‘Amás-Antojo’, un catering atendido por discapacitados

‘Amás-Antojo’, un catering atendido por discapacitados

Se une la alta restauración con la discapacidad para conseguir un servicio de calidad que permita la integración social de este sector.

Cristina Galafate | Madrid

En plena crisis económica, pocos son los que se atreven a apostar por nuevos negocios, especialmente, tan comprometidos como éste. Pero las dificultades agudizan el ingenio y el proyecto ‘Amás-Antojo’ es el mejor ejemplo de ello. Su ‘receta’ se basa en unir la alta restauración con la discapacidad para conseguir un servicio de calidad que permita la integración social de este sector.

«Nos dirigimos a grandes empresas y eventos familiares. Contamos con el patrocinio de Caja Madrid, que nos ha permitido dotarnos de infraestructuras, el personal adecuado para llevar a cabo la línea de trabajo, la colaboración de un chef de gran nombre y un equipo de trabajadores con discapacidad intelectual del Grupo Amás con el que estamos empezando a abrirnos camino», explica Teresa Martín, directora de proyecto.

Los chavales ultiman los platos mientras el jefe de cocina, César Rodríguez, suministra las directrices finales. Hoy preparan canelones. «Desde ‘Antojo’ hacemos la labor de definición del menú que ofrecemos y la formación del equipo de cocina», cuenta el chef, para quien la experiencia está resultando fantástica. «Es un proyecto que piensa en ellos. Se les ve contentos y con ganas de sacar esto adelante», añade.

Miguel Ángel, uno de los chicos que participan, se muestra muy ilusionado con el trabajo: «Mi padre era camarero y yo llevo cinco años siguiendo sus pasos». Su compañero, José Manuel, ameniza la mañana con sus bromas y anécdotas. «Mi puesto es logístico y se basa en ayudar a los demás», dice con una sonrisa. A continuación, relata cómo se desarrolló su último cátering: «La semana pasada estuve en Herrera Oria llevando las bandejas en un bautizo». Lo que más le gustó fue interactuar con el público. «Algunos clientes sonríen, pero no todos», se queja con jovialidad.

Al otro lado del centro, Rosa Pérez, preparadora laboral, enseña a sus alumnos a servir un cóctel con éxito. «César, vas a rellenar las copas y ponerlas en la bandeja. Cecilia, se las va a pasar al camarero. Estefanía y David, atentos a la sala, a lo que queda vacío. El público necesita atención y una sonrisa».

Con mucho mimo, esta profesional les recuerda sus funciones. «Somos un equipo, hay que crear buen rollo, si alguien tiene un problema otro va a intentar ayudarle pero cada uno tiene su papel. Asegurad las manos, tranquilos ¡y al tajo!», ordena con ternura.

«Me gusta mucho este trabajo, aunque es complicado llevar bandejas, con el tiempo se aprende», dice Cecilia, una de las camareras en formación. Como a cualquier otra joven, le encanta ganar un ‘dinerillo’ extra: «Para comprarme cosillas e ir a la peluquería». Y es que el ambiente es de plena normalidad. «Quizá hay que tener un poco más de paciencia y sensibilidad en el primer momento de decirles las cosas pero, una vez lo comprenden, todo funciona igual que con cualquier otra persona», concluye César.

http://www.elmundo.es/elmundo/2011/10/06/tendencias/1317916513.html?a=GE28ec28e07f486991abfd096ffaf3



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