03 Ago Andrés García-Carro, el octogenario que se reinventó bajo los focos.
Hace dos años, la vida de este jubilado de 89 dio un vuelco gracias a unas fotos que le hizo su nieta en el portal de su casa. Se le abrieron las puertas del mundo de la moda de lujo y acaba de grabar una serie para Movistar+.
Helena Cortés
Estoy para irme a Alicante, hago un encargo para Zara, vuelvo a La Coruña y después me voy a Madrid para grabar una serie con Movistar+». Nadie diría que Andrés García-Carro, que debutó como modelo hace apenas dos años, ha cumplido 89 primaveras. Su ajetreada vida empezó gracias a su nieta Céline, que trabaja en la revista de moda ‘L´Officiel’. Le hizo unas fotos casuales en el portal de casa y desde entonces no se ha alejado de los focos. Ha posado para marcas de lujo como Hermès, Louis Vuitton, Yves Saint Laurent y Rolex, incluso ha aparecido en un videoclip de ‘Tú me dejaste de querer’ de C. Tangana y ha participado en ‘Sentimos las molestias’, una comedia de Movistar+ que se estrenará en 2022. Casi 17.000 seguidores virtuales, además, siguen sus andanzas en el perfil de Instagram ‘The Spanish King’ (‘El rey español’). «Yo estoy encantado, todo esto me da mucha vida. Me lo paso tan bien que casi tenía que pagar en lugar de cobrar», bromea este coruñés de raíces leonesas.
Aunque nadie que le vea posar creería que es un novato, lo cierto es que García-Carro había vivido, hasta ahora, ajeno al mundo de la publicidad. «Eso sí, cuando he enseñado fotos mías antiguas, muchos me han dicho que ya apuntaba maneras», confiesa. «Yo era funcionario de la administración civil del Estado y estuve durante años destinado en la embajada de Buenos Aires como agregado cultural. Fueron años muy felices, porque coincidieron con el ‘boom’ de la literatura hispanoamericana y conocí a muchos autores. En los años ochenta volví a España, hice oposiciones para agente de la propiedad inmobiliaria y fundé una agencia, en la que trabajé hasta que la heredó mi hija. Yo pensaba jubilarme, pero surgió esto», explica a ABC .
«Que nadie me arrebate mis arrugas, son mías y son bellas», declara en una de sus fotos en Instagram, donde se atreve incluso a posar sin camiseta. Lo que verdaderamente le costaría, admite, sería «estar quieto». «Debo tener buena genética, porque no te creas que esto lo aguanta mucha gente. Lo mío llama la atención porque es un caso rarísimo, normalmente la vejez va acompañada de achaques. De mis amigos, por desgracia, los que no han muerto están cascados. Yo todo esto lo llevo bien, porque toda mi vida he sido más de cansarme de no tener nada que hacer», plantea con desparpajo. Su mujer y sus cuatro hijos, añade, se han acostumbrado ya a su fama. «Me dicen que haga lo que quiera, que me divierta y disfrute. Ya lo ven hasta natural».
Y él, asegura, sigue aprendiendo. Ni se imaginaba, hasta que no empezó a trabajar en la televisión, el despliegue técnico y humano que hay detrás de cualquier producción: «Un vídeo de un minuto y medio supone tres días de grabaciones. Y en la serie me toca aprenderme los guiones, que es cierto que me cuesta bastante trabajo, pero cuando empiezas y oyes al otro ya es todo más fácil. También alguna vez me dicen que no tengo que decir la frase exacta, que es más importante que sea espontáneo». En esta naturalidad, cree García-Carro, reside parte de su éxito. «Todo lo que sea forzado se nota».
Mientras sueña con trabajar a las órdenes de Tarantino o de Almodóvar, García-Carro mata el tiempo libre paseando, jugando al golf o leyendo. «Nada que implique estar encerrado. También me gusta mucho la cocina, siempre he pertenecido a un club gourmet», recuerda. «Pero yo solo quiero salud, eso es lo más importante».