la normativa, indicó a los laboratorios que realizaran las pruebas de efectividad sobre el tejido que hay justo delante de la boca”, explica Videla, “pero las mascarillas accesibles tienen un plástico delante de las vías respiratorias por tanto no superan la prueba”. Desde ACCAPS se intenta que los laboratorios comprueben la eficacia de filtración.

“En la Universidad de Lausana tenemos conocimiento de iniciativas prometedoras”, indica esperanzada Videla. También un grupo de estudiantes de la UPC está desarrollando un prototipo completamente transparente. “Hay muchas instituciones investigando y estamos seguros que saldrá, pero mientras tanto el curso pasa”, apunta la presidenta de la federación.

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