03 Ago Abuelos y nietos: el cambio en la frecuencia y los modos de relacionarse aumenta el sufrimiento de ambos.
Se observa una soledad no deseada en muchas personas mayores que no han podido ver a sus familiares durante mucho tiempo.
Carlota Fominaya
La pandemia por el COVID-19 ha provocado un enorme sufrimiento en las familias españolas y, de manera especialmente significativa, a los mayores de la casa, los abuelos. Este sector de la población ha sido el que ha experimentado síntomas de mayor gravedad y mayores tasas de mortalidad, siendo esta tasa en personas mayores de 80 años hasta cinco veces mayor que en el resto de la población.
Esta mayor vulnerabilidad no solo se asocia al mayor riesgo a tener secuelas graves y de mortalidad por el COVID-19. También nos encontramos con muchos abuelos con un nivel de afectación a nivel psicológico considerable, asociado al miedo al contagio y muerte, pérdida de familiares y allegados, disminución de actividades, así como sentimientos de soledad y malestar por la disminución de contactos físicos con los seres queridos.
En relación con esto último, Cristina Noriega García, psicóloga y profesora adjunta al departamento de Psicología y Pedagogía de la Universidad CEU San Pablo ha observado « una soledad no deseada en muchos abuelos que no han podido ver a sus nietos durante la pandemia o han visto disminuidos la frecuencia y los modos de relacionarse con los nietos, con el tremendo sufrimiento que ello supone». «Porque una cosa es que los abuelos vean poco a los nietos por sus circunstancias o porque ese es el acuerdo al que han llegado en la familia, y otra lo que hemos visto con la pandemia, que es que el contacto abuelos-nietos se ha visto interrumpido de una manera obligatoria. O dicho de otra forma: es muy diferente que en una familia se decida «veo a mi nieto una vez al mes porque yo quiero vivir la vida», y otra que quieras verlo todos los dias y no puedas o porque tu zona está perimetrada, vivas en otra comunidad…», aclara.
El ser humano, explica esta docente, «como ser social, necesita crear vínculos y lazos afectivos con otras personas, formar parte de un grupo y sentirse valorados e integrados en él. Sin esto, el ser humano difícilmente podría sobrevivir». De hecho, añade Noriega, «diversos estudios han encontrado que la soledad no deseada se asocia con sentimientos de hostilidad, resentimiento, tristeza y ansiedad, lo que a su vez reactiva mecanismos neurobiológicos que pueden dañar la cognición, la emoción, el comportamiento y la salud de la persona mayor, llegando a incrementar las probabilidades de mortalidad y dependencia».
Beneficios de este nexo
En esta línea, prosigue esta profesora de la Universidad CEU San Pablo, «las relaciones abuelos-nietos no solo son beneficiosas para los nietos, muchos abuelos refieren altos niveles de satisfacción, les ayuda a sentirse útiles, activos, ven incrementado su sentido vital y sienten que sus historias y valores pueden pervivir a través de sus nietos. De ahí, el tremendo sufrimiento que está suponiendo para muchos abuelos el no poder ver a sus nietos».
Y, aunque es cierto que se han incrementado las llamadas y videollamadas entre abuelos y nietos (que antes no eran tan comunes), «no todos han podido usar estas nuevas tecnologías», reconoce esta profesora. Además, a su juicio, «y aunque las nuevas tecnologías son un gran avance, no pueden sustituir el contacto físico, los juegos, las historias compartidas, los abrazos, los achuchones, ni las sonrisas cómplices. Al final el tipo de implicación emocional no es igual en videollamada que en persona».
También hemos visto la otra cara, reconoce Noriega. «La de aquellos que, a pesar de ser un grupo de riesgo, se han sacrificado o se han puesto en riesgo cuidando de los nietos. Se han expuesto porque los padres no tenían con quién dejarlos o ese deseo de ver a esos nietos es tan intenso que han puesto en riesgo su propia salud».
Reconocimiento de los abuelos en las familias
Por todo esto la propuesta de Cristina Noriega es que el Día de los Abuelos no se limite a solo un día. Las razones, concluye, son múltiples: «Los abuelos son reconocidos como el reservorio de la sabiduría familiar. Sus valores, virtudes y fortalezas, habilidades y destrezas desarrollados a lo largo de su experiencia vital, conocimiento de la historia familiar, así como los juegos, historias y momentos compartidos son un maravilloso legado que dejan a sus nietos. Asimismo, son un ejemplo de amor incondicional y un sostén para muchas familias, hasta el punto de estar dispuestos a poner en riesgo su salud para cuidar de sus nietos durante esta pandemia».
Por eso, finaliza, «debemos reconocer y mostrarnos agradecidos por el rol fundamental que están desempeñando muchos abuelos en las familias actuales todos los días del año y favorecer las relaciones abuelos-nietos para desarrollar una sociedad más inclusiva y enriquecedora».