01 Nov Alimentación y envejecimiento: encuesta a mayores de 65 años
En el 95% de los casos eligen los alimentos funcionales en forma de lácteos como prebióticos o enriquecidos con calcio
* Casi uno de cada cinco mayores complementa su dieta con productos especiales
España es un país de veteranos: en 2011, se contabilizaron más de ocho millones de personas mayores, casi el 20 % de la población española.
No hay duda de que la alimentación juega un papel fundamental en la vejez. Una dieta adecuada es uno de los factores determinantes para que las personas vivan más y mejor. De hecho, la esperanza de vida se ha incrementado de forma espectacular durante todo el siglo XX: ha pasado de los 34,8 años en 1900 a los 81,6 en la actualidad. Obviamente, la alimentación ha tenido mucho que ver en ello.
Hoy en día, puede encontrarse en el mercado una amplia gama de productos alimenticios especiales, y entre otros, los que persiguen ayudar a complementar la dieta de los mayores. Para conocer los hábitos alimentarios e investigar si nuestros mayores consumen este tipo de alimentos, EROSKI CONSUMER realizó una encuesta en 900 hogares de 9 comunidades autónomas (Andalucía, Islas Baleares, Castilla La Mancha, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, Madrid, Navarra y País Vasco) en los que vivían personas mayores de 65 años.
Se comprobó que, por lo general, las personas mayores de 65 años entrevistadas tienen una causa pendiente con las verduras y hortalizas, así como con el consumo de agua. En este contexto, casi uno de cada cinco de los encuestados complementa su dieta con algún tipo de producto especial, sobre todo las mujeres (un 23% frente al 14% de hombres). Los alimentos que se eligen en estos casos son mayoritariamente los de tipo funcional en forma de lácteos.
Retrato de la vejez
La vejez tiene nombre de mujer. Y es que la mayoría de las personas mayores de 65 años que participaron en la encuesta eran mujeres, con una media de 74 años.
En cuanto a su situación civil, el 57% de las personas mayores estaban casadas o tenían pareja y un 38% eran viudas. Solo el 5% estaban solteras. En casa, una de cada cuatro personas mayores vivía sola, mientras el resto estaba acompañada, en la mayoría de los casos por su pareja. Entre los que aseguraron vivir solos (o con una persona contratada específicamente para acompañarles), siete de cada diez eran mujeres. Por último, en cuanto a su nivel de estudios, en un 42% de las ocasiones se trataba de una persona con estudios primarios incompletos y en otro 31%, los había completado. Solo un 7% contaba con el bachiller elemental.
Además, para algo más de la mitad de las personas mayores encuestadas su estado de salud era bueno o muy bueno. Y eso a pesar de que un 54% de ellas sufría alguna patología. Por su parte, todos los que reconocían que su salud era regular, mala o muy mala (48%) padecían alguna enfermedad.
Las enfermedades más comunes tenían que ver con afecciones óseas (en el 38% de las ocasiones), con problemas circulatorios (en el 31%), hipertensión (en el 26%) y con diabetes (en el 16%).
De esta forma, se concluyó que el 81% de las personas mayores de 65 años entrevistadas en los 900 hogares eran autónomas. Solo un 10% necesitaba ayuda en las labores diarias y un 9% podían considerarse dependientes o grandes dependientes.
* Alimentación variada, moderada y equilibrada
Los expertos consultados por EROSKI CONSUMER coinciden en señalar que hay una relación entre un buen envejecimiento y la alimentación que se lleva a lo largo de la vida. Las personas que llevan un estilo de vida saludable, con un control de la alimentación y práctica de ejercicio habitual tienden a envejecer mejor. Concretamente, si se ingieren gran variedad de frutas y verduras, aceite de oliva, pescados y cereales, con un consumo moderado de grasas y dulces, así como un moderada ingesta de sal y una adecuada hidratación; todo ello redundará en tener una mayor esperanza de vida con un buen estado de salud.
En la encuesta, se comprobó que la mitad de las personas entrevistadas debía tener un especial cuidado con sus hábitos de alimentación. En nueve de cada diez casos, se debía a algún problema de salud y había sido el médico quien había recomendado cuidar la dieta. En un bajo porcentaje de ocasiones, la decisión de cuidarse se había tomado por propia decisión o por un familiar.
En el 74% de los casos, se consume menos (o no se consumen) alimentos grasos de origen animal, en el 62% han reducido o eliminado la sal de sus comidas, en un 48% han prescindido de los azúcares, repostería y dulces y en el 19% han aumentado el consumo de fruta y verdura además de reducir (o eliminar) las bebidas alcohólicas.
Qué comer y cuándo
Las personas mayores necesitan una menor cantidad de energía porque su metabolismo se ralentiza y realizan menos actividad física que el resto de la población. Aun así, es muy importante comer todo tipo de alimentos para cubrir las necesidades nutricionales, a pesar de comer en menor cantidad. Y también hidratarse de manera adecuada.
Los expertos consultados por EROSKI CONSUMER recomiendan hacer cuatro comidas al día y que la cena siempre sea ligera. El 98% de los entrevistados aseguró tomar todos los días al menos tres comidas: desayuno, comida y cena. Además, un 95% decía no saltárselas nunca.
Asimismo, se recomienda a las personas mayores tomar diariamente verduras y hortalizas (2 a 3 raciones); frutas (2 a 3 raciones); proteicos (carnes, pescados y huevos, 2 raciones); lácteos (3 raciones); y aceite (1 cucharada sopera equivale a 1 ración: 3 a 4 raciones). Se debe incorporar diariamente a la dieta cereales y derivados (pan, arroz, pasta… mejor en su forma integral: de 4 a 6 raciones diarias), así como legumbres entre 2 y 4 veces por semana.
Durante la encuesta, se comprobó que los mayores tienen una asignatura pendiente con las verduras y la hidratación. Y es que el día anterior a contestar a las preguntas, el 94% había comido fruta fresca, pero solo la mitad había tomado verduras y hortalizas (crudas o cocinadas). Eso sí, el 83% había ingerido proteicos (carne, pescados o huevos) y el 91% lácteos u otros derivados. En cuanto a los farináceos, un 90% acompañó con pan las comidas, solo un 13% incluyó las legumbres ese día y un 17%, el arroz y/o pasta.
Con todo, ¿con qué frecuencia suelen comer estos grupos de alimentos al día? La fruta fresca dicen ingerirla casi 3 veces de media cada jornada, pero las verduras y hortalizas (crudas o cocinadas) solo en una ocasión. Los proteicos los incluyen de media 1 vez en la dieta, mientras que los lácteos y sus derivados son el doble de frecuentes. El arroz o la pasta se comen 1 vez al día y el pan lo incorporan a la alimentación de cada jornada 2 veces de media. Por último, comen legumbres entre 2 y 3 veces a la semana.
El agua, debe considerarse como un verdadero nutriente, especialmente en los mayores que deben prestar mucha atención a su estado de hidratación. Es recomendable tomar entre 6 y 8 vasos de agua al día. Sin embargo, en la encuesta se percibió un menor consumo en un 44% de los entrevistados que reconocieron que tomaban 4 o menos vasos.
* Cuando la dieta no es suficiente
A menudo, las personas mayores padecen patologías que pueden modificar sus necesidades nutricionales o alterar la capacidad para digerir, absorber y metabolizar los nutrientes.
Las enfermedades más comunes que sufren son: diabetes mellitus, enfermedades cardiovasculares, obesidad, hipertensión, enfermedades osteoarticulares, etc., motivadas por una inadecuada nutrición y la falta o disminución de ejercicio.
La desnutrición energético-proteica también es un problema frecuente en los ancianos. Las causas son variadas, entre ellas, las dificultades físicas y/o económicas para obtener los alimentos adecuados, problemas en la preparación e ingesta de alimentos…
Para prevenir los problemas relacionados con la alimentación en la persona mayor y paliar sus consecuencias, existen en el mercado una amplia gama de productos: alimentos funcionales, complementos alimenticios, productos dietéticos y preparados de nutrición enteral. Los primeros son aquellos que además de satisfacer las necesidades nutricionales de forma natural o procesada contienen componentes que ejercen efectos beneficiosos para la salud. Por ejemplo: los preparados lácteos con esteroles vegetales y fitoestanoles. Por su parte, los complementos nutricionales son preparados que aportan una cantidad de nutrientes, fibra, vitaminas y minerales, y se toman como complemento a la dieta diaria. Pueden ser batidos de proteínas, gotas, pastillas, cápsulas o polvos con preparados multivitamínicos, oligoelementos o suplementos de fibra. Los alimentos dietéticos tienen como principal finalidad satisfacer total o parcialmente las necesidades alimenticias de personas cuya capacidad para ingerir, digerir, absorber, metabolizar o excretar alimentos normales o determinados nutrientes sea limitada, deficiente o esté alterada. Pueden ser purés, cereales, sopas o batidos. Y, por último, la nutrición enteral es un tipo de nutrición artificial que se administra por sonda. Suelen ser líquidos o polvos para reconstituir, nutrir y prevenir una malnutrición proteico-calórica. ¿Dónde encontrarlos? Los alimentos funcionales se ofrecen en el canal de alimentación, mientras que los complementos alimenticios y productos dietéticos están disponibles en establecimientos de dietética y oficinas de farmacia. Los preparados de nutrición enteral se utilizan en pacientes ambulatorios u hospitalizados.
Ellas prefieren completar su dieta
EROSKI CONSUMER comprobó durante la encuesta que casi una de cada cinco personas mayores de 65 años complementa su dieta con algún alimento especial, complemento o producto dietético o nutricional. Es más común en el País Vasco (en un 25% de los casos), en Madrid (en un 24%) y en las Islas Baleares (en un 22%). Asimismo, entre los que afirman tener un problema de salud (un 72% de los mayores entrevistados), uno de cada cinco incluye estos alimentos complementarios en su dieta. Por sexos, son las mujeres las que se decantan en mayor medida por consumir este tipo de productos (un 23% ellas frente a un 14% ellos), especialmente las de entre 75 y 79 años.
Lo habitual es que se consuman alimentos funcionales (en el 95% de los hogares encuestados). Sin embargo, el resto de tipologías no son tan comunes, ya que solo 15 casos los tomaban: ocho, complementos o suplementos nutricionales; cinco, productos dietéticos; y dos, alimentación entera.
Entre quienes toman alimentos funcionales, los que más éxito tienen son los lácteos, ya sean en forma de yogur (lo mencionaron en un 46% de las ocasiones) o leche (en otro 46%). De los primeros, los yogures prebióticos (bebibles o no) son los más consumidos (en un 46% de los casos). Entre los segundos, los más demandados son la leche con más calcio (en un 52% de los hogares los toman) y/o la leche de soja (en un 24%). En las dos últimas décadas, los alimentos funcionales han ido invadiendo el mercado y forman parte de nuestra dieta habitual. Cada día, aparecen nuevas propuestas en el mercado. El problema está en la publicidad, un tanto dudoda, que atribuye poderes sorprendentes a ciertos alimentos o productos. De ahí, que la Comunidad Europea haya elaborado un reglamento (1924/2006), exigiendo que la comercialización de alimentos funcionales esté avalada por estudios científicos que justifiquen las declaraciones nutricionales o de salud. Por su parte, quienes toman complementos o suplementos nutricionales, seis personas se decantaban por vitaminas y minerales, y tan solo uno respectivamente por suplementos nutricionales con calcio o productos con soja. Asimismo, entre quienes optan por los productos dietéticos, incluyen a su dieta levadura de cerveza, aloe vera, productos con lactobacillus, pastillas con calcio o leche con soja. Por último, la alimentación enteral se basaba en los dos últimos casos en un producto proteico.
* Mejor prevenir
En líneas generales, el 30% de los entrevistados que toma este tipo de alimentación especial, lo hace para prevenir una enfermedad, en un 24% por cuidarse y en un 19% para ayudar en un tratamiento con medicamentos. Solo a un 28% de las personas consultadas les prescribieron o recomendaron este tipo de productos. Eso sí, en un 92% de las veces fue un médico quien lo hizo.
Las personas mayores de 65 años que dijeron consumir este tipo de productos, estimaron que gastaban 14 euros al mes de media. Mientras en las Islas Baleares y el País Vasco desembolsan una media de 18 euros, en Andalucía el gasto supone la mitad, asciende a 9 euros. En el 91%, los encuentran en el supermercado. Solo un 6% lo adquiere en una farmacia y un 3% en una herboristería. Por tipo de producto, los alimentos funcionales se adquieren generalmente en los supermercados, los complementos o suplementos nutricionales en la herboristería, los productos dietéticos en la herboristería e incluso en el supermercado, y la alimentación enteral en la farmacia.
La tele y la radio: efectivos para publicitarlos
Aunque un 41% de las personas encuestadas por EROSKI CONSUMER tiene una buena o muy buena percepción de este tipo de productos, hay otro 45% que no sabe qué pensar de ellos y un 14% tiene una mala o muy mala opinión de ellos.
Por último, siete de cada diez personas mayores encuestadas había oído hablar de este tipo de productos, en un 45% de los casos por escucharlo en la televisión o en la radio, en un 25% porque la familia o amigos le hablaron de ellos, en un 15% por verlo en anuncios de revistas y periódicos y en un 9% porque el médico se lo mencionó.
Fuentes: investigación propia y CSIC, Fundación INGEMA, Servicio de Geriatría del Hospital Central de Cruz Roja, Sociedad Española de Nutrición (SEN) y Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos.
A cierta edad: cuidarse sin obsesionarse
Son muchas las empresas que han encontrado en las personas mayores su opción de negocio. Algunas de las marcas de productos lácteos más conocidas en nuestro país han creado líneas de investigación y han desarrollado una amplia gama de productos exclusivos para las personas mayores con necesidades nutricionales especiales. Algo similar ocurre en algunos laboratorios farmacéuticos que buscan profundizar en el ámbito de la prevención de enfermedades y mejora de la calidad de vida a través de la nutrición.
Tampoco hay que obsesionarse con la alimentación. Aunque existan este tipo de productos la dieta no debe dejarse de lado: debe cubrir las necesidades nutricionales básicas, es decir, que se caracterice por ser variada, equilibrada y saludable. Para ello, los expertos de EROSKI CONSUMER dan algunas claves dirigidas a las personas sanas sin regímenes dietéticos:
* Cuidado con los kilos de más: mantener un peso adecuado es la mejor forma de saber si estamos ingiriendo las calorías adecuadas.
* No conviene comer solo/a: es más apropiado hacerlo acompañado y en casa, si es posible. Diversos estudios demuestran que comer en compañía es un factor positivo para conseguir alimentarse de forma saludable.
* Es recomendable hacer cuatro comidas al día y que la cena sea siempre ligera.
* Mejor hidratos de carbono en forma de frutas, verduras, hortalizas, etc. No debe abusarse de los azúcares ni de los dulces.
* Las proteínas deben de tomarse en cantidades similares a otras edades: tanto de origen vegetal (legumbres y frutos secos) como animal (sobre todo, pescado, leche y sus derivados, y huevos).
* Disminuir las grasas: en especial, las de origen animal (carne, embutidos, nata y mantequilla).
* Las comidas deben de estar adecuadamente condimentadas y con sabores marcados ya que con los años se tiende a una disminución de sensibilidad gustativa.
* Reducir el consumo de sal: se recomienda echar poca cantidad a las comidas y evitar los productos enlatados, embutidos y precocinados. Para dar más sabor a los platos, se pueden utilizar hierbas aromáticas.
* Tomar líquidos entre las comidas aunque no se tenga sensación de sed, más en épocas de temperaturas altas.
* Cuidado con el alcohol: en caso de que le médico no lo haya prohibido, pueden tomarse cantidades moderadas de vino o cerveza con las comidas (una copa o vaso al día en mujeres y hasta dos en hombres). Un consumo elevado de alcohol tiene muchos efectos negativos para la salud.
* No añadir suplementos vitamínicos ni minerales sin prescripción médica.
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