Amas de casa, las eternas olvidadas.

Amas de casa, las eternas olvidadas.

Desde mi sillón, una vez que hemos cenado, recogido y fregado los platos, pienso en mi vida. Estudié y me esforcé. Acabé mi carrera, me casé y tuve hijos. Mi marido trabajaba y yo lo hacía en mi casa, donde fui enfermera, cocinera, maestra, asesora, psicóloga, amante, economista y, sobre todo, madre.

Elena Oviedo

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Ahora parecemos invisibles. Nada hicimos y a nada tenemos derecho porque no recibimos una nómina. Yo no tuve ayuda de nadie, quedé cuidando de mi casa y mis hijos. En mi pueblo no había apenas trabajo y menos para las mujeres. No me arrepiento, me dediqué a ello en cuerpo y alma, pero me gustaría no ser humo que se diluye. Por mí y por todas las miles de amas de casa que han dado todo sin pedir nada.