Alcanzar la igualdad real es el reto del Siglo XXI.

Alcanzar la igualdad real es el reto del Siglo XXI.

Solidaridad intergeneracional trabaja para acabar con las desigualdades en el medio rural, como clave para una sociedad más justa e igualitaria.

Solidaridad Intergeneracional

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El 8 de marzo, “Día Internacional de la Mujer”, se conmemora la lucha de las mujeres a lo largo de la Historia, el reconocimiento de los logros que han alcanzado en el mundo, y también es un día para poner de relieve la lacra de la violencia machista y sensibilizar acerca de los problemas de desigualdad a los que las mujeres se siguen enfrentando hoy día.

Es de gran relevancia rememorar el Día Internacional de la Mujer, y apreciar el camino que las mujeres han recorrido para conseguir una sociedad más igualitaria en todos los campos: en el económico, en el político, en el cultural, en el mundo rural, en definitiva, en la sociedad en general. Así lo entendemos en Solidaridad Intergeneracional, donde trabajamos para acabar con las desigualdades en el medio rural, como clave para alcanzar una sociedad más justa e igualitaria para todas y para todos.

Además, también es un momento en el que podemos recordar a todas las mujeres que siguen sin ser escuchadas y a las que se les sigue impidiendo alcanzar todo su potencial, ya que derechos básicos como el acceso a la salud y la educación siguen sin ser reconocidos para muchas mujeres en todo el mundo. Alcanzar la igualdad real entre mujeres y hombres es el reto que seguimos teniendo en pleno siglo XXI.

En España las mujeres siguen experimentando dificultades para acceder a un empleo; a los diferentes servicios, en particular los relacionados con las profesiones STEM, que engloba a las carreras relacionadas con la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, donde aún hoy las mujeres tienen una escasa representatividad, y está claro que no es por falta de capacidades.

A día de hoy, los datos también confirman que las mujeres, si bien parece qué en menor medida con respecto a la situación de hace una década, siguen estando sujetas a la segregación, tanto horizontal como vertical, del mercado laboral. No en vano son las que más jornadas a tiempo parcial solicitan y son, a la vez, minoría en puestos directivos y técnicos. Ello es, sin duda, consecuencia de una configuración social en la que ni mujeres ni hombres son capaces de desprenderse de los roles y estereotipos de género. Así, las mujeres encuentran el “suelo pegajoso” que les impide ascender en el ámbito laboral y no es más que una metáfora que representa la sobrecarga del ámbito familiar. Son situaciones en las que estas se ven atrapadas por las implicaciones afectivas que se derivan del cuidado de seres queridos y necesitados. Ante ello, la denominada conciliación no es una salida suficiente, ya que en muchas ocasiones se convierte en una trampa que vuelve a incidir en el reparto desigualitario de tareas en función del sexo.

Otro arquetipo lo tenemos en el medio rural, donde las mujeres, clave en el desarrollo sostenible de los pueblos y de la sociedad en su conjunto, siguen luchando contra las desigualdades que los estereotipos y roles asociados a hombres y mujeres perpetúan. Por ejemplo, en la preferencia de los varones al acceder a la titularidad de las explotaciones agrarias, en la notable brecha salarial y, sobre todo, en el pretendido destino hacia funciones reproductivas, domésticas y de cuidados que se asigna a las mujeres usualmente.

Asimismo, los puestos de responsabilidad y de toma de decisiones siguen ocupados mayoritariamente por hombres, aunque las mujeres van ocupando espacios con mucho esfuerzo, lo cual dibuja el largo camino recorrido y el que aún queda por recorrer.

DATOS

Según alguno de los datos recogidos en el informe sobre “Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural 2021” elaborado por la Dirección General de Desarrollo Rural, Innovación y Formación Agroalimentaria, del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, una de las principales conclusiones que se obtienen tras el análisis es que, desde que se llevara a cabo el primer Diagnóstico de la Igualdad de Género en el Medio Rural en el año 2011, muchas de las desigualdades que afectaban a mujeres y hombres siguen vigentes y producen consecuencias negativas tanto de carácter social como económico y ambiental.

En el medio rural residen un total de 7.574.977 habitantes, lo que supone el 16,11% de la población española. De estos más de 7,5 millones de personas, el 49,2% son mujeres y el 50,8% son hombres.

El envejecimiento poblacional, la masculinización y la escasa natalidad -según datos del INE relativos a 2020, del total de mujeres rurales mayores de 65 años, el 40,3% tiene más de 80 años, en cuanto a los hombres rurales, el porcentaje de octogenarios es del 30,8%- son factores que ponen en riesgo la sostenibilidad social del medio rural. El aumento de la población envejecida supone un crecimiento de la demanda de cuidados. La disponibilidad y oferta de servicios de atención especializados en el medio rural es más escasa que en el medio urbano. Ello hace que, en mayor o menor medida, sean las familias las que ofrezcan ese soporte.

Los datos recopilados en el estudio muestran que las tareas de cuidados siguen recayendo, de forma mayoritaria, en las mujeres. Ello es sin duda un factor que impide el desarrollo de estas en condiciones de igualdad a los hombres. Si se analiza en el informa la distribución de las personas cuidadoras por sexos, del total de mujeres convivien­tes, se declaran cuidadoras principales el 85,6% de ellas. Esta cifra es abrumadoramente superior a la cifra registrada entre los hombres 26,8%.

Además, en términos comparativos con las cifras registradas en 2011 (MARM, 2011), se produce un reseñable au­mento en las diferencias entre mujeres y hombres responsables del cuidado de personas dependientes con las que conviven. Hace una década, del total de mujeres convivientes, el 84,7% afirmaba ser la cuidadora principal, y del total de hombres entrevistados convivientes, el 44,3% se posicionaba con cuidador principal. El número, por tanto, de hombres cuidadores principales ha sufrido un acusado descenso en la última década, lo que aumenta, a día de hoy, la distancia entre mujeres y hombres. Ello denota que, a pesar del supuesto avance en la superación de los roles y estereotipos de género, la tarea de cuidados continúa estando feminizada en el medio rural.

Del informe también se desprende, en el análisis de la percepción de los usos del tiempo por mujeres y hombres, que ellas emplean un tiempo significativamente más elevado que ellos tanto en las labores domésticas –más de cinco veces superior por parte de las mujeres– como ya hemos visto en el cuidado de los familiares.

Las desigualdades de género no solo afectan a las mujeres. La existencia de relaciones desiguales entre mujeres y hombres tiene consecuencias negativas en todos los ámbitos de la vida de las personas que se reflejan, también, en la estructura demográfica del medio rural. Combatirlas y luchar para alcanzar la igualdad real, donde todas y todos tengamos los mismos derechos y las mismas obligaciones, es tarea de la sociedad en su conjunto, y como ya hemos señalado, el gran reto del siglo XXI.



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