13 Jun Ada Parellada: «Compramos más de lo que podemos comer»
Un tercio de los alimentos que se producen acaban en la basura. La autora de ‘La cocina sostenible’ nos ofrece trucos para que no tiremos nada en casa.
PATRICIA LOZANO
Siempre acaba tirando algún plátano que se ha puesto negro? ¿Y esa media barra de pan que le ha sobrado? Si es así, debe saber que está contribuyendo a engrosar esa tercera parte de los alimentos que se producen que acaban en la basura, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). A Ada Parellada, cocinera al frente del restaurante Semproniano, en Barcelona, desde hace 25 años, esta cuestión le importaba poco hasta hace unos años, cuando empezó a ser consciente del enorme volumen de comida que se tiraba. A día de hoy, se ha convertido en una reconocida activista en la lucha contra el despilfarro alimentario, lo que refleja en su libro La cocina sostenible (Libros Cúpula), en el que ofrece trucos y recetas sencillas para reorganizar nuestra cocina y no tener que tirar nada.
PREGUNTA.- ¿Cómo podemos tener una cocina sostenible?
RESPUESTA.- Lo primero que hay que hacer para conseguirla es planificar un menú semanal, enfocado a las cenas porque se suele comer fuera de casa. Y comprar en función de esta planificación, no para llenar la nevera. La basura está llena de «por si acasos»: compramos más de lo que tenemos capacidad de comer. También es importante no sucumbir a las ofertas, aunque tampoco hay que desatenderlas. El congelador es nuestro gran aliado. Todo se puede congelar menos la fruta y la verdura cruda. Hay que hacerlo en pequeñas porciones y etiquetar bien los productos, porque sobrevaloramos nuestra memoria. Y servirnos poco en el plato, porque lo que nos sobre terminará en la basura.
P. – ¿Qué truco propone para despilfarrar menos?
R.- Yo propongo un método basado en lo que hacemos en las cocinas profesionales: preparar lo que llamamos «fondos de nevera». Cuando llegamos del súper se hace una preparación previa con esos imprescindibles que no deben faltar nunca, que puede ser un sofrito de cebolla con tomate, patatas hervidas, arroz, huevos cocidos o verduras asadas, y se guardan en la nevera bien conservados. De esta forma, cuando llegamos a casa agotados y sin tiempo, en cinco minutos tenemos un plato en la mesa porque ya hemos dejado la mitad del trabajo hecho previamente. Además, también alargamos la caducidad de los productos. Es una forma de ahorrar tiempo, dinero y de ser más respetuosos con el medio ambiente.
P. – ¿Qué dice nuestro cubo de la basura de nosotros?
R.- El despilfarro de alimentos es un problema global que afecta a toda la cadena alimentaria. Con la crisis vimos imágenes impactantes de gente buscando en las basuras tratando de aprovechar lo que tiraban los supermercados. Los consumidores consideramos que poco podemos hacer ante esto, pero lo cierto es que el 58% de lo que se tira sale de los hogares. Hay que preguntarse: ¿por qué hay un paquete de pechuga de pollo en la basura o una lechuga entera? Aunque hay que destacar que en el campo se tira una barbaridad porque el producto no responde a los estándares de calibre, forma, etc. que exige el mercado.
P. – ¿Cuál es el despilfarro más impactante que ha visto?
R.- He visto como tiraban una tonelada de pepinos porque el verano se había alargado y a finales de octubre aún seguían saliendo, pero como ya se había acabado la campaña del gazpacho se tiraban. También he visto tirar un tráiler entero de pan de molde porque se habían equivocado en el pedido. El alimento es barato y no compensa la mano de obra que cuesta desembolsarlo y volverlo a embolsar.
P. – ¿Qué soluciones tiene?
R.- Todos los discursos acaban con el reaprovechamiento, pero los bancos de alimentos no tienen la capacidad suficiente para asumir tal despilfarro. Para solucionarlo hay que buscar formas de reducir la producción de alimentos y ajustarla a la demanda. También hay que adaptar los alimentos a su coste real para que los valoremos más. La autora explica en su libro un caso curioso: Un amigo la invitó a su casa y tiró media docena de yogures porque la fecha de consumo preferente llegaba a su término ese mismo día. A la hora de cenar, sacó una lata de caviar de beluga, cuya fecha de consumo preferente había vencido hacía más de una semana. Su amigo dijo: «No vamos a tirar esta joya a la basura». Es evidente que el caviar es mucho más caro que unos yogures y «asociamos el valor del alimento al precio, pero éste es consecuencia de la escasez, simplemente», explica Parellada.
P. – ¿Con qué gestos estamos despilfarrando y no nos damos cuenta?
R.- Por ejemplo, en el supermercado buscamos el yogur de detrás, el que tenga la fecha de caducidad más lejana. Nos pensamos que somos los más listos, pero todos lo hacen. ¿Por qué? ¿Es que te lo quieres comer dentro de dos semanas? Estas pequeñas acciones generan despilfarro. Cuando tiramos las cosas nos pensamos que desaparecen por arte de magia en el contenedor, pero no. Los desperdicios se gestionan y destruirlos cuesta recursos económicos y daños al medio ambiente -si el despilfarro alimentario fuera un país, sería el tercer estado más contaminante del planeta, detrás de China y EEUU-.
P. – ¿Cuáles son los alimentos que más desechamos y qué se puede hacer para aprovecharlos?
R.- El que más tiramos es el pan. Cuesta poco y nos queda media barra y pensamos: «Lo tiro. Total, son 30 céntimos». Con el pan podemos rallarlo o preparar bruschettas italianas, que son unas tostas a las que les puedes poner lo que quieras encima: huevos revueltos, pimiento asado, queso… Las frutas y verduras también se tiran mucho -principalmente plátanos y lechugas-. Las verduras se pueden cortar en trozos, escaldarlas y ponerlas en una rejilla en la nevera para que pierdan el agua. Así nos durarán mucho más. Y las manzanas, por ejemplo, pueden sustituir unas patatas para acompañar la carne, pero con otro toque. El otro día les puse unas fresas que se me iban a poner malas a un asado y a mis hijos les encantó. La lucha contra el despilfarro te hace ser mucho más creativo.
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